Durante décadas, el VIH ha estado rodeado de mitos, silencios y estigmas. Uno de los más persistentes —y peligrosos— es pensar que solo afecta a ciertos grupos.
La realidad es otra: cualquier persona sexualmente activa puede estar expuesta, y la prevención empieza con información clara y pruebas oportunas.
Un panorama global que sigue exigiendo atención
A nivel mundial, el VIH continúa siendo un reto de salud pública. De acuerdo con ONUSIDA y la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 40.8 millones de personas vivían con VIH al cierre de 2024.
Tan solo ese año se registraron 1.3 millones de nuevas infecciones y, aunque las muertes relacionadas con el SIDA han disminuido —unas 630 mil—, el impacto sigue siendo profundo.
[Quizá te interese leer esta nota: ¿Oler flatulencias contra el Alzheimer? El gas que podría proteger tu cerebro, según la ciencia]
¡Ya no es sentencia de muerte!
La buena noticia es que el VIH ya no significa muerte. Casi 32 millones de personas reciben tratamiento antirretroviral. Eso les permite llevar una vida saludable si el virus se detecta a tiempo.
El gran pendiente es que millones de personas aún no saben que viven con VIH, o no tienen acceso a pruebas y tratamiento.
México: cifras que invitan a actuar, no a señalar
En México, el tema merece atención inmediata.
Datos recientes indican que en los primeros nueve meses de 2025 se registraron más de 12 mil nuevos diagnósticos, una cifra superior a la del año anterior.
Especialistas coinciden en que este aumento no solo refleja nuevas infecciones, sino también una mayor necesidad de pruebas, información y campañas constantes de prevención.
La desinformación, el miedo al diagnóstico y los prejuicios siguen siendo grandes barreras.
Infinidad de personas evitan hacerse la prueba por temor al rechazo social o laboral, cuando en realidad saber a tiempo permite iniciar tratamiento y cortar cadenas de transmisión.
Nuevas formas de acercar la prevención a las personas
Frente a este escenario, en distintas regiones del país se están impulsando estrategias innovadoras para facilitar el acceso a pruebas y prevención, acercando los servicios a la vida cotidiana de las personas.
Prevención desde apps de ligue
En Yucatán y Jalisco se puso en marcha un proyecto piloto que lleva la prevención directamente a una app de citas.
Personas usuarias de Grindr en ciudades como Mérida, Tizimín, Valladolid, Guadalajara y Puerto Vallarta pueden solicitar de forma gratuita una autoprueba de VIH, de manera discreta y confidencial.
Cada paquete incluye una prueba avalada por Cofepris, condones, información clara y un cupón para acudir a instituciones de salud pública.
Además, las personas tienen acceso a consejería en línea 24/7, acompañamiento y orientación profesional. El mensaje es claro: hacerse la prueba puede ser sencillo, privado y sin juicios.
PrEP más cerca del trabajo
En la Ciudad de México, otra iniciativa busca eliminar una barrera muy común: la falta de tiempo.
Con la campaña “PrEP cerca de tu trabajo”, personas trabajadoras pueden acceder a pruebas rápidas de VIH y hepatitis, así como a profilaxis preexposición (PrEP) en aproximadamente una hora y sin cita previa.
Ubicada en una zona céntrica y de alta afluencia laboral, esta estrategia permite que quienes no pueden acudir a su clínica durante horario laboral aprovechen su hora de comida o traslado.
No importa el lugar de adscripción: la prevención se adapta a la vida real.
[Échale ojo a esta información turística:
Medicamentos benéficos, pero inalcanzables
Mientras en distintas ciudades del país se acercan las pruebas, la prevención y la atención médica a la vida cotidiana de las personas —a través de apps, centros comunitarios y servicios más flexibles—, la ciencia también avanza en paralelo con nuevas herramientas que podrían cambiar el rumbo de la prevención del VIH.
Sin embargo, el acceso a estas soluciones no está garantizado para todos.
El Lenacapavir, un antirretroviral de acción prolongada cuya eficacia supera el 95% en estudios internacionales, ha quedado fuera de acuerdos de precios preferenciales que abaratarían su costo en América Latina.
Esta exclusión ha generado críticas de organizaciones sociales que la califican como una barrera innecesaria que limita su impacto.
Esto coloca sobre la mesa una pregunta urgente: si la ciencia ya tiene respuestas, ¿por qué siguen existiendo trabas para que lleguen a quienes más lo necesitan?
La Organización Mundial de la Salud recientemente publicó nuevas directrices en las que recomienda la administración inyectable de Lenacapavir, dos veces al año, como opción adicional de profilaxis previa a la exposición frente a la infección por el VIH.
Al ser la primera terapia preventiva autorizada con esta indicación que se puede administrar cada seis meses, el Lenacapavir de acción prolongada es una alternativa muy eficaz a los comprimidos orales diarios y a otras opciones de corta duración.
Gracias a que se inyecta solo dos veces al año, constituye un gran avance en la protección de quienes están expuestas al riesgo de infectarse por el VIH, sobre todo si tienen dificultades para seguir un tratamiento diario, están estigmatizadas o carecen de acceso a servicios de salud.
Romper el mito: el VIH no tiene un solo rostro
Uno de los mayores retos sigue siendo el estigma. El VIH no es exclusivo de hombres gays ni de un grupo específico. Afecta a mujeres, hombres, jóvenes, adultos, parejas estables y personas solteras. Pensar lo contrario solo retrasa diagnósticos y pone en riesgo a más personas.
La prevención es simple y efectiva: uso de preservativos, pruebas periódicas, información confiable y acceso a tratamiento…¡hablar del tema sin miedo ni prejuicios salva vidas!
[Otro tema de interés: México lanza la Red de Respuesta al VIH: un paso firme hacia una salud pública sin estigmas]
La prevención empieza contigo
Cada 1 de diciembre, el Día Mundial del SIDA nos recuerda que el VIH sigue presente, pero también que hoy tenemos las herramientas para enfrentarlo mejor que nunca.
Informarse, hacerse la prueba y hablar del tema con naturalidad son actos de cuidado propio y colectivo.
El VIH no distingue. La prevención tampoco debería hacerlo. Hacerse la prueba es un acto de responsabilidad, no de miedo. Porque saber a tiempo puede cambiarlo todo.