Los sonidos que solo los niños pueden escuchar no son un mito, sino un fenómeno auditivo muy real.
Se trata de tonos extremadamente agudos que muchos adultos no perciben debido a la pérdida natural de sensibilidad en el oído. Este proceso, llamado presbiacusia, inicia desde los veinte años y avanza poco a poco con la edad.
El oído humano puede captar frecuencias que van de los 20 Hz a los 20,000 Hz, pero ese límite superior solo lo alcanzan los niños y adolescentes. Con el paso del tiempo, las células encargadas de detectar los sonidos más agudos se deterioran. Por eso, mientras un niño oye un pitido a 17 kHz o más, un adulto puede no escuchar absolutamente nada.
El sonido para ahuyentar a los jóvenes
Uno de los casos más famosos es el Mosquito Tone, un sonido de alta frecuencia creado para ahuyentar a grupos de jóvenes en entradas de tiendas.
Lo curioso es que los propios adolescentes lo adoptaron como tono de mensaje para que los adultos —especialmente los maestros— no lo detectaran en absoluto. Así nació una especie de “lenguaje secreto” auditivo entre generaciones.
El deterioro permanente del oído
La pérdida de sensibilidad a los sonidos agudos ocurre por diversas razones: envejecimiento, exposición constante a ruido, predisposición genética o incluso ciertas enfermedades y medicamentos.
- A diferencia de otros tejidos del cuerpo, las células internas del oído no se regeneran, lo que hace que el deterioro sea permanente.
Animales que escuchan lo que es imperceptible para nosotros
Este fenómeno no solo es humano; varios animales poseen un rango auditivo mucho más amplio.
Los perros, gatos y murciélagos pueden escuchar frecuencias que superan por mucho los límites infantiles, lo que explica por qué reaccionan a sonidos que para nosotros son imperceptibles.
¿Qué tan joven es tu oído?
En la actualidad existen pruebas y aplicaciones que permiten identificar qué tan “joven” es tu oído midiendo la frecuencia máxima que puedes escuchar.
Sin embargo, su precisión no siempre es confiable, pues muchos altavoces y audífonos no reproducen correctamente esas frecuencias extremas.
El tiempo y su marcha qué no se detiene
Además de su curiosidad científica, este tema revela cómo el oído refleja el paso del tiempo de una forma silenciosa, casi imperceptible.
Cada persona tiene un “perfil auditivo” único que cambia año con año, y escuchar menos no siempre significa haber envejecido más rápido, sino simplemente haber vivido más experiencias sonoras.
Entender este proceso también puede ayudarnos a proteger mejor nuestra audición.
Reducir la exposición a ruidos fuertes, usar protección en conciertos o trabajos industriales y mantener hábitos saludables puede conservar por más tiempo esa capacidad que, alguna vez, todos tuvimos de escuchar el mundo en su tono más agudo.