Una mejor vida para los niños

Scott Neeson cambió una brillante carrera en la meca del cine por ayudar a los más pobres de Camboya.

Los niños de este barrio pobre de Phnom Penh repleto de basura se alegran mucho cuando lo ven. 

—¡Papá Scott! —gritan mientras corren hacia Scott Neeson, de 1.83 metros de estatura. Le agarran las manos, le jalan el pantalón o intentan subirse a sus brazos.

Otros chicos y adultos le dicen “¡Hola!” Muchos inclinan la cabeza y juntan las manos: el saludo tradicional camboyano. Unos minutos después de entrar al húmedo, oscuro y atestado barrio de Steung Meanchey, Neeson, de 55 años, parece un flautista de Hamelín moderno, rodeado por un enjambre de niños, casi todos descalzos y vestidos con ropas sucias y harapientas.

El suelo está cubierto de comida en descomposición, bolsas de plástico desperdigadas, botellas rotas y otros desperdicios. El aire es fétido y sofocante. Estas endebles casuchas, hechas con trozos de madera, hojalata y lonas, albergan a miles de los camboyanos más pobres. La mayoría sobreviven reciclando basura de la ciudad; otros son inmigrantes del campo y no han logrado conseguir empleo en la capital. Muchos, como los tres hombres sentados cerca de mí con rostro inexpresivo, son alcohólicos o drogadictos.

Neeson hace esta visita casi todas las noches. Es su manera de estar pendiente de las familias de los más de 2,000 menores de edad a quienes su organización benéfica, el Fondo para los Niños Camboyanos (CCF, por sus siglas en inglés), de 10 años de antigüedad, ofrece apoyo, escuela, comida y vivienda. Los residentes le piden ayuda todo el tiempo. La madre de un bebé recién nacido necesita comida para su familia. Otra le pide dinero para comprar arroz. Un padre dice que su hijo está muy enfermo, y Neeson le promete arreglar una visita al hospital.

Neeson, quien nació en Australia, conoce bien este barrio. Lo vio por primera vez hace 11 años, cuando era un exitoso ejecutivo en Hollywood, vicepresidente de mercadotecnia en Sony Pictures, y tenía un sueldo millonario, una mansión de ensueño, un auto de lujo, un yate y amigos famosos. “Pero algo me faltaba”, dice, de pie frente a una choza, donde una mujer de cabello entrecano y sin algunos dientes le lanza una enorme sonrisa. “No me sentía realmente feliz ni realizado”. 

Se tomó un descanso para hacer un viaje en motocicleta por Asia de seis meses de duración. Su primera (y última) parada fue en Camboya. Lo que vio allí le cambió la vida. “Nunca había visto tanta pobreza”, dice al recordar su primera visita al barrio de Steung Meanchey, un antiguo basural actualmente cerrado. “Ni siquiera podía imaginarla”. Observó cómo cientos de camboyanos hurgaban en una montaña de desperdicios en busca de objetos que pudieran vender a los recicladores. Lo que más lo impresionó fueron los niños: sucios, andrajosos, la mayoría descalzos y cubiertos de llagas. Ninguno de ellos sonreía.

Horrorizado, vio a estas personas (entre ellas niños pequeños) correr detrás de una larga fila de camiones de basura que llegaban al tiradero, y disputarse un lugar a empujones mientras los enormes vehículos se detenían y descargaban los desperdicios. “Me pareció estar viendo el infierno”, recuerda Neeson.

Se prometió ayudar a toda esa gente. Volvió a Hollywood, y a través de un amigo camboyano empezó a enviar dinero a varias familias de Steung Meanchey para que mandaran a sus hijos a la escuela. Pero no podía apartar de su mente la escena de los niños en el basural. “Tenía que hacer más”, dice. En el transcurso de un año dejó su empleo, vendió todas sus pertenencias y regresó a Phnom Penh. Usó sus ahorros para crear el CCF y brindar educación, vivienda y comida a unos 45 niños; al final del año ayudaba ya a un centenar. 

Un año después, eran 200. Hoy día el CCF ayuda a más de 2,000 niños, tiene casi 500 empleados, da servicio en ocho edificios y dirige una amplia variedad de programas.

Neeson y el CCF no adoptan niños. Sencillamente establecen acuerdos con sus padres para darles casa y comida y complementar su educación en la escuela pública; por ejemplo, con clases de inglés y computación. El CCF también ofrece orientación vocacional a estudiantes y padres jóvenes, y cuenta con una guardería, un albergue para niños maltratados o en riesgo, una enfermería, un programa de maternidad y un programa de apoyo comunitario.

Todos los años Neeson logra reunir poco más de 5 millones de dólares para el CCF mediante incansables colectas entre personas de todo el mundo. Magnates como el empresario Sumner Redstone, propietario de Viacom y de CBS Corporation (quien ha donado más de 4 millones de dólares), el reconocido director y productor de cine Roland Emmerich, y la actriz Heather Graham ayudan generosamente al CCF. Tras enterarse de la labor altruista de Neeson, un filántropo australiano donó cerca de un millón de dólares.

Neeson necesita viajar a menudo para recaudar fondos, pero se siente más feliz cuando está de visita en Phnom Penh y atestigua los cambios que el CCF está produciendo en la vida de la gente beneficiada. Conoce a todos los niños que reciben ayuda de su organización. Luego de nuestra caminata por Steung Meanchey, me presenta a Ang Srey Mom, una joven a quien conoció en 2009 y cuyo caso constituye una de las numerosas historias de éxito del CCF.

Esta alegre mujer de ojos brillantes, hoy día de 21 años, me cuenta que abandonó la escuela cuando iba en tercer grado de primaria, y que Neeson le ofreció un lugar en su organización después de conocerla en el basural. Ang ahora habla inglés con soltura y lo enseña a niños del CCF. Recientemente se graduó de una escuela vocacional y organizó un desfile de modas en una fábrica de ropa en Bangladesh. Está en vías de convertirse en diseñadora de modas. “Scott me cambió la vida”, afirma. “Me dio un sueño”. 

En 2013, los primeros alumnos egresados de la escuela de bachillerato del CCF empezaron a estudiar en la universidad, toda una proeza en Camboya. Estos “futuros líderes” enorgullecen a Neeson. “Mi mayor ilusión es ver a estos chicos prosperar y devolver algo a sus familias, a su comunidad y a su país”, dice.

Gracias a este ex ejecutivo de Hollywood, que vio un problema y se propuso ayudar, esos jóvenes están en camino de lograrlo.

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