Ni son de Japón, ni son necesariamente adecuadas para un niño. Por si esto fuera poco, estas adorables tortugas son consideradas una de las especies invasoras acuáticas más peligrosas.
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Seguramente te ha ocurrido o a alguien cercano a ti: la viste en la tienda de mascotas o en la veterinaria, te pareció de lo más lindo y fácil de cuidar y la adquiriste: una tortuga japonesa. Sin saber que ni son de Japón, ni son necesariamente adecuadas para un niño y, por si esto fuera poco, es considerada una de las especies invasoras acuáticas más importantes.
A mí me pasó. La tienda las tenía siempre en una de las primeras peceras del local. Eran notorias por su verde intenso y su movimiento torpe, casi tierno, tan típico de muchos cachorros del mundo animal.
La misma tienda las etiquetaba con su “nombre popular”: Tortuga Japonesa. Su belleza, y también su muy accesible costo de $30 pesos cada una (hoy en día poco menos de 2 dólares) las hacían aún más atractivas.
En una sola pecera, de no más de un metro de ancho y medio de profundidad, se agolpaban 30 o 40 pequeñas tortugas. Algunas exploraban entre las plantas de plástico o las piedras porosas, mientras la mayoría se amontonaba peleando por un espacio en el tronco falso que sobresalía del agua, al centro de su hábitat de cristal.
Era encantador pasar a verlas y si le preguntabas al vendedor (con evidente falta de conocimiento) generalmente te decía que podían vivir muchas tortugas en la misma pecera, y que no crecían “mucho”.
Yo tenía 24 años y ganas de impresionar a mi novia, así que una tarde cualquiera salí de esa tienda con una pecera mediana y 13 (sí… ¡trece!) Tortugas de Orejas Rojas (Trachemys scripta elegans, su nombre científico).
El detalle surtió efecto, pero éste no duró mucho. Las tortugas comenzaron a crecer aceleradamente. Sus cuerpos eran más largos y sus movimientos más finos. Comenzaban a pelear por la comida cada vez con más voracidad, hasta que un día simplemente comenzaron a atacarse.
Empezaban a morderse las extremidades a manera de competencia, de jerarquía. Se rasguñaban seriamente sólo por encimarse, y algunas ni siquiera podían ya subir a la gran roca central que tenían.
La ternura de las tortugas bebé y el ímpetu de venta de una tienda sin ganas de informar la realidad, había llevado al amargo episodio de las 13 Tortugas al fracaso.
La liberación de Tortugas Japonesas es una respuesta rápida para quienes, como yo, fueron presa de compras mal informadas, apresuradas o impulsivas de estas especies, y las consideran un “regalo bonito” para niños, por su pequeño tamaño cuando son juveniles. No en vano ninguna tienda vende tortugas adultas de estas especies, pues los potenciales compradores verían un panorama real y menos atractivo. Pero liberarlas puede ser un peligro.
Hoy en día la Tortuga de Orejas Rojas es considerada una de las especies invasoras acuáticas más importantes.
De acuerdo con la IUCN, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, en su división de especies invasivas, Estados Unidos exportó más de 52 millones de estas tortugas solo entre 1989 y 1997, lo que, sumado a la fortaleza de estas especies para adaptarse a un nuevo medio, las hace un riesgo latente ante las especies nativas de cualquier parte del mundo en donde sean liberadas.
La Ciudad de México es un ejempo de ello: hay un gran número de estas tortugas viviendo en lugares como el Lago de Chapultepec, el Parque Nacional Fuentes Brotantes y los Canales de Xochimilco, en donde además se suma a especies de peces no nativas, como la Carpa y la Tilapia, y están formando un grupo invasor que poco a poco ha ido terminando con especies endémicas muy importantes, como el increíble Ajolote.
Estudios como el difundido por el gobierno mexicano en su portal de biodiversidad, apenas en febrero de 2017, dejan en claro que especies como la tortuga japonesa tienen un potencial muy alto para establecerse como plaga en México y el resto de América Latina, aunque la solución para esto, aún se encuentra en las manos de los mismos consumidores.
Es cierto que son tortugas muy bonitas con un caparazón verde que con el tiempo se torna marrón con manchas amarillas, el plastrón es amarillo con manchas negras y la característica que le da uno de sus nombres, unas enormes manchas rojas detrás de su región auditiva.
Si bien la T. scripta elegans es la más común de esta especie, también tenemos otras subespecies muy difundidas como animales de compañía, entre ellas están la T. scripta scripta y la T. scripta venusta.
Son tortugas muy nadadoras y les gusta salir a tomar el sol descansando en troncos o rocas que sobresalen de los cuerpos de agua, además presentan dimorfismo sexual (diferencias anatómicas visibles entre machos y hembras) muy marcado al alcanzar su madurez, por lo que es fácil saber si se trata de una tortuga macho o hembra.
Los machos presentan una cola ancha y larga, con la cloaca (conductor rectal en los reptiles) más cercana a la punta de la cola y las uñas de las patas delanteras son muy largas, mientras que las hembras tienen una cola chiquita y uñas mucho más cortas.
Debido a su longevidad de hasta 20 años y a su tamaño, el tener estas tortugas implica una gran responsabilidad, que no mucha gente está dispuesta a asumir.
Historias como esta se repiten en los hogares y es importante que comprendamos a este animal que usualmente se tiene como animal de compañía.
Empecemos aprendiendo que, dentro del orden de las tortugas, la familia Emydidae es la más grande y diversa con cerca de 95 especies en 33 géneros diferentes.
Los miembros de esta familia se distribuyen en el Continente Americano, Europa, noroeste de África y Asia. Principalmente habitan en los lagos y ríos, aunque algunas especies lo hacen en aguas pantanosas -como la tortuga espalda de diamante (Malaclemmys terrapin)- y algunas otras son terrestres -como algunas especies de Terrapene-. Su tamaño es tan variable que va de sólo 11 cm a cerca de 60 cm.
Entre aquellas que con mayor frecuencia encontramos en cautiverio están:
La tortuga “pinta” (Chrysemys picta), el género Graptemys, conocidas comúnmente como tortugas Mapa.
Las Tortugas Cooters del género Pseudemys; y…
La Tortuga de Orejas Rojas (Trachemys scripta elegans), también conocida como japonesa, aunque no es procedente de Japón, del género Trachemys, y al que pertenecen las tortugas más populares en América Latina y tal vez en el mundo. Es originaria de Estados Unidos, aunque en la actualidad sí es muy conocida en Asia como animal de compañía.
En Europa se difundió mucho, sin embargo, en la actualidad la subespecie elegans tiene prohibida su introducción y por lo tanto su venta al público, porque ha causado pérdidas de especies nativas al ser liberadas descontroladamente al medio ambiente.
Esto mismo sucede en México y, aunque por ley está prohibido liberar cualquier ejemplar de fauna silvestre sin previo estudio de impacto ambiental y autorización de la SEMARNAT, la falta de cultura ambiental, respeto y cuidado por los animales ha hecho que sea una práctica común.
Evita regalar tortugas de orejas rojas o japonesas a niños o familias que no conocen lo que implica tener un reptil de esta especie. ¡Difunde el riesgo que implica liberarlas y la responsabilidad que conlleva tener una!
Si quieres leer más al respecto, puedes hallar información detallada en los siguientes portales:
http://www.biodiversidad.gob.mx/especies/Invasoras/gef/pdf/1.1-4-analisis-riesgo-tortugas-informe-final.pdf
http://www.iucngisd.org/gisd/species.php?sc=71
Agradecemos la colaboración del MVZ Mtro. Miguel Ángel Galindo, para la realización de está investigación. Especialista en fauna silvestre, lo puedes contactar en galindo@comunidad.unam.mx
El autor es Paco Colmenares, Periodista, Productor e Investigador especializado en fauna silvestre y animales de compañía desde hace más de 10 años. Egresado de la UNAM, hoy dirige RedAnimalia.com. Síguelo en: @pacocolmenares
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