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Supermamás 2016 – Amorosa amiga de los niños

A lo largo de casi 25 años, Tessie G. de Picazo ha luchado para salvar a miles de menores enfermos de cáncer a través de Casa de la Amistad.

Una tarde, hace ya 14 años, Tessie iba recorriendo las calles de la Ciudad de México en su auto de camino a casa. Llevaba varias semanas con la cabeza llena de preocupaciones, y de pronto sintió que se moría. Primero se le paralizó un brazo, después el otro y luego una pierna, al tiempo que el corazón le latía desbocado. Temerosa de perder el control del volante y chocar o atropellar a alguien, se detuvo junto a la acera para pedir auxilio.

“Llamé por teléfono a mi hija para avisarle dónde me encontraba; le dije que no sabía si era un ataque cardiaco o cerebral, pero que me sentía desfallecer. Añadí que si en 10 minutos más no recibía otra llamada mía, hiciera algo”, cuenta esta risueña mujer de ojos color aceituna.

Tessie colgó y, para calmarse, se puso a rezar. “Le dije a Dios que si me había llegado la hora, estaba bien, pero después de un rato los síntomas cedieron y retomé el camino a casa”, prosigue. Sin embargo, al otro día le pasó lo mismo, y al siguiente también, así que decidió buscar ayuda.

“Los exámenes que me hicieron salieron perfectos, así que el cardiólogo me preguntó si había novedades en mi vida”, añade. “Le conté que desde hacía poco era presidenta de Casa de la Amistad, y a él le pareció claro que había sufrido yo un ataque de pánico por las responsabilidades que tenía”. El médico le sugirió que renunciara al cargo, pero ella se negó rotundamente. Ante esto, le recetó ansiolíticos.

Con el tiempo Tessie se olvidó de los ataques de pánico, pero fue más por el compromiso que tenía con los niños enfermos de cáncer que por efecto de los medicamentos. “Pensé que mi labor era un orgullo”, expresa, “que lo que hacía o dejaba de hacer repercutía en la vida o la muerte de un niño, así que no podía fallar”.

Y es que Tessie, cubana de nacimiento, ha luchado día tras día durante casi 25 años para salvar a miles de menores enfermos a través de Casa de la Amistad para Niños con Cáncer, una institución de asistencia privada que promueve la concientización y la detección oportuna del cáncer en niños y jóvenes de México. Esta institución nació en 1990, tras la muerte por cáncer de uno de los miembros de la familia García Moreno Abizaid; el matrimonio, sensibilizado por su dolor, convocó a un grupo de amigos suyos a crear una fundación que aumentara el índice de vida de niños y jóvenes aquejados por esta enfermedad y sin recursos económicos.

En México, el cáncer representa la segunda causa de muerte entre los niños de 5 a 14 años. Cada año se diagnostican entre 5,000 y 6,000 casos nuevos de esta enfermedad en menores de 18 años; sin embargo, a pesar de tan alta prevalencia, en el país hay solamente unos 150 oncólogos pediatras.

El comienzo

Para Tessie G. de Picazo todo empezó cuando tuvo noticia de que en un terreno baldío, donde originalmente se edificaría un convento, se iba a construir un albergue para niños enfermos de cáncer. Atraída por lo noble del proyecto, se ofreció a ayudar. El compromiso que adquirió con Casa de la Amistad fue creciendo a medida que sus obligaciones como madre y esposa se reducían. Aunque al principio dedicaba poco tiempo al albergue, ya que trabajaba de tiempo completo para apoyar a su esposo con los gastos de la casa y cuatro hijos, su ayuda era un alivio para la institución, cuya población no dejaba de aumentar.

Tessie colaboraba en un área que la mantenía en contacto con la prensa, así que capitalizó esa ventaja para promover Casa de la Amistad. Con orgullo recuerda una alianza que en ese tiempo hizo con Cristina Pineda, artista y fundadora de Pineda Covalín, una empresa dedicada a la promoción cultural de México mediante la producción y comercialización de piezas de diseño inspiradas en el arte prehispánico y en la obra de diversos artistas contemporáneos. “Logré que Cristina donara unas mascadas divinas para una cena de gala, que fue muy concurrida porque tan sólo con la prenda el costo del boleto se volvía simbólico”, recuerda.

“Las cosas se van dando”

La imaginación de Tessie, que también es escritora, se desborda a la hora de conseguir fondos para Casa de la Amistad, que no sólo promueve acciones de detección del cáncer, sino que brinda asistencia e insumos específicos, transporte, alojamiento y alimentos durante el tratamiento, así como apoyo emocional y servicios funerarios. El tratamiento de cada niño cuesta 250,000 pesos en promedio, y el de un joven, 400,000.

En 2015 Casa de la Amistad benefició a 697 enfermos. En sus 26 años de existencia ha atendido a unos 8,300 niños y jóvenes, lo que la convierte en una de las instituciones de asistencia privada más importantes de México. La obtención de recursos es el principal reto que afrontan las organizaciones sin fines de lucro, pero Tessie considera que fue afortunada. “Tuve suerte, o más bien es una obra de Dios”, expresa. “Las cosas se van dando, y uno sólo pone energía y entusiasmo”. Durante los dos años que fue presidenta de Casa de la Amistad se recaudaron más de 13 millones de dólares, y se logró la donación de un edificio que, si bien no quedó en manos de la institución, se convirtió en una escuela para enfermeras especializadas en cuidados oncológicos.

Un niño con enorme fe

La presencia de Tessie G. de Picazo en Casa de la Amistad ha sido providencial, y la historia que se relata a continuación lo demuestra:

Una de las tareas del presidente en turno de esta institución es visitar los hospitales oncológicos a fin de supervisar la atención médica que reciben los niños y jóvenes beneficiados. En una de esas visitas, Tessie conoció a dos personas que le darían una lección de optimismo, fortaleza y fe.

En el área de quimioterapia infantil había un niño oriundo del norte del país que irradiaba vivacidad y alegría; lo acompañaba su madre, que parecía tranquila y contenta a pesar de que, por falta de dinero, su hijo ya no iba a poder recibir más sesiones de quimioterapia. “La mujer me contó que para pagar el tratamiento había vendido todo lo que tenía, y que sus familiares y amigos la habían apoyado económicamente también, así que ya no tenía a quien recurrir”, dice Tessie. Pese al incierto panorama la señora se mostraba serena, y tenía una respuesta para todo: “Dios proveerá”.

Aunque Tessie sabía que la lista de espera en Casa de la Amistad era de unos 100 niños, le sugirió a la mujer que inscribiera a su hijo. Esa tarde había un sol radiante en la Ciudad de México, pero Tessie veía todo negro. “No dejaba de pensar en que ese pequeño se iba a morir”, recuerda. Sin embargo, la vida le dio una sorpresa que jamás imaginó.

El Monte de Piedad, institución que ha apoyado a Casa de la Amistad desde sus inicios, no le había hecho ninguna donación en tres años, así que Tessie pensó que era el momento de solicitar su ayuda otra vez. “El Monte de Piedad tiene una política de apoyo que privilegia la construcción de bienes inmuebles, de modo que me propuse convencerlos de la nobleza de destinar recursos a favor de la vida”, explica.

Corrió con suerte, pues la junta del patronato del Monte de Piedad, en la que se revisan las cuestiones más urgentes, iba a celebrarse pronto.

Las palabras de Tessie tuvieron eco en el patronato, que no sólo donó 15 millones de pesos, sino que autorizó a Casa de la Amistad para que hiciera uso de otros 8 millones que eran de su propiedad, pero de los cuales sólo podía disponer de los intereses. Esos 23 millones de pesos, más la aportación de la empresa Danone, que cada año lanzaba su campaña Luchemos contra el cáncer y donaba una parte de sus ganancias, hicieron posible algo nunca antes visto: ¡reducir a cero la lista de espera y permitir el ingreso de más de 100 niños a Casa de la Amistad, entre ellos el chico norteño! Y todo en menos de 15 días.

“Cuando volví a ver a la mujer y a su hijo, entre risas me dijeron: ‘¿Ya ve, no que no íbamos a poder?’”, cuenta Tessie. “La fe de ese niño no sólo le salvó la vida, sino la de otras 100 criaturas. Todo se alineó para que ese chiquillo viviera. Me lo he vuelto a encontrar, y ahora está curado”.

Esta historia marcó el inicio del bienio de Tessie como presidenta. “Creo que nunca se había recaudado tanto dinero en Casa de la Amistad como en mi gestión”, dice satisfecha.

Tessie, que además de escribir libros y guiones de telenovelas y teleteatros ha sido publirrelacionista de empresas como Puma y Cannon Mills, se ha convertido en un ejemplo de altruismo. “Estas acciones nos tocan a todos”, afirma. “Son nuestros niños, nuestra responsabilidad”.

Siddhartha Mukherjee, un científico que ganó el Premio Pulitzer por un reportaje sobre el cáncer titulado El emperador de todos los males, escribió que la historia de esta enfermedad está llena de luces y sombras, de avances y obstáculos, de fracasos y triunfos, pero con Tessie hasta las causas más desesperadas han tenido un desenlace feliz.

Si deseas contribuir a la causa de Tessie con un donativo o leer más sobre la labor de Casa de la Amistad, entra a: www.casadelaamistad.org.mx

Facebook: CasadelaAmistadMexico

Twitter: @CasadelaAmistad

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