En invierno las bajas temperaturas representan un riesgo para la salud y son, en gran medida, las causantes del mayor número de consultas médicas, de ingresos hospitalarios e incluso de las muertes que se producen en esta época del año.
Las enfermedades más frecuentes asociadas a la temporada de frío son las que afectan principalmente a las vías respiratorias como la gripe, la bronquitis, la amigdalitis, la faringitis, así como otras más graves como la neumonía. Sin embargo, también se identifican aquellas relacionadas con los estados depresivos y el estrés.
Los niños y los ancianos son especialmente vulnerables a las bajas temperaturas así como las personas cuyo sistema inmunológico está afectado por padecimientos crónicos u otras causas (desnutrición, alcoholismo, farmacodependencia, situación de calle) ya que tienen menor capacidad defensiva frente a las agresiones externas —viento, frío, lluvia— por lo cual son más propensos a contraer enfermedades.
Es importante mencionar que existe un fenómeno de aclimatación de las personas al entorno en que viven, además de una adaptación fisiológica del organismo. Las características de la vivienda, los hábitos alimentarios, las costumbres sociales, entre otros factores, propician que las bajas temperaturas tengan una repercusión diferente en cada población.
Para vivir un invierno sin mayores consecuencias, el Instituto Nacional de Salud Pública recomienda:
- En invierno el cuerpo requiere más calorías para afrontar el frío, por lo cual es recomendable respetar los horarios de las comidas.
- Una alimentación balanceada, en la que incluyamos alimentos de todos los grupos en cantidades adecuadas, permitirá que nuestro sistema inmunológico funcione correctamente y nos proteja de cualquier agresión debida a los cambios de clima.
- Se deben consumir alimentos con alto contenido de vitamina C, tales como cítricos (limón, naranja, toronja, guayaba, mandarina, fresas, kiwis, entre otros), pimientos y verduras de la familia de las coles.
- Para mantener fuerte nuestro sistema inmunológico resultan muy importantes los minerales, como el selenio, el zinc, el ácido fólico y la vitamina A, así como los ácidos grasos omega 6, que podemos encontrar en una gran variedad de alimentos como las carnes rojas, los granos, los frutos secos, el huevo, el pollo, el hígado, los pescados, las espinacas, las zanahorias, las nueces, el salmón y el queso, entre otros muchos más.
- Las bebidas calientes o sopas, además de proporcionar nutrientes al organismo, mantienen a un nivel estable la temperatura de nuestro cuerpo.
- Debe evitarse el consumo de embutidos, productos enlatados, grasas saturadas y sal en exceso. Entre más natural sea lo que comemos, más beneficios aportará a nuestro organismo.
En el hogar se debe:
- Mantener el control de la temperatura a 22 grados Celsius, sobre todo donde duermen los niños y los ancianos, evitando las corrientes de aire y las pérdidas de calor por puertas y ventanas.
- Tener precaución con las estufas de gas y leña, asegurándose de que funcionen bien (no instalar calentadores en los baños, ni utilizar braceros en el interior del hogar).
- Antes de dormir asegurarse de apagar velas, anafres o fogatas para evitar riesgos de incendio o intoxicación por monóxido de carbono por combustión.
- Ventilar periódicamente la vivienda.
- Procurar no estar sentado o quieto durante mucho tiempo, pues permanecer en actividad genera calor.
- Abstenerse se fumar, o bien, no fumar en lugares cerrados ni cerca de niños, ancianos o enfermos.
- Evita sitios muy concurridos o cerrados y, dentro de lo posible, mantenerse alejados de personas enfermas.