Muchos estudios demuestran que bajar aunque sea sólo dos kilos es una forma eficaz de controlar la glucosa en la sangre y reducir el riesgo de contraer diabetes tipo 2.
Lo irónico es que parece ser más difícil adelgazar si ya se padece este mal. La causa no es sólo falta de fuerza de voluntad.
Muy a menudo las dietas no les dan resultado a las personas con diabetes porque los cambios metabólicos asociados con el exceso de glucosa pueden aumentar el apetito, frenar la quema de grasas y estimular su almacenamiento.
Un estudio innovador reveló un mejor método para bajar de peso y reducir la resistencia a la insulina. La clave es lo que se ha llamado “ayuno intermitente”.
Esta dieta revolucionaria, ideada por investigadores británicos, limita mucho la ingestión de calorías dos días a la semana, pero permite porciones mayores el resto del tiempo. Mujeres que seguían esta dieta eliminaron casi el doble de grasa que las que restringían las calorías a diario.
En tres meses disminuyeron en 25% la resistencia a la insulina en los días de no ayuno, y la inflamación en 8%, comparadas con las que se sometieron a una dieta constante. Para acelerar la quema de grasas, haz dos comidas bajas en calorías a la semana.
Esta dieta es eficaz porque contrarresta los efectos de la “diabesidad”, la combinación de exceso de glucosa en la sangre y exceso de grasa corporal.
Basta un poco de sobrepeso para que la propensión hereditaria a las disfunciones metabólicas desate una serie de trastornos, entre ellos colesterol alto, hipertensión, enfermedades inmunitarias y desequilibrios hormonales.
Este cúmulo de males se debe a un estilo de vida moderno que no corresponde a nuestra herencia biológica.
Según los científicos, como el ser humano evolucionó en épocas alternas de hambre y abundancia, muchos heredamos genes “ahorrativos” que nos hacen conservar la energía (acumular reservas de grasa) cuando las calorías escasean, y almacenarla con rapidez (dilatar las células adiposas) cuando la comida abunda.
Hace miles de años las personas bien dotadas de genes ahorrativos tenían muchas más probabilidades de sobrevivir y transmitirlos a sus descendientes.
Sin embargo, nuestros cuerpos ahorrativos no afrontan hambre hoy día, sino abundancia, lo que dificulta mucho mantener un peso saludable.
Basta engordar un poco para que se presenten los primeros signos de la diabetes y obesidad y sea casi imposible detener el proceso.
Nuestro tejido adiposo contiene abundantes moléculas inmunitarias llamadas citoquinas, que reaccionan al exceso de grasa como si fuera una infección.
Esto inicia un proceso que parece embotar la sensibilidad del cuerpo a cuatro hormonas clave: la insulina, que estimula a las células a absorber la glucosa de la sangre; el cortisol (una de las hormonas del estrés), y la leptina y la grelina, que regulan el apetito.
Los investigadores suponen que el ayuno intermitente reduce o suprime la inflamación y normaliza la función de las hormonas clave. Parece que al corregir el desequilibrio metabólico, el ayuno intermitente previene y controla la diabetes mejor que otras dietas.
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