Una infinidad de universos se crean, se unen y se destruyen en un par de páginas; también podemos ser testigos de la aparición de los héroes más grandes y los villanos más despiadados que podamos imaginar.
El “noveno arte”, como muchos le han llamado, se ha convertido en un referente de la literatura popular y ha adquirido diversos usos a lo largo de su historia, desde contar interminables historias del bien contra el mal, hasta convertirse en un símbolo de propaganda gracias a la influencia y el perfil de algunos de los personajes creados para protagonizar dichas viñetas.
Algo que tenemos claro es que esta actividad no es nada nueva. El hombre ha necesitado contar historias casi desde que tiene memoria, por lo que mencionar el origen de este género es remontarnos hasta los primeros humanos y sus pinturas rupestres plasmadas en cuevas de roca para, posteriormente, pasar al periodo de las grandes civilizaciones, como los antiguos egipcios, quienes utilizaban el lenguaje jeroglífico sobre hojas de papiro para representar algunas de sus historias y mitos.
Otros antecedentes encontrados con el paso de los años son, por mencionar algunos, los retablos medievales, donde se narraban historias o hechos de la vida cotidiana al pueblo, o los códices de las civilizaciones precolombinas, específicamente de los mayas y los aztecas.
En su forma moderna, la historieta tiene más de cien años de aparición en Estados Unidos, en un suplemento infantil de un diario de 1896, aunque hay quienes le atribuyen el crédito de origen al pedagogo y dibujante suizo, Rodolfo Toepffer (1799-1846).
Conforme se fue popularizando en el mundo, el cómic adquirió otras utilidades además de la de entretener a los lectores.
En tiempos de la Segunda Guerra Mundial se escribieron historias y se crearon personajes para hacer propaganda contra el nazismo.
El ejemplo más popular es, quizá, el de Steve Rogers, mejor conocido como el Capitán América, ya que con su patriotismo exacerbado se ha mantenido vigente en el gusto de millones, representando los valores que todo buen ciudadano tiene… o aspira tener.
La creencia popular de que los cómics son materiales exclusivos para los niños está quedando cada vez más atrás, ya que, desde hace tiempo, la industria se ha diversificado y ha lanzado historias más complejas, abarcando a un público más maduro. Esto lo comentó Jorge Tovalin, coeditor de la revista digital Comikaze, Community Manager de la famosa convención de cómics La Mole Comic Con y gran apasionado de este ramo.
“La mayor parte del tiempo ha habido distintos géneros. En décadas recientes, con la aparición de editoriales en Estados Unidos, como Dark Horse Comics, Image y otras que se dedican a géneros distintos que no necesariamente son de superhéroes, se abre un abanico de alternativas que, aunque siguen buscando todavía el gran mercado y sean pequeñas, presentan otras opciones”.
Un término que se ha popularizado entre los consumidores de historietas es el de novela gráfica y, aunque muchos la consideran como un derivado del cómic que tiene una extensión más larga y con contenido enfocado a un público adulto, otro sector considera que esto es más una estrategia para vender cómics con otro formato, como ha mencionado Alan Moore, el genio detrás de grandes obras del cómic, como Watchmen y V from Vendetta.
La novela gráfica surgió en los años 40 con los Clásicos Ilustrados, aunque las primeras obras aceptadas dentro del género llegaron en 1971 y 1980, respectivamente, con Blackmark, realizada por Gil Kane y Archie Goodwin, y A Contract with God, de Will Eisner.
Tovalín, quien no está de acuerdo con la distinción entre cómic y novela gráfica, opina que esta discusión está más enfocada a una estrategia de ventas y que la novela gráfica no es como tal un género, sino un formato distinto para presentar un cómic –que llega a nuestras manos en capítulos de 28 a 32 páginas–, mientras que la novela gráfica es más larga y normalmente se tiene principio y final en el mismo tomo, aunque, debido a la popularidad de algunas, pueden continuar la historia del mismo personaje.
“No es necesariamente un género, porque el género es de lo que trata la trama. Vemos que a las grandes editoriales, o las que han querido posicionarse como de vanguardia, les importa que sus obras sean publicadas como novelas gráficas porque creen que el hecho de llamarlas así, significa que son para gente más educada; de todos modos, una novela gráfica a fuerza es un cómic”.
A la par de los cambios y evolución de la sociedad, la industria de los cómics se ha adaptado a los tiempos actuales. Es por ello que, desde hace pocos años, ha presentado historias con personajes y situaciones más apegadas al momento, modificando la estructura de personajes e incluyendo situaciones con las que el público pueda identificarse más para atraer la atención de quienes no están familiarizados con estos universos. De igual manera, esto sirve para generar mayor expectación mediática en algunos títulos que tienen potencial de convertirse en hitos de la cultura popular, como La muerte de Superman (1992) o, más recientemente, el asesinato del Capitán América, una de las consecuencias de la popular serie Civil War, de Marvel Comics.
Vemos que muchos de los paladines que conocemos y queremos desde hace años, hoy han cambiado. Así tenemos a un Spider-Man afroamericano, o a una chica, también afroamericana, vistiendo la armadura de Iron Man. Y qué tal un Green Lantern homosexual, una Miss Marvel musulmana o un Superman hijo de inmigrantes mexicanos.
Por supuesto que estos cambios han generado controversia, consiguiendo que algunas portadas sean modificadas pero, pese a los detractores de estos nuevos personajes, muchos ven con buenos ojos a estos héroes.
“Yo creo que tiene que ver con que muchos de los lectores de cómics son los mismos de hace 30 o 40 años, no han dejado de leer y de repente necesitan otro tipo de contenidos”.
Por eso respondemos bien a historias que tengan algún contenido o trasfondo social. El mismo avance de la sociedad y cómo van presentándose o apareciendo nuevas problemáticas, ha hecho que el mismo cómic, como el cine o cualquier otro medio de expresión, aborde esas temáticas que le preocupan a la gente, al público y a los autores, opina nuestro especialista.
Sin embargo, Jorge Tovalin también cree que la moda de presentar personajes adaptados a la sociedad actual obedece a un interés por parte de las editoriales de tener el visto bueno como promotoras de inclusión social y recibir mayor atención de los medios de comunicación. “Por eso meten personajes con sobrepeso, pertenecientes a minorías étnicas o personajes gay; porque no sólo se trata de recibir la palmada en la espalda por ser incluyente, sino que de alguna forma también buscan la nota”, afirma.
Aunque existen cómics de superhéroes que no son aptos para llegar a las manos de un niño debido a una narrativa más oscura o a un arte muy gráfico y explícito en temas de violencia y sexualidad, un punto a favor de las historietas en general es que transmiten al lector una serie de principios y valores con los que puede identificarse, ya sea por medio de algún personaje o por una situación que esté viviendo dentro de la historia y que, a lo mejor, no le resulte ajena.
Uno de los nuevos valores que Tovalín rescata de estos personajes actualizados es el aprender a respetar la diversidad de las personas, dejando de lado prejuicios de cualquier tipo, y abrirse a todo tipo de gente, sin importar su condición social, racial, sexual, etcétera.
“El cómic siempre tendrá la posibilidad de inculcarnos valores. Los lectores jóvenes se seguirán abriendo un poquito más a la diversidad, a entender que hay gente distinta, con gustos distintos a los tuyos y preferencias religiosas o sexuales diferentes, y no por eso tienen más o menos valores que tú”.
Jorge es de la opinión de que alguien que lee cómics, específicamente de superhéroes, difícilmente puede ser una mala persona, ya que estas revistas te dan algo que aprender, además de que te enganchas con algún personaje, admirándolo y tal vez deseando tener sus cualidades para poder hacer algo por alguien más.
Algunos ejemplos de valores clásicos mencionados por Tovalín refieren a varios de los héroes más populares de la historia:
Los Cuatro Fantásticos enseñan el valor y la unidad de la familia, que no tiene que ser biológica, sino que son personas con distintos trasfondos.
Los Hombres X son una familia de gente distinta, de rechazados y que actualmente representan a las minorías.
La honestidad y la honradez con Superman
Batman puede superarse con sus propias herramientas y alcanzar la cúspide de sus capacidades físicas e intelectuales.
¿Eres fan de los cómics? ¿Qué otros valores puedes rescatar en otros superhéroes? ¿Cuáles has adoptado de tu justiciero favorito?
FUENTES: Algarabía, Universidad Complutense de Madrid, Twitter Jorge Tovalín
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