A veces tu cerebro necesita ayuda para guardar mejor la información
Es muy fácil ayudar a tu cerebro, puedes beber café para fortalecer tu memoria de largo plazo o escribir a mano para aprender nueva información.
Aunque los avances tecnológicos nos han permitido prescindir de algunas habilidades ya obsoletas, cuando se trata de aprender nueva información, escribir a mano es mucho más eficaz para nuestro cerebro que presionar teclas.
Según un estudio publicado en la revista Advances in Haptics, realizado por un investigador de la Universidad de Stavanger, en Noruega, y un neurofisiólogo de la Universidad de Aix-Marsella, en Francia, el acto físico de escribir a mano activa los centros sensomotores y del lenguaje del cerebro.
La memoria motora interviene en el reconocimiento de palabras en una página por medio de la vista, lo que significa que lo que escribimos probablemente deja una impresión visual duradera en el cerebro.
Escribir “Comprar pechugas de pollo” en una lista en papel te lleva más tiempo que, por ejemplo, pulsar el icono de un pollo en tu smartphone, pero esa diferencia de tiempo podría mejorar tu retentiva. Al parecer, por eso tu maestra de segundo grado te dejaba de tarea ¡escribir planas!
Añade esto a la larga lista de razones por las que fumar es muy dañino para la salud: puede afectar la parte del cerebro esencial para el aprendizaje consciente.
En un estudio publicado por la Universidad de Edimburgo y el Instituto Neurológico de la Universidad McGill, unos investigadores analizaron imágenes de resonancia magnética recientes del cerebro de más de 500 sujetos, todos los cuales habían sido examinados de niños, en 1947. Observaron que los fumadores tenían una corteza cerebral claramente más delgada que la de los que no fumaban.
“La corteza del cerebro interviene en todo lo que requiere un proceso cognitivo superior, como la atención, el razonamiento matemático y lógico, y la capacidad de realizar varias tareas a la vez“, explica el director del estudio, Sherif Karama, profesor de psiquiatría en la Universidad McGill.
“En la vejez, los fumadores terminan con un menor nivel de habilidades cognitivas que los no fumadores”. Pero no todo está perdido: si una persona deja de fumar, su corteza cerebral empieza a repararse.
“Por cada 7,000 cigarrillos que haya fumado (poco más de una cajetilla al día durante un año), necesita dejar de fumar casi un año para que esa zona se recupere”, añade el profesor. “Pero si la persona deja de fumar por muchos años, su corteza puede volver al nivel que corresponde a su edad cronológica”.
Según un estudio reciente, beber café parece fortalecer la memoria de largo plazo. Científicos de la Universidad Johns Hopkins publicaron los resultados de un experimento en el que la mitad de los sujetos recibió un placebo y la otra mitad 200 miligramos de cafeína (el equivalente de una taza de café cargado) justo al terminar de examinar una serie de fotos.
Al día siguiente, luego de mostrarles otra serie de imágenes, el segundo grupo se desempeñó mucho mejor que el primero en el reconocimiento de detalles similares (pero no idénticos) entre ambas series de fotos.
Esa habilidad, conocida como separación de patrones, indica “un nivel más profundo de retentiva”, dijeron los investigadores. Así que cada vez que aprendas algo nuevo, harás bien en tomar una buena taza de café para ayudar a tu cerebro.
Mucha gente cree que la manera más eficaz de mejorar la habilidad de leer es pronunciar en voz alta las sílabas de las palabras. Pero según un reciente estudio publicado en The Journal of Neuroscience, parece que el cerebro asimila nuevas palabras principalmente de modo visual.
Investigadores del Centro Médico de la Universidad Georgetown, en Washington, D.C., les mostraron 150 grupos de letras sin sentido a 25 personas y les pidieron que las memorizaran.
Al principio los sujetos retuvieron muy pocos de esos grupos de letras, pero luego los científicos, usando imágenes de resonancia magnética, observaron que mientras las personas intentaban memorizar los datos, la región de su cerebro vinculada con la forma visual de las palabras se activaba: empezaron a interpretar los grupos de letras sin sentido como si fueran palabras.
Maximilian Riesenhuber, director del estudio, señala que este hallazgo parece indicar que los humanos responden menos a los sonidos que a las imágenes. “A la región de la forma visual de las palabras no le importa cómo suenan estas, sino cómo se ven juntas las letras que las conforman”, añade.
¿La conclusión? En vez de pronunciar repetidas veces en voz alta las sílabas de las palabras, podría ser más útil tomar fotos mentales de los nombres, los adjetivos y los verbos a fin de asimilar su significado.
Hace miles de años a los humanos les iba bastante bien, pero no fue hasta que se establecieron a la orilla de los grandes ríos cuando las civilizaciones empezaron a florecer. Piensa en el antiguo Egipto, Mesopotamia y el valle del Indo.
“El ser humano se volvió mucho más inteligente y hábil al vivir cerca de los ríos, señala el doctor Cyrus Raji, radiólogo de la Universidad de California en Los Ángeles. Así que no sorprende que, en un estudio publicado en el American Journal of Preventive Medicine, Raji y sus colegas hayan descubierto que comer pescado puede aumentar el tamaño físico del cerebro.
Tras examinar a 260 sujetos de entre 75 y 79 años sin defectos cognitivos, los investigadores observaron que el hipocampo —el centro de aprendizaje del cerebro— de los que comían pescado horneado o asado una vez a la semana era 14 por ciento más grande que el de aquellos que no lo comían.
Los ácidos grasos omega 3 presentes en el pescado también mejoraron el funcionamiento de las neuronas en el lóbulo frontal del cerebro, una zona crucial para funciones ejecutivas como la memoria de corto plazo y la planificación de tareas.
“Si uno tiene neuronas más grandes, más fuertes y mejor interconectadas, estas células harán su trabajo más eficazmente“, afirma Raji. La mayoría de los pescados y mariscos son ricos en ácidos grasos omega 3; complementa el atún con salmón, ostiones, truchas y sardinas.
El pescado tal vez sea el secreto para tener un cerebro más desarrollado, pero la variedad sigue siendo la sal de la vida.
Cuando se sufre una lesión cerebral grave, hasta las tareas más sencillas, como caminar o llevarse la comida a la boca, pueden exigir esfuerzos titánicos. No obstante, estudios recientes indican que ciertos pasos sencillos, literalmente, podrían ayudar a la gente inmovilizada a andar otra vez.
En un estudio del Instituto Kennedy Krieger y la Universidad Johns Hopkins, ambos de Baltimore, Maryland, se pidió a los sujetos que alternaran su estilo de marcha habitual con otros más complicados en una caminadora.
Los participantes que usaron una máquina que alternaba entre caminar a velocidad constante y a diferentes velocidades recuperaron la movilidad en menos tiempo que aquellos cuya caminadora funcionaba por sistema a velocidades distintas.
Así que si llegas a verte en una situación en la que tengas que aprender de nuevo movimientos básicos, la clave puede estar en la alternancia al azar. Enterarse de esto sin duda alegrará a las personas que en estos momentos se están sometiendo a rehabilitación física postraumática.
Los adolescentes de hoy son capaces de actualizar su perfil de Facebook, enviar mensajes de texto, publicar fotos en Instagram y hablar con sus amigos en persona al mismo tiempo, pero a los adultos mayores les cuesta mucho trabajo realizar varias tareas a la vez si hay ruido ambiental.
Un estudio reciente del Instituto de Tecnología de Georgia demostró los efectos aturdidores de la música a volumen alto en la memoria: los participantes, todos ellos adultos mayores, recordaron 10 por ciento menos nombres cuando los investigadores les mostraron rostros de personas.
Nuestra memoria asociativa tiende a mermar con la edad, pero al oír música a volumen alto el cerebro puede embotarse seriamente. Aunque la música clásica y el jazz suave pueden ayudar a que te relajes mientras lees, no te facilitarán las cosas cuando trates de recordar si el cuñado de tu hermana se llama José o Josué.
El hipocampo es determinante para el aprendizaje de conceptos nuevos, y es también una de las dos únicas estructuras del cerebro donde se generan neuronas en la edad adulta. El ejercicio aeróbico no solo estimula la formación de nuevas células cerebrales, sino que, además, cuando se realiza sobreviven más neuronas.
El hipocampo también está asociado con la imaginación. Cuando fortaleces esa estructura a través del ejercicio físico, mejoras un componente esencial del acto creativo y comienzas a pensar con más originalidad.
Hacer más ejercicio mejora nuestra atención. Si no puedes concentrarte, es posible que no seas capaz de recordar cómo poner en práctica una habilidad recién adquirida.
No necesitas volverte un triatleta. A algunas personas les basta hacer ejercicio moderado dos veces a la semana por ocho semanas para activar su cerebro y sentirse llenas de ánimo.
Amplía tu idea de lo que es el ejercicio. Recorrer las calles a pie (para ir a la escuela, al trabajo o de compras, por ejemplo) es un buen ejercicio aeróbico, como también lo es bailar. Realizar las tareas de la casa a velocidad moderada es un excelente ejercicio, y tardarás menos tiempo en terminarlas.
Wendy Suzuki da clases en la Universidad de Nueva York y es autora del libro Healthy Brain, Happy Life (“Cerebro saludable, vida feliz”).