Un ángel entre la pólvora de Tultepec
Ruth jamás imaginó que tan pronto tendría que devolver un poco de lo mucho que la pirotecnia le ha dado. Era el martes 20 de diciembre de 2016. Ruth Jazmín Sotelo González estaba viviendo...
Era el martes 20 de diciembre de 2016. Ruth Jazmín Sotelo González estaba viviendo una de las tantas situaciones críticas que se suscitan a diario en las salas de urgencias de los hospitales mexicanos. En su carácter de residente en el Hospital de la Mujer, ella y otra colega por fin lograban detener un sangrado obstétrico que ocasionó que una madre perdiera 20 litros de sangre.
“Apenas estaba recobrando la calma cuando alguien me dijo que si ya sabía que algo había explotado en mi pueblo”. Ruth, oriunda de Tultepec al igual que toda su familia, está acostumbrada a esas noticias. “Por la forma en que me lo dijeron pensé que no era grave, que tal vez había sido un taller” cuenta a Selecciones.
Pero la explosión no sólo fue fuerte sino que se convirtió en la más mortífera en la historia de Tultepec, el corazón de la pirotecnia en México desde el siglo XIX.
Seis explosiones ocurridas a las 14:30 devastaron buena parte del mercado conocido como San Pablito, ubicado en el centro de Tultepec. En 300 puestos laboraban miles de personas en una de las semanas de mayor venta del año. Se estima que ese día había unas 300 toneladas de pirotecnia.
“Cuando supe que fue el mercado imaginé lo peor así que salí corriendo del hospital”
Ruth se preocupó más cuando supo que la explosión había sido en el mercado, un referente a nivel internacional en la producción y venta de fuegos pirotécnicos, que recibe compradores de todos los puntos del país.
“Cuando supe que fue el mercado imaginé lo peor así que salí corriendo del hospital” recuerda Ruth, quien se sorprendió de lo fácil que fue llegar a su domicilio. “Pensé que habría bloqueos, calles cerradas, tráfico, pero no fue así”.
Su familia estaba sana y salva pero el cuadro en su hogar era desolador. “Presencié escenas de pánico, estrés postraumático, llanto, tristeza, miedo; poco a poco la casa se iba llenando de personas a quienes les dábamos atención médica”.
Algunos de sus familiares y vecinos, aún conmocionados, regresaron a San Pablito a sacar cuerpos, a subir a personas a las ambulancias, a paliar un poco la desesperación de sus paisanos. “Es la mayor tragedia que nos ha tocado vivir” dice Ruth bajito.
Llegó la hora
Ruth observó a su familia y supo que así como estaban ellos de dañados estaba toda su comunidad. Dimensionó la magnitud del daño y pensó que la ayuda del gobierno tal vez no bastaría, así que de inmediato se dio a la tarea de correr la voz para sumar manos a su causa.
“Convoqué a los profesionistas de mi comunidad, paramédicos, enfermeras, psicólogos, terapistas físicos, a apoyar de manera gratuita a quienes no estaban en los hospitales y tenían daños menores” cuenta.
Fue así como en la Concha Acústica, un sitio de reunión en pleno centro de Tultepec, Ruth y unas 50 personas más implementaron un módulo para atender a quienes habían sufrido algún daño.
Algunos de sus familiares y vecinos, aún conmocionados, regresaron a sacar cuerpos, a subir a personas a las ambulancias
En pocas horas el sitio se convirtió en un punto de sanación, pues además de la brigada de Ruth ahí se instalaron psicólogos, médicos, abogados, voluntarios. La gente de Tultepec estaba herida pero no sola.
Y fue así como Ruth mejoró vidas, algo en lo que no es ninguna improvisada.
En 2012, junto con otros 15 pasantes de medicina, ganó el premio ‘Gustavo Baz Prada’ que otorga la Universidad Nacional Autónoma de México a los estudiantes que con su servicio social impactan positivamente a una comunidad.
Ruth realizó el servicio social en la Montaña de Guerrero, quizá la zona más pobre y marginada del país. Ahí la joven de ahora 28 años participó en una investigación sobre mortalidad infantil y materna.
“Por primera vez la UNAM organizó una brigada de pasantes de medicina para hacer su servicio social en comunidades en las que nunca había habido un médico, y fue en Guerrero, el estado con más muerte materna del país, y queríamos abatir ese problema” cuenta con orgullo.
Para el quinto año de la carrera Ruth eligió un hospital de Oaxaca. “Desde que inicié la carrera quise apoyar a las comunidades indígenas”. Para llevar a cabo ese sueño, Ruth aprendió a hablar náhuatl.
Ahora Ruth realiza la especialidad en Ginecología en el Hospital de la Mujer en la Ciudad de México. Su compromiso sigue siendo ayudar a los más necesitados, quienes, tristemente, ahora son sus paisanos.
“Esto es una gran tragedia, y lo peor es la carga emocional. Hay gente que se la pasa llorando, que no come, que se desmaya, que tiene pesadillas, que no duerme”.
Algunas familias están a la espera de los resultados de ADN de restos humanos. Tal vez en un mes sepan si ese trozo de carne perteneció a alguno de sus familiares.
“Hay familias que perdieron a casi todos sus miembros, otras perdieron a su familia y todo su patrimonio”.
Mi familia es artesana pirotécnica y todo lo que he logrado se los debo a mis padres. Cada peso invertido en esta carrera se lo tengo que agradecer a la pirotecnia
En Tultepec nadie quedó ileso. “Mi familia está bien pero también perdí personas con quienes crecí, gente que era parte de mi vida. Es muy difícil”.
Ruth no podrá olvidar cómo de algunas casas salían tres, cuatro, cinco ataúdes. Y lo peor aún está por llegar. “La ayuda fue inmensa, mucha gente apoyó, pero viene lo más difícil, que es enfrentarse a tantas pérdidas”.
Por lo pronto Ruth Jazmín seguirá dedicando su tiempo a ayudar. “Tengo muy claro que es mi deber regresarle a mi pueblo todo lo que me ha dado, por eso estudié medicina, algunos de los que estudian medicina dicen que lo hacen para salvar vidas y cuando están frente a una tragedia no hacen nada, así que yo trato de ser congruente”.
“Mi familia es artesana pirotécnica y todo lo que he logrado se los debo a mis padres. Cada peso invertido en esta carrera se lo tengo que agradecer a la pirotecnia, la fuente de trabajo de casi todas las familias de Tultepec; infinidad de las carreras universitarias que tenemos quienes ahora estamos en las brigadas han salido de la pirotecnia” termina resuelta.
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Por Eliesheva Ramos