En el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México habitan al menos 50,000 tipos de bacterias. A esta conclusión llegaron investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tras el constante monitoreo desde 2016 de las 12 líneas de la red.
Si bien los microorganismos encontrados no significan un riesgo sanitario grave, en el contexto de la nueva normalidad derivado de la pandemia del SARS-CoV-2, los usuarios deben estar atentos y cumplir con las recomendaciones de las autoridades de salud, comenta la doctora Mariana Peimbert Torres, profesora del Departamento de Ciencias Naturales de la UAM, quien fue parte del estudio que obtuvo esos hallazgos realizado en 2017 por investigadores de la Unidad Cuajimalpa de la UAM.
El propósito de ese monitoreo fue descubrir qué variedades de bacterias circulan en las instalaciones de dicho transporte. “Cada persona tiene muchos de ellos en nariz, boca o intestino. Somos un saco lleno de microbios”.
La doctora en Ciencias por el Instituto de Biotecnología de la UNAM explica que los seres humanos conviven a diario con bacterias, algo necesario y benéfico.
“Gracias a ellas podemos digerir, por ejemplo, un mole; sin las bacterias no podríamos comer infinidad de cosas y estaríamos indefensos ante gran cantidad de padecimientos, ellas son parte de nosotros” dijo.
El estudio, de reciente publicación, identificó alrededor de 50,000 tipos de microorganismos que habitan de manera normal en gente sana, por lo que no implican un riesgo a la salud humana.
Los investigadores se dieron a la tarea de determinar si las condiciones en cada estación y línea son distintas o parecidas debido a factores como ventilación, luz solar y qué tan concurridas son.
Para este trabajo fueron escogidas 24 de las 195 estaciones de las 12 líneas del STCM. Se incluyeron las de mayor afluencia, así como las terminales y varias de las correspondencias catalogadas entre las más conflictivas en las horas pico.
Aunque cada punto del muestreo y cada estación son diferentes comparten características, pues es una red muy homogénea.
Por ejemplo, 99 por ciento de las bacterias pertenece a 420 géneros que se observaron en el Metro; es decir, solo uno por ciento es distinto en cada lugar y dentro de cada especie y cepa.
“Durante el monitoreo desconocíamos si, metafóricamente, encontraríamos un desierto, una selva, un bosque o un arrecife de bacterias en cada estación, pero hallamos que todas son bosques, no iguales, pero con 420 géneros en la estructura general”, precisó la doctora Peimbert Torres.
En otros países, este sistema de transporte está muy zonificado y con diferencias entre estaciones y líneas respecto del tipo de microorganismos en contraste con el Metro capitalino, donde todo es muy similar.
El principal hallazgo del estudio de la UAM y la UNAM es que las bacterias son comensales y no patógenas, ya que en la relación bacteria-humano no hay perjucio para alguna de las partes.
La mayoría de las bacterias identificadas vive en la piel y no se encontraron enterobacterias, aquellas que se hospedan en el intestino; en algunos casos son patógenas –salmonela– y ninguna pone en peligro a los usuarios.
Sin embargo, algunas bacterias pueden ocasionar enfermedad en quienes tengan lesiones o hayan pasado por una cirugía u otro problema que represente condición de inmunodepresión. A estas se les llama patógenas-oportunistas, porque no dañan a individuos sanos, sino a aquellos con algún padecimiento.
En el contexto de la pandemia del Covid-19, en el Sistema de Transporte Colectivo persisten dos fuentes de contagio: superficies y aerosoles que se emiten al estornudar, hablar, gritar e incluso respirar.
La gente suele tocarse la cara –nariz, boca u ojos– por cualquier motivo y una forma frecuente de infección es tocar superficies contaminadas y después el rostro, por lo que la indicación para los pasajeros es evitar este hábito, usar alcohol gel y lavarse las manos una vez que llegan a su destino.
Contra los aerosoles, “el cubrebocas ayuda, porque limita la dispersión y la posibilidad de contagiar a otros en caso de estar enfermo”, pero es muy importante utilizarlo en forma adecuada, porque si se coloca debajo de la nariz o se levanta para rascar la boca o la nariz no funciona.
Respecto de las acciones del Metro para prevenir la propagación de la enfermedad, la higiene de las instalaciones es crucial, aun cuando “lo es más la conducta de los usuarios” en cuanto a seguir las recomendaciones sanitarias.
Una posibilidad es disminuir al máximo posible los traslados en las llamadas horas pico. Para lograrlo el ingreso a trabajos y escuelas deberían escalonarse.
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