Vigila la salud de tus hijos con mochilas y zapatos adecuados
Las mochilas escolares deben pesar menos del 15% del peso corporal y tener correas anchas y acolchonadas. El calzado debe adaptarse de manera óptima.
En este regreso a clases las mochilas escolares de los niños deben ser ligeras, con correas anchas y acolchonadas, de preferencia con cinturón y que quede cinco centímetros por encima de la cintura de los menores, recomienda el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Con la finalidad de cuidar la salud del menor el peso de la mochila que carga debe ser menor al 15 por ciento del peso corporal del infante. En el momento de echarla a la espalda se tienen que usar ambas correas para repartir equitativamente su peso. Es necesario que los padres de familia presten atención en la mochila y en la carga.
Se debe ayudar a que el menor mantenga una postura correcta al cargar, con la columna recta y si se trata de recorridos mayores a 15 minutos, auxiliarlo para llevar los útiles escolares.
Es importante que se practique algún deporte de forma regular para fortalecer los músculos de espalda, hombros, regiones dorsal y lumbar, lo que ayuda a compensar con músculos más fuertes para la carga de peso. Además de que solamente transporten en la mochila los libros y cuadernos que necesiten para trabajar durante el día, no llevar todas las asignaturas.
Un peso mayor provoca que siete de cada 10 menores sufran dolores antes de los 16 años de edad, principalmente en cuello, espalda y rodillas, a causa de defectos en la postura.
A largo plazo estos problemas pueden desencadenar afectaciones a la salud como escoliosis, cifosis y lordosis que afectan la funcionalidad de la columna vertebral.
La elección de los zapatos también es fundamental. El calzado debe ser cómodo, seguro, ligero y adaptarse óptimamente, esto es, con una diferencia entre 7 y 15 milímetros (un número) entre el tamaño del pie y del zapato o tenis.
El doctor Héctor Torres Martínez, coordinador de Programas de Cirugía en la Coordinación de Atención en Segundo Nivel del IMSS, explicó que estos consejos deben aplicarse durante el periodo en que se cursa la educación básica -entre los tres y 15 años- por ser una etapa de crecimiento.
Una técnica sencilla es colocar el pie del menor en una hoja blanca con los dedos extendidos, trazar el contorno y medirlo con una regla; si hay una diferencia igual o menor a 5 milímetros (medio número) entre el pie y el calzado, es mejor sustituirlo en las siguientes dos o tres semanas.
Un zapato que no es de la talla del niño, niña o joven, y que se utiliza por un periodo prolongado, puede generar problemas como:
Añadió que el uso constante de tacones que supera los cuatro centímetros llega a provocar deformidad en la planta del pie, lo que produce arco excesivo (pie cavo), acortamiento del tendón de Aquiles, retracción de los dedos (pie de garra) o sobrecarga con dolor en la planta de los pies cerca del inicio de los dedos (metatarsalgia), entre otros.
“El pie no está diseñado para apoyar solo con la parte delantera, es el efecto que producen las zapatillas; al haber un pie en crecimiento, es susceptible de modificarse más fácilmente y si con los tacones lo forzamos a tener una posición viciosa, va a deformarse gradualmente y a generar efectos secundarios” expuso.
La práctica de algún tipo de actividad como gimnasia, básquetbol o futbol, necesita tenis propios para estos deportes, pues al ser más rígidos y con el uso diario limitan la movilidad y el desarrollo de la pantorrilla y el pie.
En el caso de requerimientos especiales, está la posibilidad de adquirir calzado de horma anatómica, el cual es más costoso pues además de considerar la longitud del pie como ocurre en cualquier zapatería, en su elaboración también se mide el ancho y alto del empeine, señaló.
Se sugiere a los padres revisar cada seis meses si el zapato o tenis que usa el menor sigue siendo de su talla o es preferible cambiarlo.