Trump quiere el Nobel de la Paz 2025: ¿realmente lo merece?
El actual presidente estadounidense insiste en que ha hecho méritos suficientes para recibir el galardón, y ya acumula apoyos internacionales. Pero, ¿qué dicen los expertos?
Donald Trump lleva años diciendo que merece el Premio Nobel de la Paz. Desde su primer mandato como presidente de Estados Unidos, ha insistido en que sus intervenciones en conflictos internacionales deberían ser reconocidas con el galardón más prestigioso del mundo en materia de paz.
Aunque ha sido nominado varias veces desde 2016, el Comité Nobel nunca le ha concedido el premio. Sin embargo, en este 2025, con la fecha de anuncio cada vez más cerca (10 de octubre), Trump vuelve a posicionarse como candidato y cuenta con el apoyo oficial de al menos cinco gobiernos extranjeros.
Según los estatutos del Comité Nobel, pueden presentar candidaturas gobiernos, miembros de parlamentos nacionales, universidades, académicos y antiguos laureados. Las nominaciones para el premio de este año debieron realizarse antes del 31 de enero de 2025.
En el caso de Trump, su nombre ha sido propuesto por:
Trump ha dicho en repetidas ocasiones que Barack Obama no merecía el Nobel recibido en 2009, insinuando que su sucesor no ha hecho tanto por la paz como él.
En octubre pasado, durante un acto en Detroit, declaró:
“Si yo me llamase Obama, me entregarían el Premio Nobel en diez segundos”.
Y en febrero, junto al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, volvió a insistir:
“Nunca me darán el premio Nobel. Es una pena. Lo merezco, pero nunca me lo darán a mí”.
Trump ha citado cinco conflictos internacionales en los que, según él, ha jugado un papel crucial para frenar la violencia o facilitar acuerdos:
En varios de estos casos, su participación consistió en facilitar reuniones, ofrecer escenarios simbólicos (como la Casa Blanca) o hacer declaraciones públicas que presionaban a una de las partes.
En el caso de Israel e Irán, por ejemplo, Trump habría influido en el cese al fuego gracias a su cercanía con el gobierno israelí, según el analista Michael Hanna, del grupo internacional Crisis Group.
Los expertos no lo ven tan claro. Según Hanna, aunque Trump ha mostrado capacidad para influir en ciertos conflictos, su estilo de “diplomacia transaccional” levanta dudas sobre la verdadera intención de sus intervenciones.
En el conflicto entre la República Democrática del Congo y Ruanda, por ejemplo, la ceremonia de paz se realizó en la Casa Blanca, pero varios analistas señalan que detrás hay intereses económicos relacionados con los minerales raros, muy codiciados por EE.UU.
Lo mismo ocurrió con Ucrania y Rusia: Trump presionó al presidente Zelenski para aceptar condiciones favorables a Moscú, lo que finalmente no prosperó por las demandas excesivas de Putin.
En Gaza, su propuesta de “autoexilio” para los palestinos y la idea de construir una “riviera” financiada por inversionistas inmobiliarios levantó críticas por su falta de viabilidad y sensibilidad.
Trump se ha descrito a sí mismo como un negociador nato, capaz de lograr lo que otros no han conseguido. Pero los expertos señalan que su motivación principal parece más personal que humanitaria.
Michael Hanna resume:
“Se percibe a sí mismo como el único que puede resolver conflictos. Pero también está el interés político y económico detrás de muchas de sus acciones”.
Donald Trump quiere el Premio Nobel de la Paz 2025, y ha hecho todo lo posible para posicionarse como candidato. Tiene el apoyo formal de gobiernos y legisladores, y una narrativa construida sobre su papel en diversos conflictos.
Pero ¿es suficiente para ganar? El Comité Nobel no se deja influenciar por campañas públicas o celebridad. Su decisión se basa en contribuciones reales y duraderas a la paz.
Y aunque Trump insiste en que lo merece “más que Obama”, el 10 de octubre se sabrá si Oslo está de acuerdo.