Cuida tu intestino: evita y soluciona problemas al visitar el baño
La angustia y el estrés repercuten en tu intestino. Es por esta razón que algunos sentimientos, como la congoja podría originar cólicos y diarrea.
Para estar sano es fundamental no padecer en el baño. He aquí cómo evitar o solucionar problemas. Existen muchas y muy buenas razones para cuidar de tu intestino. De entrada, adoptar hábitos saludables a fin de evacuar adecuadamente fortalece los músculos pélvicos y acorta el tiempo que requieres pasar en el baño. También previene los accesos de diarrea, el estreñimiento crónico y problemas secundarios, como hemorroides, desgarres de tejidos y deposiciones irregulares.
Muchos de los cambios de estilo de vida que promueven la defecación, como el consumo de fibra y la actividad física, reducen además el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal.
¿Es posible que esté obrando demasiado? ¿Y si mis evacuaciones son muy esporádicas? “Existe una enorme gama de conductas que se consideran normales”, señala Dina Kao, gastroenteróloga de la Universidad de Alberta. Algunas personas van al ‘trono’ tres veces al día; otras, apenas en una ocasión en varias jornadas. Si el excremento muestra un aspecto normal y te sientes bien, la frecuencia de las expulsiones no tiene por qué preocuparte.
Ahora bien, no debes ignorar síntomas como la fiebre, el dolor o la deshidratación. “Si hay sangre, cambios en el patrón de defecación habitual, pérdida de peso o cualquier otro factor preocupante, es necesario acudir a consulta médica”, indica Carlo Fallone, gastroenterólogo del centro hospitalario de la Universidad McGill en Montreal, Canadá.
Te presentamos una guía cuyo propósito es mejorar tus visitas al baño tanto como sea posible.
El alto contenido de sorbitol en algunas frutas deshidratadas —como las ciruelas pasas, los higos y los dátiles— produce un efecto laxante natural. Lo mismo ocurre con la linaza. En este sentido, las peras y las manzanas a veces funcionan. Por otro lado, desayunar estimula la motilidad intestinal, lo cual suele dar lugar a la evacuación.
La fibra dietética es un ingrediente importante de la alimentación y de obrar. Como el organismo no la digiere, se aglutina y ablanda las heces para facilitar su eliminación. La mayoría de la gente consume solo la mitad de la cantidad que necesita de tal componente.
“Si acostumbras comer granos enteros y las frutas y verduras suelen ocupar la mitad de tu plato en cada comida, lo más seguro es que tu ingesta sea la adecuada”, apunta Whitney Hussain de Vancouver, Canadá, nutricionista especializado en trastornos digestivos.
O puedes optar por cereales enriquecidos con fibra. El psyllium es un complemento muy conocido; en cuanto a la inulina, ten cuidado, ya que podría causar dolor o inflamación estomacal. Hussain sugiere incorporar el nutriente a la dieta poco a poco con objeto de evitar distensión abdominal y flatulencias.
“Recomiendo empezar con una porción de alimento rico en fibra y elevar su consumo un poco todos los días. Además, es importante distribuirlo a lo largo de la jornada. Desaconsejo ingerir el aporte total de un solo golpe”.
Si el cuerpo no recibe suficientes líquidos, las heces se secan y se endurecen. Si se te resecan los labios o la boca, si tu orina es muy oscura o si orinas menos de cuatro veces al día, tal vez necesites beber más agua o recurrir a otras fuentes de hidratación, como leche, jugo, sopa o té. La cantidad ideal de líquido varía de persona a persona y depende de factores como la talla y el nivel de actividad física.
Para mucha gente, el café de la mañana desata las ganas de orinar; al parecer, tanto la bebida normal como la descafeinada surten el mismo efecto. En realidad, es probable que sea el agua caliente lo que acelera al sistema.
El café también contiene unos 100 compuestos diferentes; uno o más de estos podría estimular la producción de ácido estomacal y la liberación de hormonas digestivas, lo cual incrementaría el dinamismo en el intestino grueso.
La comida procesada que contiene granos refinados, así como harinas blancas, se conserva en buenas condiciones por más tiempo; sin embargo, no aporta ningún beneficio en lo que respecta a la fibra. Además, contiene más grasa, que suele estreñir. El arroz blanco, a diferencia de la variante integral de grano entero, también produce este problema.
Las bebidas gaseosas pueden causar flatulencias y distensión abdominal; lo mismo sucede con algunos alimentos como la col, la coliflor, la cebolla y las lentejas. “En algunas personas, el alcohol causa malestar estomacal y heces diarreicas”, añade Hussain.
Las golosinas y bebidas dietéticas endulzadas con sorbitol y alditoles, como el xilitol, también pueden hacer que te precipites al baño.
La manera en que comemos es tan importante como los alimentos mismos. No engullas la comida ni bebas con pajilla, solo conseguirás tragar aire, lo cual te producirá flatulencias. Hablar demasiado en la mesa tiene el mismo efecto. Respeta los horarios; posponer una comida o un refrigerio produce distensión abdominal.
Para que tu intestino se mueva, el organismo debe mantenerse activo. El ejercicio físico habitual (caminar vigorosamente a diario, por ejemplo) contribuye a prevenir el estreñimiento. Se cree que entrenar en exceso ocasiona molestias intestinales, como flatulencias y secreciones diarreicas, en algunas personas, en especial si se ejercitan con intensidad a altas temperaturas; no obstante, este fenómeno es inusual.
¿Quieres reducir el riesgo de padecer “diarrea del corredor”, alteración que quizá se deba al movimiento de los órganos internos, a cambios en la circulación sanguínea o a fluctuaciones en las concentraciones de hormonas? No consumas ibuprofeno, barras energéticas ni café antes de correr y evita entrenar con ropa muy ajustada que apriete el abdomen.
La angustia y el estrés repercuten en las deposiciones. El intestino tal cual tiene mente propia: se trata de un revestimiento de millones de células nerviosas que forman el llamado sistema nervioso entérico, estructura diseñada para enviar y recibir señales del encéfalo.
Es por esta razón que algunos sentimientos, como la congoja, originan cólicos y diarrea. Según distintos estudios, adoptar estrategias psicológicas a fin de calmar el estrés atenúa las dolencias intestinales en personas con trastornos como el síndrome de colon irritable. El cerebro de estas personas es más sensible al malestar intestinal, alteración que empeora en situaciones estresantes.
Al parecer, los cambios hormonales también inciden en el intestino. Casi la mitad de las mujeres premenopáusicas que no usan anticonceptivos padecen astricción o diarrea en algún punto del ciclo menstrual. Durante el embarazo, las hormonas atenúan las contracciones musculares.
“Este fenómeno podría estar relacionado con la manifestación del estreñimiento en el tercer trimestre de gestación, una molestia frecuente en muchas pacientes”, explica Geoffrey Turnbull, gastroenterólogo de la Universidad Dalhousie en Halifax, Canadá. Tanto hombres como mujeres experimentamos cambios endócrinos conforme envejecemos; se cree que esto influye en la disminución de la diversidad y solidez de nuestro microbioma al paso de los años.
Si padeces problemas de estreñimiento, te recomendamos utilizar laxantes naturales con objeto de volver a la normalidad. Antes de optar por los productos de la farmacia con la intención de aliviar el malestar en tu intestino, considera modificar tu estilo de vida: eleva tu ingesta de líquidos y fibra, haz más ejercicio y elude los comestibles que entorpecen tu digestión.
“Si nada de esto funciona, tal vez necesites un purgante: complementos de psyllium, emolientes o polietilenglicol”, anota Fallone. “En general, se desaconseja el uso prolongado de agentes que puedan lesionar el colon, como aquellos hechos a base de sen”. Estos productos, que contienen la hoja y el fruto de una planta, estimulan la motilidad intestinal, pero al paso del tiempo hacen que el sistema se habitúe a no desempeñar su función normal. Por esta razón solo debes usar laxantes unos cuantos días.
La diarrea y el estreñimiento suelen encontrarse entre los efectos secundarios potenciales de toda clase de fármacos, desde los antidepresivos hasta los narcóticos pasando por los antihipertensivos. “Si el tratamiento altera la función intestinal, avísale al médico”, sugiere Turnbull.
“Quizá lo mejor sea probar con otro remedio. En ciertos casos, son pocas las alternativas terapéuticas disponibles; no obstante, casi siempre se puede recurrir a otros medicamentos para atenuar los síntomas”.
La salud del intestino es fundamental para la salud en general. Y, recuerda, ante cualquier signo de alarma —en especial, la presencia de malestar generalizado o sangre en las heces— lo mejor es acudir a consulta.