El 20 de febrero se conmemora el Día Mundial de la Justicia Social que “consiste en la repartición justa y equitativa de los bienes y servicios fundamentales necesarios para el pleno desarrollo de una persona en una sociedad.” Pero, ¿cómo se consigue?
La realidad es que en el mundo hay muy pocos países con justicia social, pero esos pocos nos han demostrado que la pobreza sí es erradicable. Islandia y Finlandia son muestra de ello.
Sí, sí, ya sabemos que ambas naciones son muy pequeñas, pero debemos reconocer y aprender del esfuerzo que han hecho para alcanzar uno de los niveles de desarrollo y de cumplimiento de los derechos humanos más avanzados del mundo es encomiable. Por ejemplo:
“En Islandia se comete, en promedio, un delito grave cada cuatro años”, cuenta a Selecciones, Saúl Arellano Almanza, director del Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social.
Finlandia, por su parte, está a punto de erradicar la pobreza, lo que significa que más del 90 por ciento de su población vive en condiciones adecuadas de bienestar, explica Almanza, director editorial de la revista México Social.
Hace 30 años, Finlandia estaba peor que México en todos sentidos. “Tenía menor esperanza de vida, de educación y de ingreso per cápita, y tres décadas después, sin ser de los países más ricos, Finlandia es de las naciones más igualitarias del planeta, lo que significa que las personas tienen una plataforma común para acceder a oportunidades de desarrollo”.
Finlandia es uno de los pocos países del mundo en donde celulares y billeteras perdidas se devuelven a sus legítimos dueños.
Pusieron a la gente en el centro, precisa Almanza. Primero invirtieron en la gente y después en las cosas. “En México funcionamos al revés, primero puentes y carretera y al final los ciudadanos”.
Finlandia decidió que primero invertiría en derechos humanos y una vez resuelto ese tema trabajarían en los demás. Y estos países son los más avanzados, pero existen otros que van por el mismo camino: Noruega, Suecia, Dinamarca.
“Esos países han logrado avanzar hacia una distribución equitativa de los recursos y ahora son ejemplos globales de justicia social”
La ausencia de justicia social es uno de los grandes problemas del mundo, no sólo de México, que por cierto tiene un nivel muy bajo.
En Davos, Suiza, en donde cada año se reúnen los grandes líderes del mundo de diversas áreas, han puesto el acento en tres grandes amenazas a nivel global:
Cambio climático: que pone el peligro las posibilidades de desarrollo, destruir el medio ambiente limita e imposibilita el desarrollo
Fragilidad de la democracia: el surgimiento de nuevas formas de odio, el extremismo religioso y demás manifestaciones
La desigualdad: Un pequeño grupo de empresarios se está quedando con la mayor parte de la riqueza mundial. Se estima que el 1 por ciento de la población mundial, de los 7 mil millones de personas que habitan el planeta, posee el 50 por ciento de la riqueza disponible.
¿Y esto qué quiere decir?
Que las tres grandes amenazas para el mundo constituyen las características esenciales de la ausencia de justicia social. Si hubiera justicia social habría gobiernos democráticos, que garanticen no sólo la libertad de expresión, de creencias, de movilidad, política, sino el conjunto de los derechos sociales que son económicos, sociales, ambientales y culturales de la población.
“Cuando estas condiciones no se cumplen hablamos de regímenes democráticos muy débiles que no garantizan buenos niveles de vida para las mayorías, precisa Almanza.
Estas tres amenazas están presentes en México. “Vivimos violencia, delincuencia, crimen organizado, impunidad, corrupción y un elevado incumplimiento de los derechos humanos y sociales que llevan a que la mayoría viva en vulnerabilidad en todos sentidos”.
De ahí la importancia de que la ONU tenga un día para conmemorar la justicia social y plantearse acciones para salir de esta trampa.
La cultura cívica se basa en que la gente conozca la ley. “No hay manera de exigir tus derechos si no los conoces, así que lo primero que deberíamos hacer es echarle un buen ojo a la Constitución”.
Una de las formas de empoderamiento de la sociedad es que conozca sus derechos para exigirlos. Es un proceso de cambio que va a tardar de 10 a 15 años pero en algún momento hay que empezar y hay que hacerlo hoy, dice Saúl Arellano.
¿Cómo le hacemos para qué la gente conozca sus derechos? Es un asunto de educación, debería impartirse en las escuelas pero también es un esfuerzo individual, porque se debe recalcar que en casa, a la par y de la mano de las escuelas, es en donde se construye de mejor manera una cultura cívica.
¿Cómo resuelves los conflictos en casa? Hay una visión tradicional que se basa en que los padres pueden educar a los niños como quieran, y esto es erróneo. “Nos olvidamos que existe una visión de derechos humanos que existen leyes que protegen a los menores, así que independientemente de lo que tú creas, los niños tienen un mínimo de derechos que tienen que ser cumplidos”.
Si en casa eres impositivo con los más vulnerables (ancianos, niños, mujeres) no pretendas que luego tus hijos sean buenos ciudadanos. “Estamos en un círculo vicioso en donde se producen desigualdades e inequidades desde casa y que luego se replican en las calles).
Hay que mantener alejados y protegidos a los menores de todas las formas de abuso, maltrato y violencia. México es uno de los países de la OCDE más violentos contra la niñez. “No es de extrañar lo que sucedió en Monterrey, que si bien no se podría justificar, no sorprende que ocurra en una sociedad tan violenta y agresiva no sólo en las calles, sino en los hogares”. Pero también es un mal en todos los países de la región latinoamericana.
La equilibrada alimentación es un asunto relacionado con los recursos económicos pero también con la organización en el hogar. ¿Qué le estamos dando de comer a nuestros niños, quienes tienen derecho a una sana nutrición? Según el Índice Nacional de Precios al Consumidor y la Composición del Gasto en los Hogares, desde el primer decil, que es la población que gana menos, al quinto decil, que es la mitad de la población, gastan más en cigarros, refrescos y bebidas edulcoradas que en leche.
“Los adultos estamos tomando decisiones que afectan gravemente a los más vulnerables, que es donde se construye democracia y ciudadanía”
El INEGI reporta que el 70% del trabajo no remunerado es realizado por mujeres. “Ese es el otro gran bloque de la construcción de democracia, la perspectiva de género, que no es asunto de hombres contra mujeres, se refiere a una condición de equidad entre los sexos y en la distribución de las cargas y responsabilidades que tenemos en el hogar” dice Saúl Arellano.
Esto no es sólo un asunto del hogar, tiene que ver también con la economía nacional así como la valoración del trabajo femenino dentro y fuera del hogar.
Si hay adultos mayores o personas con discapacidad siempre hay que ponerlas primero. Estos ejercicios implican diálogo, apertura, negociación.
“Hace falta que el Estado implemente una política nacional de familias, que las dote de capacidades para el diálogo, el fomento de los derechos humanos, la importancia de la equidad para todos los que forman el núcleo familiar”.
Todos jalamos parejo: No se trata nada más de dar; se trata también de que cada individuo sepa que tiene responsabilidades, obligaciones y que debe ser respetuoso y disciplinado.
“Esta parte de la justicia social tiene un fuerte anclaje en los hogares, no sólo se trata de políticas públicas implementadas por el Gobierno, sino de construir ciudadanía en los hogares, en los que debe privar el diálogo, la tolerancia, el respeto, porque si la democracia no se aprende en casa, no debemos sorprendernos de calles llenas de basura y de comportamientos groseros”.
Los hábitos de salud y de higiene que se les inculca a los niños no son sólo para su cuidado, son parte de la construcción de una mentalidad de cuidado también hacia los demás, que es lo que nos está faltando y es el fundamento primero de la justicia social, ser solidarios y exigir para todos condiciones equitativas de oportunidades.
Siempre estamos esperando que el gobierno nos resuelva todo y no hay nada más antidemocrático que eso, tenemos que tomar responsabilidad de nuestras acciones. Y en ese sentido tenemos una tarea pendiente: Transitar de la incidencia a la disidencia.
La incidencia es cuando te organizas en tu comunidad para arreglar un bache porque el gobierno no lo hace. Los vecinos se ocupan y el bache queda arreglado pero con el tiempo reaparece porque no existen políticas públicas de mantenimiento de las calles.
“Resolviste un problema como ciudadano y está bien pero ahora hay que pasar a la disidencia, o sea, que tengas la capacidad de organizarte no sólo para tapar el hoyo sino para exigirle al gobierno que haga lo necesario para no se vuelva a abrir” explica Saúl Arellano Almanza.
Tal vez parezca un sueño alcanzar los niveles de Finlandia o Islandia pero siempre se debe aspirar a lo más elevado del desarrollo.
“En Finlandia se plantearon como política pública todo lo que se pueda hacer para que la gente esté feliz, y en Latinoamérica a duras penas aspiramos a poder comer, hay que apostarle a avanzar a esos niveles de desarrollo, que no son sólo económicos, sino progresos en las capacidades espirituales y culturales”.
Por supuesto que el gobierno tiene una inmensa responsabilidad pero cada uno en nuestras casas, colonias y comunidades tenemos la tarea de generar condiciones de civilidad, respeto, empatía y diálogo.
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