¿Usarías desinfectante como medicina? Pues aléjate del dióxido de cloro
El dióxido de cloro fue difundido en varios países europeos como cura ‘milagrosa’ para enfermedades como autismo, cáncer, VIH/SIDA y hepatitis.
La COFEPRIS carece de evidencia científica que determine el uso del dióxido de cloro para el tratamiento de ninguna enfermedad, mucho menos la Covid-19. Antes de la aparición de la pandemia esta sustancia ya fue difundida en varios países europeos como cura ‘milagrosa’ para enfermedades no relacionadas entre sí como autismo, cáncer, VIH/SIDA y hepatitis.
Ante la difusión reiterada en los medios de comunicación y las redes sociales sobre el uso del dióxido de cloro es fundamental realizar una aclaración oportuna y respaldada, con base en evidencia documentada, a la población general.
El dióxido de cloro es un gas de color amarillo o amarillo-rojizo usado como blanqueador en la fabricación de papel y en el proceso de tratamiento de agua. Al entrar en contacto con el agua reacciona para formar iones clorito. Ambas sustancias químicas son altamente reactivas.
Su ingesta tiene diversos efectos secundarios entre los que destacan
La Organización Panamericana de la Salud, Autoridades Sanitarias de diversos países y la Comisión Federal para la contra Riesgos Sanitarios suman esfuerzos para prevenir el uso de productos a base de dióxido de cloro, clorito de sodio o sus derivados, así como la presentación denominada ‘Solución Mineral Milagrosa’ (SMM, MMS o CDS).
Tales productos, informó la COFEPRIS en un comunicado, se comercializan de manera irresponsable para la prevención y el tratamiento de diversas enfermedades entre ellas, cáncer y Covid-19.
Esas mercancías se pueden encontrar a la venta ilegalmente en internet y en algunos establecimientos de atención médica y cuyo principal uso es como desinfectante industrial.
La COFEPRIS no ha autorizado ningún registro sanitario de medicamentos que contenga en su formulación la sustancia denominada dióxido de cloro, clorito de sodio o sus derivados, por lo que su uso representa un riesgo a la salud, al desconocer la calidad de los insumos, las condiciones de fabricación, almacenamiento y distribución.
Actualmente no se cuenta con estudios que evalúen su seguridad y efectividad; y no hay protocolos de investigación registrados que avalen su uso clínico.
El Comité Científico Nacional Covid-19, del Ministerio de Salud de Bolivia recordó que respecto a la dosis la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos definió un nivel máximo de 0,8mg/L como dosis máxima, pero una simple gota de MMS puede contener 3-8 mg.
La Agencia para Sustancias Tóxicas y Registro de Enfermedades (Agency for Toxic Substances and Diseases Registry), perteneciente al Center for Diseases Control and Prevention (CDC) la clasifica como tóxico para la salud pública por la concentración de sus ingredientes.
No existe ninguna publicación en revistas médicas científicas sobre sus efectos contra Covid-19. Antes de la aparición de la pandemia esta sustancia ya fue difundida en varios países europeos como cura ‘milagrosa’ (denominado como “solución mineral milagrosa” o MMS) para enfermedades no relacionadas entre sí como autismo, cáncer, VIH/SIDA, hepatitis. Dicho uso se realizó sin autorización ni evidencia documentada, al contrario, con serias observaciones y censuras.
Infinidad de organizaciones e instituciones competentes en Covid-19, reconocidas alrededor del mundo, sin intereses comerciales y de alta confiabilidad a lo largo de varias décadas no toman en cuenta, ni mencionan en ningún momento al dióxido de cloro asociado al tratamiento o prevención de Covid-19 en sus reportes, webinars, guías, y demás material académico–científico.
“Es preocupante el hecho de que los argumentos que son utilizados por parte de los promotores de este producto sobre su mecanismo de acción —como por ejemplo la oxigenación celular por el oxígeno que liberaría esta sustancia en la sangre, con lo que provocaría desagregación de cúmulos de eritrocitos, o la supuesta oxidación selectiva de los lípidos del virus SARS-CoV-2, o la acidificación del organismo que sería corregido por esta sustancia— no guardan coherencia con lo que se conoce sobre los mecanismos celulares y moleculares para la oxigenación celular en los tejidos y en la sangre, con los mecanismos de oxidación de lípidos por agentes superoxidantes, con los mecanismos biológicos y bioquímicos de la actividad de los fármacos antivirales, ni con la existencia de múltiples y eficaces mecanismos amortiguadores del pH corporal” explica el Ministerio de Salud boliviano.
Lo anterior pone en evidencia el desconocimiento de estos mecanismos fisiopatológicos por parte de su principal promotor, lo cual es explicable por no tener formación médica ni bioquímica.
En España el dióxido de cloro fue prohibido por los efectos adversos ocasionados. Su polémico promotor, Andreas Ludwig Kalcher, fue detenido por difundir esta sustancia considerada “prohibida” por sus riesgos significativos contra la salud.
Recientemente varias entidades científicas argentinas vinculadas al rubro de la toxicología han lanzado una alerta sobre el uso de este producto.
En Estados Unidos la organización civil ‘Fundación Génesis’ patrocina un estudio sobre su uso contra Covid-19 (NCT04343742), sin resultados disponibles a la fecha, pese a que la finalización del estudio estaba prevista para el primero de junio.
En 2015, Leon Edwards, miembro de la iglesia Génesis, fundada por Jim Humble, fue juzgado en los Estados Unidos por la venta de MMS y encara una sentencia de prisión de hasta 35 años.
La Food and Drug Administration (FDA), entidad reguladora de medicamentos reconocida internacionalmente, advirtió en julio del 2010, sobre el daño que la sustancia puede ocasionar a quien la consuma. El 8 de abril del 2020 emitió una carta de advertencia a un vendedor que comercializa el fraudulento y peligroso dióxido de cloro.
También Canadá, Irlanda, Reino Unido, entre otros países, han prohibido la venta de MMS a medida que la voz de la comunidad científica se hizo más fuerte ante la proclamación y difusión peligrosa de esta sustancia.
“Queda claro que el uso de este producto puede interferir en la aplicación de medidas de prevención apropiadas, dar una falsa sensación de seguridad a la población y promover el abandono de otras medidas que han demostrado ser eficaces y seguras” finalizó el Comité Científico Nacional Covid-19 del Ministerio de Salud de Bolivia