Durante años, viví temiendo que mi abuela conservadora descubriera que era gay. Una vez que lo hizo, la realidad calentó mi corazón.
Durante mucho tiempo en mi familia, supimos que mi abuela se negó a ver el show de Ellen DeGeneres porque ella es lesbiana.
Solía decir: “Que desesperación esa mujer, siendo gay en público de esa manera tan descarada”.
Había un pacto tácito entre toda mi familia para no decirle a mi abuela que yo era lesbiana.
Mi tío dijo en una ocasión: “Ya sabes, ella ya es bastante vieja, así que debes esperar, hasta que muera, sin decírselo“.
Se convirtió en una especie de broma familiar: “¡No le digan a la abuela que Catherine es gay!”
En la universidad, tenía esta pulsera de arco iris que solía quitarme cuando iba a la casa de la abuela, a pesar de que sabía que no entendería lo que eso significaba. A veces, ella entraba en la cocina mientras yo le contaba a alguien una historia sobre la chica con la que estaba saliendo, y yo bajaba el tono y decía: “Es una amiga tan simpática”.
Esta parte del proceso de declararme gay, nunca fue muy liberadora porque guardaba secretos frente a mi abuela.
El desafío de mantener todo oculto para mi abuela siempre me tenía muy nerviosa, ella y yo teníamos eso en común, y ella no era ingenua tratándose de estas situaciones. Se había movido por todo el país para estar con su marido, que murió muy repentinamente. Y ella crió a 12 niños, por sí misma, a pesar de que nunca terminó la escuela.
Yo no quería ser otro de esos desafíos, porque pensé, “tener una nieta homosexual, ¿cómo vas a solucionar eso?”
Siempre que salíamos, yo estaba destrozada. A finales del verano, unos dos años después de haber aceptado mi homosexualidad, estábamos un montón de personas en casa de la abuela, y el verano había sido largo y maravilloso y yo estaba llena de recuerdos de esta nueva mujer con quien estaba saliendo y a quien tanto amaba. Estaba sentada en el porche de atrás, sonriendo y pensando en ella. La abuela vino y se sentó a mi lado, y creo que estábamos hablando de cómo mi hermana menor estaba a punto de obtener su licencia de conducir, y de lo aterrador que era eso.
Fue cuando le pregunté cómo se habían conocido ella y mi abuelo. Es una historia que he oído mil millones de veces, pero me encanta escucharla una y otra y otra vez. Ella sonrió, y estaba hablando de cómo había sido el abuelo en sus 20 años y sobre su cortejo un poco secreto. Básicamente, engañó a un sacerdote para que la preparara para una cena con mi abuelo, lo cual me pareció adorable e hilarante.
Mi abuela tiene grandes historias, pero sobre todo me encanta verla hablar de él. Puedo decir que todavía recuerda exactamente cómo su mano encajaba en la suya y la intensidad de su olor. Olía a tabaco de pipa y menta. Han pasado más de dos décadas desde que mi abuelo murió, y sé que ella piensa en él todos los días. Y ella me hablaba de él en el porche trasero ese día.
Te recomendamos: La diversidad sexual explicada en 3 minutos
De pronto ella dijo: “Él era el mejor hombre que he conocido, así que necesitas encontrarte a alguien así, alguien que te ame y te respete y te diga que eres hermosa. Alguien que llevarías a casa para la cena familiar.
Sin pensarlo, le dije: “Bueno, creo que ya lo he hecho, mi abuela”. Y entonces pensé: “Oh no. Lo dije en voz alta. No sé qué hacer ahora. ¿Que es lo que va a pasar? Soy lesbiana. Ella va a matarme”.
Ella dijo: “¿Es un buen chico?”
Y le dije: “Sí. Es una chica muy agradable.”
Y las dos nos miramos durante mucho tiempo.
No tengo ni idea de lo que estaba pasando por su cabeza, pero la mía iba algo así como: “¿Por qué sigues sentada aquí? ¡Corre! Ella realmente va a matarte.”
Luego se acercó y me dio unas palmaditas en la mano, y me dijo: -“Bueno, dile que venga en cualquier oportunidad, ¿de acuerdo?”
Y yo estaba como, “¿Qué?”
Miré hacia ella, y tenía una sonrisa en su rostro que significaba que ella estaba pensando en mi abuelo. Me miró y dijo: “Eres mi nieta, y te amo tanto. Debes saber que siempre habrá un lugar en mi mesa para ti y para quien ames“.
Quería llorar y abrazarla … y también quería asegurarme de que ella sabía que le estaba diciendo que era gay, como, para ser claras. Pero ella seguía mirándome y dándole palmaditas en la mano, así que le dije: “Gracias”.
Desde entonces, la abuela es la primera en reprender a cualquiera que diga una broma gay.
Mis tíos son en realidad los peores haciendo bromas, y cuando alguien dice, “OK, así que un gay entra en un bar…”, ella es la primera en darles una golpe en la cabeza y decirles que paren.
De vez en cuando, incluso he llegado a ver el show de Ellen en la televisión de la sala de estar.
*Historia contada en vivo en un show en el Fremont Abbey Arts Center en Seattle
Tomado de Readers Digest I Was Afraid to Tell My Grandmother I Was Gay. Her Reaction Left Me Speechless
¿Te ha tocado tener que ocultar algún secreto a tu familia? ¿Cómo lo resolviste?
¿Quieres sentirte más joven y lleno de energía? El calostro bovino puede ser la clave.
Tres expertos veterinarios nos ofrecen algunos consejos para acampar con perros, desde cómo prepararte y…
Descubre por qué no debes quedarte sentado más de lo necesario.
La salud neurológica es una preocupación creciente en todo el mundo, con un notable aumento…
El sueño es un proceso biológico fundamental para la salud física y mental. Cuando este…
Aunque puede ser difícil de describir, este síntoma suele ser la señal de que algo…
Esta web usa cookies.