En cada sitio donde habita un ser humano hay una superstición. Cada acto de su vida encierra algo de magia. Todo lo que toca se convierte en un objeto poderoso. Lo mismo ocurre con lo que ve, huele, oye y saborea.
Es decir, todo lo que percibe mediante los sentidos se transforma a la luz de la interpretación subjetiva, de la experiencia, del temor y del deseo. La comida, la bebida, los utensilios de la cocina, los espejos, los muebles, las ceremonias, las joyas, el tiempo, las diversiones, los números, el cuerpo… En fin. La misma muerte, que es tal vez el trance más temido por el género humano, está rodeada de misterio.
Numerosas supersticiones y creencias han sido muy difundidas en la mayoría de los países de Occidente acerca de las bodas.
Una de las supersticiones más arraigadas es que siempre después de un casamiento en la familia habrá un funeral. Se dice también que es augurio terrible de infelicidad para los novios posponer la fecha que originalmente planearon para su boda. Si al terminar la ceremonia nupcial los novios vuelven a la casa donde se llevará a cabo la fiesta por el mismo camino que usaron para ir a la iglesia, tendrán muy mala suerte durante todo el tiempo que dure su matrimonio.
Por otro lado, nunca se debe barrer la casa de ninguno de los novios el día anterior al de la boda, pues de lo contrario también se barrerá la felicidad de la pareja. Y, si en la casa de la novia hay algún gato, ella misma deberá darle de comer antes de partir hacia la ceremonia religiosa, pues de esta forma se atraerá la buena fortuna en su vida de casada.
Se dice que casarse de noche provocará una vida de infelicidad, la pérdida de los hijos o una muerte temprana.
Las parejas que contraigan matrimonio en mayo inevitablemente se separarán. Esta superstición nos fue heredada por los romanos, quienes creían en la existencia de unos genios malignos, los lémures, que eran los espíritus de la personas que habían llevado una vida perversa. Cada año, en mayo, los romanos hacían fiestas para ahuyentar a los lémures con el humo de las fogatas y el ruido de los tambores.
Pero no todas las supersticiones tejidas entorno a las ceremonias nupciales auguran el mal. Por ejemplo, se dice que una boda siempre atrae otra boda entre los familiares de los novios o de los invitados. También se cree que si al salir hacia la iglesia el día de la boda uno ve una parvada en vuelo, la pareja que se formará se verá bendecida con una familia numerosa.
En el siglo pasado se tenía una costumbre hoy olvidada: en el trayecto hacia la iglesia, los familiares del novio disparaban salvas, que eran respondidas por los familiares de la novia. La intención de estas descargas era alejar a los malos espíritus de la celebración nupcial.
En los países anglosajones, cuando la pareja parte hacia su luna de miel, la madre o la nana de la novia rocía agua caliente sobre el umbral de la casa. De esta manera, el hogar se mantendrá tibio para el siguiente casamiento.
Se afirma, por otro lado, que quien suba por la escalinata de la iglesia inmediatamente después de que la novia bajó al salir de la ceremonia, se casará en el transcurso del siguiente año.
La costumbre de arrojar puños de arroz a los novios al salir de la iglesia nos fue heredada por los romanos de la época clásica, quienes, en lugar de arroz, usaban trigo. En algunos lugares se utiliza confeti o papelitos de colores. De cualquier manera, sea arroz, trigo o confeti, la intención siempre es atraer la felicidad y la prosperidad a la pareja de recién casados.
Siempre debe ser la novia quien corte la primera rebanada del pastel de bodas, a menos que quiera llevar una vida de casada llena de problemas. Mientras corta la rebanada debe formular en silencio un deseo, que seguramente se le cumplirá. A veces se agrega a esta tradición que la novia debe hacer el primer corte en el pastel y el novio el segundo, formando así la rebanada completa. De esta forma se aseguran una vida larga y feliz.
Se dice que es augurio de terribles infortunios el que el pastel se quiebre después de haberlo horneado, pues se rompe la felicidad de la pareja.
Al salir los novios de la casa de los padres de ella —donde la tradición indica que se debe llevar a cabo la fiesta— hacia el viaje de bodas, se lanza un plato con trocitos del pastel desde una ventana del segundo piso a la calle. Si el plato cae intacto es señal de graves desventuras para la pareja; si, por el contrario, el plato se rompe, los auspicios son favorables para la familia recién formada. Esta superstición tiene diversas variantes, según una de las cuales el novio se debe colocar detrás de la novia y arrojar el plato con trozos de pastel por encima de la cabeza de ella. Los resultados se deben interpretar como en el caso anterior.
En los países del norte de Europa se cortan trocitos del pastel, los cuales posteriormente se hacen pasar por el anillo de bodas. Estos trocitos se entregan a los muchachos y a las muchachas en edad de casarse que asistieron a la ceremonia, quienes los colocarán debajo de su almohada y esa noche soñarán con la persona que será su pareja para toda la vida.
En muchas regiones de Europa, los novios rompen las copas donde han bebido el vino durante la fiesta, lanzándolas hacia atrás por encima del hombro izquierdo para que se estrellen al caer. El sentido de este ritual es que las copas se quiebren en pequeños trocitos de felicidad. La tradición ha sido adquirida en América.
El anillo de bodas representa la unión matrimonial; es la atadura libremente elegida, y siendo el símbolo material más importante del matrimonio, se le han atribuido innumerables supersticiones, tanto buenas como malas.
Si a la novia se le cae el anillo accidentalmente el mismo día de la ceremonia, la pareja se separará tarde o temprano. Esta superstición se puede conjurar si ella de inmediato se lo vuelve a poner en el dedo. También, si se quita el anillo antes de haber tenido su primer hijo, se le augura una vida yerma, infértil. Asimismo, si sueña que su anillo se rompe, significa que pronto enviudará.
Es de muy mala suerte para la novia llorar el día de su boda, pues se atraerá una vida matrimonial llena de lágrimas.
Reza un dicho: “Novia mojada, novia apaleada”. Por eso la ceremonia de bodas se debe realizar siempre en días soleados: nada de lluvia.
Una costumbre de los Estados Unidos, adoptada ya en muchos países de Occidente, indica que durante la fiesta la novia debe lanzar el ramo hacia atrás por el encima de su cabeza. La joven que lo atrape será la siguiente en contraer matrimonio.
Las supersticiones que acompañan a la liga de las medias (liguero) de la novia son diversas. Una de éstas es que el novio debe quitarle la liga a la novia y colocarla en su sombrero; de esta forma asegurará que su mujer le será siempre fiel. Según otra costumbre, la novia debe lanzar la liga por encima de su cabeza —como antes hizo con el ramo—, y el joven que la atrape debe colocarla en la pierna de su prometida para asegurar que siempre habrá fidelidad en su futuro matrimonio. En ciertos lugares se acostumbra que la novia lance su liga, pues el muchacho que la obtenga será el próximo en casarse. En algunas partes de Europa, la recién casada hace volar por los aires uno de sus zapatos en lugar del ramo y la liga.
La novia jamás debe llevar perlas cosidas a su vestido ni como parte de su tocado o joyería, pues, en el contexto de una boda, las perlas simbolizan lágrimas.
El vestido de la novia jamás debe ser visto por su prometido antes de la boda, en especial el día anterior, y menos aún si ella lo lleva puesto, ya que esto augura la peor de las suertes para la pareja.
La novia jamás debe probarse el vestido totalmente terminado antes de la boda. Esto significa que debe evitar ponerse, por ejemplo, el cinturón o la cola del vestido, pues de lo contrario se augura un matrimonio mal avenido. En algunos países se acostumbra que la modista que elaboró el vestido cosa uno de sus cabellos en el dobladillo para atraerle a la pareja la buena fortuna y una larga vida.
Se dice que una dama de honor jamás debe serlo por más de tres ocasiones, pues de lo contrario quedará soltera para siempre.
Un dicho reza así: “Hermana saltada, hermana quedada”, creencia que tiene su origen en la tradición bíblica. En el Génesis, Jacob se enamora de Raquel, hermana menor de Lía. Labán, el padre de ambas, promete a Jacob que le dará a Raquel si trabaja para él siete años. Así lo hace Jacob, y, llegado el día de la boda con Raquel, Labán lo engaña y mete en el lecho a Lía. Luego se excusa con Jacob diciéndole que sus costumbres no le permiten casar antes a la hija menor. Posteriormente, Labán le dará también a Raquel a cambio de otros siete años de trabajo.
La posibilidad de estar casado con dos hermanas simultáneamente fue más tarde prohibida, pero en tiempos de Jacob aún se encontraba vigente. Para contrarrestar la mala suerte de que habla esta superstición, las hermanas mayores no casadas aún deben bailar descalzas en el festejo.
Estas fueron algunas de las principales supersticiones sobre las bodas que se han plasmado a lo largo de la historia. ¿Qué otro tipo de supersticiones te gustaría conocer?
Extraído del libro: “Amuletos y Supersticiones”, Reader’s Digest
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