Piensa como un chiflado: observa, define y recontextualiza un problema
El comportamiento humano es más difícil de cambiar de lo que pensamos. Observa que para modificar hábitos, siempre tienes que cambiar su entorno también.
“Me gustaría tener soluciones mágicas para poder acercarme a cualquier grupo y decir: ‘Aquí están las cinco cosas que deben hacer, y todo mejorará’”, comentó el escritor Stephen Dubner durante un reciente discurso al que asistí.
Después contó algunas historias que les enseñaron a él y al economista Steven Levitt, con quien ha escrito tres libros, una forma diferente de ver el mundo.
Lo que Dubner aprendió fue a “pensar como un chiflado” (Think Like a Freak, título del nuevo libro de este dúo), que significa observar, definir y recontextualizar los elementos de un problema; luego, desechar todos los supuestos, menos éste: “Debe haber una forma de solucionarlo”. Y todas las respuestas, excepto: “No lo sé, pero lo voy a averiguar”.
Para demostrar su punto, Dubner habló sobre la desinfección de manos en los hospitales. Pregunta a una sala llena de personas si se lavan las manos después de ir al baño, y muchas mentirán. ¿Por qué? “La gente responde lo que piensa que uno quiere oír”, explicó Dubner. “Por eso sus respuestas pueden ser muy engañosas”.
Por ejemplo, en un hospital australiano, 73 por ciento de los médicos dijeron que se lavaban las manos antes de atender a los pacientes; sin embargo, una observación in situ mostró que sólo 9 por ciento se las lavaba.
Para mejorar el porcentaje, los administradores del Centro Médico Cedars-Sinaí, en Los Ángeles, probaron todo, desde un recordatorio enérgico (que tuvo nulo efecto) hasta un incentivo de tarjetas de regalo de Starbucks (que a los médicos les encantó, aunque no hizo más frecuente el lavado de manos).
Luego, a una epidemióloga del hospital se le ocurrió una idea totalmente absurda. A la hora del almuerzo hizo que cada administrador —las personas que les estaban diciendo a las demás cómo comportarse— tocara una caja de Petri con la mano. Envió las cajas al laboratorio, donde el análisis reveló la presencia de infinidad de bacterias patógenas.
Un empleado de soporte técnico tuvo la idea de tomar una foto de los microbios para usarla como protector de pantalla en las computadoras de todo el hospital. “De un día para otro, la tasa de desinfección de manos aumentó a casi el 100 por ciento”, afirmó Dubner. Funcionó tan bien, que otros hospitales empezaron a solicitar la foto de las bacterias.
La moraleja de la historia: “El comportamiento humano es mucho más difícil de cambiar de lo que pensamos”, añadió. Para modificar los hábitos de la gente, casi siempre tienes que cambiar algo en su entorno también.
Otro pensador estrafalario, según Dubner, es Takeru Kobayashi, campeón en 2001 del concurso de comer hot dogs del restaurante Nathan’s, en Brooklyn. Ese hombre dividió el acto de comer un hot dog en elementos de consumo eficiente: separar la salchicha del pan, cortarla a la mitad para poder tragarla más aprisa, remojar el pan en agua tibia y convertirlo en una bola para deglutirlo más fácilmente y, por último, dar saltos mientras se come.
Observa que al dividir en partes la acción de comer y recontextualizarla como una competencia en vez de un acto cotidiano, Kobayashi batió el récord anterior del concurso: ¡comió 50 hot dogs en 12 minutos! La clave de su éxito fue comprender la naturaleza del problema y calcular su objetivo no con base en su desempeño previo, sino en el resultado que deseaba.
Con comer 26 hot dogs habría roto el récord, pero los 50 le valieron el reconocimiento mundial.
Dubner señaló que la técnica de Kobayashi también funciona en otras esferas de la vida. Divide un problema en sus elementos básicos y examina cada uno de ellos desde todos los ángulos, sin importar lo extraños que parezcan.
Desafortunadamente, muchas personas y empresas cometen el error de abordar los problemas de manera lineal: prueban una idea durante seis meses para ver si funciona y, si no da resultado, intentan una nueva a lo largo de otros seis meses.
“Experimentar consistiría en reunir a 100 personas y darles seis horas para que aporten su mejor idea”, dijo Dubner; “luego, de esas 100 ideas, eliminar las 90 menos buenas y elegir las 10 que parezcan viables, accesibles y legales, y probarlas todas a la vez de forma aleatoria”. Entonces, quizá te quedes con una genial.