Uno de ellos es aquel que está conformado por trastornos que solo pueden definirse a partir de un déficit cognitivo o conductual.
Algunos ejemplos son el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), el autismo y la dislexia.
En este grupo existe evidencia sólida referente al carácter hereditario, pero todavía se sabe poco acerca de los genes involucrados. Se piensa que estos genes no presentan alteraciones estructurales, por lo que el trastorno es atribuido a una combinación genética desfavorable. A nivel general, estos trastornos se conocen como específicos.
Por ello, la dislexia es un trastorno neurobiológico de tipo específico en el que solo se ve afectado un aspecto cognitivo de quien(es) la padece(n): la habilidad para leer. Esto desemboca en otros problemas, principalmente en la formación y pronunciación de palabras, lo cual se liga a un mermado desarrollo del lenguaje.
Los trastornos específicos como la dislexia comparten características determinadas:
Formalmente, la dislexia no es considerada una enfermedad, porque no se incluye entre las enfermedades codificadas en los manuales diagnósticos y porque la habilidad para la lectura tiene una distribución continua en la población. El límite entre dislexia y no dislexia es simplemente arbitrario o estadístico, pero no categórico.
La escritura, y en consecuencia la lectura, es un invento reciente (alrededor de 5 mil años). Si no existiera la escritura, por ende no existiría la dislexia. De esta manera, la dislexia es más una consecuencia de la cultura y la generalización de la enseñanza.
En cuanto al aspecto biológico evolutivo, la selección natural no ha actuado sobre los genes vinculados a la dislexia, puesto que no se puede pensar que las personas con el trastorno tengan menores oportunidades reproductivas que el resto de la población. Si las personas con dislexia han sido desfavorecidas como individuos, esto ocurre únicamente desde hace pocos años debido a su contextualización negativa dentro de las sociedades modernas.
Los genes vinculados a la dislexia no son genes con una anomalía específica, sino que forman parte de las variantes genéticas presentes en la población general. No existe ‘el gen’ de la dislexia, sino que las personas con la condición presentan una combinación genética que determina la poca habilidad lectora, del mismo modo que otra combinación genética puede determinar una dificultad para cantar, bailar o tocar el violín.
Fuente: International Dyslexia Association
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