La inflamación y el dolor en los senos son síntomas que muchas mujeres pasan por alto o atribuyen a causas menores, pero en realidad podrían estar relacionados con una afección conocida como mastitis, una infección del tejido mamario que afecta hasta al 30% de las mujeres lactantes, según la Academia Americana de Médicos de Familia (AAFP). Si bien suele asociarse con la lactancia, la mastitis también puede presentarse en mujeres que no amamantan, especialmente entre los 30 y 50 años, un grupo de edad donde los cambios hormonales y el estilo de vida pueden jugar un papel importante.
¿Qué es la mastitis y por qué ocurre?
La mastitis de la lactancia suele desarrollarse cuando la leche no se drena adecuadamente del pecho, lo que obstruye los conductos galactóforos y favorece el crecimiento de bacterias. Esta infección puede aparecer durante las primeras tres semanas tras el parto y manifestarse con fiebre, dolor localizado, enrojecimiento, e incluso síntomas similares a la gripe. Según un artículo publicado en Mayo Clinic Proceedings, los principales factores de riesgo incluyen saltarse tomas, un mal agarre del bebé al pecho y el uso de sujetadores ajustados.
También existe la mastitis periductal, más común en mujeres que no están en periodo de lactancia. Esta forma puede estar relacionada con el tabaquismo, desequilibrios hormonales o alteraciones en los conductos mamarios, aunque sus causas no están completamente claras, indica el Instituto Nacional de la Salud (NIH).
Síntomas a los que debes prestar atención
La mastitis puede desarrollarse rápidamente. Algunos de los síntomas más comunes incluyen:
Dolor intenso o sensibilidad en los senos.
Hinchazón y calor en el área afectada.
Fiebre y escalofríos.
Bultos dolorosos o zonas enrojecidas en forma de cuña.
Es importante no ignorar estos signos, ya que una mastitis no tratada puede derivar en un absceso mamario que podría requerir intervención quirúrgica.
Tratamiento y cuidados desde casa
En las primeras 24 horas, aplicar compresas calientes antes de amamantar y frías después puede aliviar el dolor y reducir la inflamación. El masaje suave durante la lactancia o extracción también ayuda a liberar los conductos bloqueados. Además, es esencial el descanso, la hidratación y una alimentación balanceada. De acuerdo con la Academia de Medicina de la Lactancia de EE.UU., continuar con la lactancia, incluso del seno afectado, es seguro y puede acelerar la recuperación.
En caso de que los síntomas no mejoren, es crucial acudir al médico. El tratamiento médico incluye antibióticos seguros durante la lactancia, como la dicloxacilina o la cefalexina. Se recomienda el uso de ibuprofeno por su acción antiinflamatoria, siempre bajo supervisión médica.
¿Se puede prevenir?
Sí. La prevención comienza con una buena técnica de lactancia, vaciado regular del pecho, evitar presiones innecesarias (como sujetadores apretados) y buscar asesoría profesional en caso de dolor persistente o problemas de agarre. La Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca la importancia de una lactancia efectiva para prevenir la mastitis y fomentar el bienestar tanto de la madre como del bebé.