Conocida popularmente como tlacuache, zarigüeya o incluso “zorro de noche”, la Didelphis virginiana es una de las ocho especies de marsupiales parientes lejanos de los canguros y los koalas que habitan en México. Este peculiar animal, a menudo confundidas con ratas debido a su cola prensil y su apariencia general, desempeña un papel fundamental en nuestros ecosistemas. Lamentablemente, su lento desplazamiento terrestre lo convierte en una víctima frecuente de los atropellamientos, lo que pone en riesgo su supervivencia.
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Simulación de muerte
Una de las adaptaciones más llamativas de los tlacuaches es su habilidad para “hacerse las muertas” cuando se sienten amenazadas, un comportamiento conocido como “tanatosis”. Este mecanismo de defensa consiste en una inmovilidad completa acompañada de la liberación de un líquido con olor fuerte a almizcle. Esta técnica, aunque parece simple, resulta muy eficaz para disuadir a depredadores que prefieren presas vivas.
Dieta omnívora y control de plagas
Son animales omnívoros con una dieta que incluye frutas, insectos, pequeños mamíferos, reptiles y carroña. Gracias a esta dieta variada, desempeñan una función de control biológico importante al reducir poblaciones de insectos y roedores, especialmente de aquellos que pueden ser plagas para los humanos. Su adaptabilidad alimentaria les permite habitar desde zonas boscosas hasta áreas urbanas.
Marsupio y cuidado maternal
Como buenos marsupiales, las hembras de tlacuache poseen un marsupio o bolsa abdominal donde crían a sus pequeños. Tras el nacimiento, las crías se alojan en esta bolsa durante sus primeras semanas, obteniendo protección y acceso constante a alimento, lo cual incrementa sus posibilidades de sobrevivencia en entornos difíciles.
Los tlacuaches juegan un papel esencial en la regeneración de los ecosistemas. Al consumir frutos y dispersar sus semillas a través de sus excrementos, ayudan a la propagación de diversas plantas, contribuyendo a la regeneración de áreas naturales. Además, su consumo de carroña evita la acumulación de restos animales, lo cual reduce la propagación de enfermedades en el ambiente.
A pesar de su importancia ecológica, las zarigüeyas enfrentan múltiples amenazas, entre ellas la pérdida de hábitat debido a la expansión urbana, los atropellamientos, y la caza. En algunas áreas, son percibidas erróneamente como plagas y perseguidas, lo que agrava su vulnerabilidad. Sin embargo, en los últimos años, se ha incrementado el reconocimiento de su papel beneficioso en el ecosistema y se han implementado programas de conservación para protegerlas.
Concienciar sobre la importancia de las zarigüeyas es crucial para su conservación. Estos marsupiales no solo son un componente clave de la biodiversidad mexicana, sino que también representan un aliado natural en el control de plagas y en la regeneración de áreas verdes. Aprender a convivir con ellos y a protegerlos es esencial para mantener la salud de nuestros ecosistemas.
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