Primeros auxilios peligrosos: 7 errores comunes
Es importantísimo tratar una lesión de inmediato. Pero muchos pacientes cometen errores en su aplicación, y pueden ser más riesgosos de lo que imaginan.
Estos son los siete errores más comunes y peligrosos que se comenten en primeros auxilios. Dales un vistazo, evita cometerlos y meterte en problemas.
Olvídate del hielo o la mantequilla: la mejor forma de aliviar la piel quemada es colocarla bajo el chorro del agua. Pero no bastará con algunos segundos o minutos: necesitas de 10 a 20 minutos por lo menos, dice el doctor Jeffrey Pellegrino, de la Cruz Roja de Estados Unidos.
“El calor provocado por una quemadura viaja por toda la piel, y puede continuar destruyendo tejido incluso aunque la superficie ya esté fresca”, explica. “Necesitas que el agua fría penetre para evitar daños que no puedes ver”.
La sangre se escurrirá a la parte posterior de tu garganta, y esto podría hacer que te ahogues o tosas, potencialmente bloqueando tu respiración.
Es mejor aplicar presión directa al apretar tus fosas nasales, pero conserva tu cabeza en una posición neutral, con tu mentón paralelo al piso. Siéntate y permanece relajado.
“Al inicio, siempre aplica frío”, dice William Gluckman, vocero de la Asociación de Cuidados Urgentes de Estados Unidos. El hielo ayuda a reducir la inflamación; en contraste, el calor impulsa la circulación sanguínea, lo que podría empeorar la inflamación.
Reserva la aplicación de calor para molestias como el dolor de espalda.
Si te entra algo al ojo y no sale cuando parpadeas, buscar el irritante con tus dedos puede empeorar la lesión e incluso provocar un daño permanente.
Es mejor proteger el ojo (cúbrelo con una gasa o, si no tienes, con un vasito de papel y asegúralo con cinta para que nada más entre) y buscar ayuda profesional.
La única excepción es si algún químico salpica tu ojo: en ese caso, enjuágalo con agua limpia durante 15 minutos.
Si aplicas una gasa, una almohadilla o un trozo de algodón a una herida que está sangrando, no la quites aunque desees cambiarla: mejor cúbrela con una gasa o almohadilla nuevos, explica Chris Cebollero, jefe de Emergencias.
La coagulación en la superficie de la sangre ayuda a detener la hemorragia: retirar la gasa eliminará el área ya coagulada y reiniciará el sangrado.
Si eso ocurre, aplica presión a la herida hasta que la hemorragia se detenga, limpia para prevenir infecciones, aplica una pomada antibiótica y vuelve a vendar.
Si tu auto presenta algún daño, acude al hospital aunque te sientas bien. “Tu respuesta física incluye un alza de adrenalina que podría ocultar alguna lesión”, dice Cebollero.
“Pueden pasar de 10 minutos a dos horas antes de que empieces a sentir dolor”.
Además, los paramédicos no tienen el equipo necesario para descartar la presencia de hemorragias cerebrales o huesos rotos.
Digamos que te picó una abeja y presentas una severa reacción alérgica. Llama a la Cruz Roja o a un médico de emergencias… y colócate en la entrada de tu casa.
¿Estás en un restaurante y empiezas a ahogarte? No vayas al baño. “Por no molestar a los otros comensales, personas que se estaban ahogando han muerto en el baño: pierden el sentido y nadie logró encontrarlas a tiempo”, dice Pellegrino. Quédate donde puedan encontrarte con facilidad.
Ahora que ya lo sabes, no te arriesgues y actúa de inmediato. Al estar en una emergencia, comunícate al:
Fuente: Reader’s Digest