Del náhuatl tlaxcalli, que significa “cosa cocida”, la tortilla de maíz es más que un acompañamiento: es historia, cultura y uno de los alimentos más representativos de México.
Está presente en casi todas las mesas del país y no por casualidad.
Según datos de Profeco, cada mexicano consume en promedio 65.8 kilos de tortilla al año, y 83.5% de los hogares destinan parte de su gasto en alimentos a comprarla.
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Así es de nutritiva
Además de su sabor y versatilidad, la tortilla de maíz tiene beneficios nutricionales claros: aporta calcio —clave para huesos y dientes—, vitamina B3 (niacina), fibra que favorece la digestión y genera saciedad, además de minerales como hierro y fósforo.
También es baja en grasa, lo que la convierte en un alimento básico bien equilibrado.
En un entorno donde cada vez más personas buscan alternativas más ligeras sin sacrificar el sabor que tanto disfrutan, han surgido diversas versiones delgadas de sus alimentos favoritos.
Estas opciones mantienen el sabor tradicional que los consumidores aprecian, pero se elaboran con ingredientes que reducen significativamente el aporte calórico.
Así, es posible disfrutar de platillos deliciosos y satisfactorios, al mismo tiempo que se cuida la salud y se busca un estilo de vida más equilibrado. Esta tendencia refleja un cambio en las preferencias alimenticias, donde la calidad y el sabor van de la mano con la nutrición y el bienestar.
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¿Cómo te caerían cuatro tortillas en lugar de una?
La ventaja es simple y práctica: puedes comer hasta cuatro tortillas delgadas y consumir un contenido calórico similar al de una tortilla tradicional, sin sentir que “te estás cuidando”.
Propuestas como las de Susalia, que combinan maíz nixtamalizado con ingredientes como el nopal y la coliflor, apuntan justo a eso: adaptar la tortilla a nuevos estilos de vida, no eliminarla.
Porque el problema nunca ha sido la tortilla, sino los mitos que la rodean.
La tortilla no engorda por sí sola. Forma parte de quiénes somos. Y hoy, simplemente, también puede adaptarse a cómo vivimos.