La rosa napolitana
Los años no parecen pasar por la gran diva, quien se ve y se siente tan fresca como siempre.
A sus 78 años, luce espléndida. Usa dos pares de anteojos, uno sobre la nariz, y el otro para leer, sobre la cabeza. Su vestido Armani rojo resalta su figura. Cruza las piernas. Jamás me había dado cuenta de que unas espinillas pudieran ser tan bellas.
Su carrera en el cine empezó con la película El oro de Nápoles (1954), dirigida por Vittorio De Sica, donde Loren interpreta a una vendedora
de pizzas que extravía su anillo de boda. Tenía 20 años de edad, y para ganarse la vida trabajaba como extra y posando para fotonovelas.
Sophia, en ese entonces aún Sofia, era hermosa pero muy tímida: “Mi madre no creía que pudiera entrar en la industria del cine”, dice. “Pero lo logré, y eso le sorprendió mucho, al igual que a mí”.
Loren extiende frente a mí su meñique izquierdo, en el que luce un anillo de oro con una piedra verde. “Mi mamá lo compró para mí con el dinero que gané con mi primera participación real en una película”, cuenta. “Siempre lo llevo puesto”.
P: ¿Ese primer papel la hizo pensar que ya era una actriz?
R: No, nunca pensé eso.
P: ¿Y cuando participó en Dos mujeres, aquel filme sobre la violencia contra las mujeres durante la guerra, que la llevó a ganar un Oscar?
R: Esa vez sí lo pensé. Pero en ese entonces ya tenía yo 26 años.
P: Hizo el papel de una madre…
R: Sí, de una chica de 14 años. Eso es algo posible. Si alguien dice “Esa actriz es muy joven para ese papel”, significa que no lo estás haciendo bien. Lo interpreté teniendo a mi madre en mente. Ambas sabíamos bien lo que significa la guerra.
P: Pronto se convirtió también en una reconocida actriz cómica.
R: Ésa es mi herencia napolitana. Los napolitanos son tragicómicos: ríen y lloran sin poder evitarlo. Lo llevamos en la sangre. Yo tenía eso, y Marcello Mastroianni también. Lo extraño. Nuestro trabajo juntos era indescriptible, muy intenso.
P: Prêt-à-porter (1994) fue la última cinta en la que usted y Mastroianni aparecieron juntos. En ella, usted repitió el striptease de Ayer, hoy y mañana (1963), con el que hizo gemir de excitación a Mastroianni.
R: Sí, eso fue muy gracioso. Él estaba acostado en la cama, como en la escena original, pero en lugar de ver mi striptease, se quedó dormido de inmediato. Ya estaba muy viejo. Fue idea de Marcello hacerlo así.
P: Su carrera tomó un nuevo rumbo con Un día especial (1977).
R: Ésa es la mejor película que hice con Marcello. Era un filme político, e interpretamos personajes muy distintos a los de las películas de De Sica. Yo, a un ama de casa fatigada, y Marcello, a su vecino homosexual. A los dos nos encantó.
P: Ettore Scola, el director del filme, planeó muy bien todo eso.
R: Bueno, no estoy tan segura. Carlo [Ponti], mi esposo, produjo la película. Quería que yo interpretara ese personaje, y creo que a Scola no le agradó mucho que yo actuara en su filme. Pensaba que era una diva caprichosa. Más adelante reconoció que se había equivocado, y me felicitó por mi trabajo en esa estupenda película, y yo lo felicité a él.
P: La última actuación suya que he visto fue en Nine, una película sobre Federico Fellini. Usted nunca apareció en un filme de Fellini.
R: Sí, y es algo que lamento. Siempre quisimos trabajar juntos, pero jamás sucedió. Creo que no cumplía con los requisitos como mujer. A él le encantaban las actrices con un aspecto físico que yo no tengo.
P: ¿Qué le faltaba a usted?
R: No sé; jamás lo supe. Marcello era el alma de las películas de Fellini. Y yo no era Anita Ekberg. No quería actuar como ella. Mi deseo era trabajar en una película de Fellini que él hubiera pensado para mí.
P: ¿El paso del tiempo representa un problema para usted?
R: Si la gente sigue preguntándome eso, entonces se convertirá en un problema. ¡Aún no tengo 100 años! Para una actriz, su valor no radica en su cuerpo, sino en su mente. Me veo a mí misma a través de los ojos de mis hijos, y veo a la mujer más hermosa del mundo.
P: Ettore Scola ha dejado de hacer películas. ¿Y usted?
R: Yo no. Puedo actuar en todas las películas que desee, pero cuando acepto un papel no quiero que se trate de un filme más. El guión tiene que ser bueno. Ahora mismo estoy trabajando en una película.
P: ¿En un filme italiano?
R: Por supuesto. Siempre
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