En diciembre de 2013 Marco Cancino halló a su hermano menor recostado con severos problemas para respirar; asustado, lo trasladó de inmediato a un hospital con ayuda de su familia. “Pablo se vacunaba anualmente contra la influenza, pero ese año no lo hizo por compromisos laborales. Cuando empezó con malestares se esperó seis días para acudir con un doctor de una farmacia de similares, quien le recetó un antihistamínico” cuenta Marco.
En el hospital el cuadro de Pablo, un hombre deportista y en la cuarta década de la vida, se agravó. Sufrió una neumonía viral, luego una complicación bacteriana y después una micótica.
“Además, la falta de alimento le ocasionó una úlcera gástrica y perdió mucha sangre, tanta que en el hospital pidieron 70 donadores. Esa hemorragia ocasionó una afectación a nivel cerebral”. Tras más de un mes en coma inducido Pablo murió.
“Siempre minimizamos la situación; mi hermano perdió tiempo valioso y fue cuando vimos que la influenza deja secuelas importantes o puede ocasionar un desenlace fatal” recuerda Marco con tristeza.
Cada año alrededor del mundo se producen unos mil millones de casos de influenza. De esa cantidad entre tres y cinco millones serán casos graves que requerirán hospitalización y entre 290,000 y 650, 000 mil morirán. De esas muertes se calcula que 110, 000 fueron entre menores de cinco años.
En América Latina se contabilizan entre 40,000 y 160 mil muertes anuales.
Tanto los casos como las defunciones varían de acuerdo a cada temporada; unas son más críticas que otras, pero según la Dirección General de Epidemiología en México cada año se registran entre 3 y 10 mil casos. Sin embargo, es una mínima fracción, pues existe un subregistro.
La mayor carga se produce entre enero y marzo, así que aún es un buen momento para vacunarse, pues el virus muta constantemente, así que las inmunizaciones pasadas no protegen.
Es un virus muy inteligente, y es posible que infecte una y otra y otra vez porque muta, así que el cuerpo humano ya no lo reconoce y escapa a la acción del sistema inmunitario. Por esa razón existen epidemias cada año.
Existen un centenar de centros de vigilancia en el mundo. Esos sitios de vigilancia le reportan a cinco centros ubicados en lugares estratégicos —Atlanta, Londres Tokio, Pekín y Melbourne— que, en colaboración con la Organización Mundial de la Salud, analizan qué virus deberán ser atacados y así otorgan información adecuada para la creación de una vacuna eficaz.
Cuando un virus muta superficialmente se habla de cambios menores, pero cuando presenta cambios antigénicos mayores es cuando surgen virus nuevos frente a los que los seres humanos quedan desprotegidos.
Hay que recordar que la influenza circula no solo en el ser humano, de hecho el reservorio mayor son los animales, en particular las aves migratorias.
“Cuando se combinan de aves y ser humano (cambios antigénicos mayores) es un virus nuevo con potencial pandémico, como el que apareció en México en el 2019, y ante ellos estamos desprotegidos” explica Almudena Laris, infectóloga pediatra.
La especialista recordó que la influenza va más allá de un resfriado. “El virus se une a las células y tiene capacidad para destruirlas, así que daña la respuesta inmunológica de todo el organismo, no solo del aparato respiratorio”.
El virus de la influenza daña a distintos niveles:
Ciertas poblaciones tienen un riesgo aumentado de sufrir complicaciones por influenza como:
Aunque se sabe que en esas poblaciones el riesgo de complicaciones es más elevado, la influenza no tiene palabra de honor y puede producir complicaciones graves en personas de todas las edades e, incluso, en personas previamente sanas como en el caso de Pablo.
Durante la temporada 2017-2018, el 43 por ciento de los niños infectados con influenza en Estados Unidos que fueron hospitalizados no tenía ninguna condición de salud previa. “Cualquiera se puede enfermar de gravedad. Los niños —comparados con los adultos no ancianos— tienen una alta probabilidad de ser hospitalizados o incluso fallecer cuando se contagian”.
Influenza es responsable de una de cada diez hospitalizaciones por motivos respiratorios a nivel mundial, recuerda Laris. Tan solo en 2017-2018 fallecieron 186 niños en Estados Unidos, un país con recursos económicos y una buena atención sanitaria. “El 80 por ciento de estas muertes ocurrió en niños no vacunados”.
En México, en el hospital infantil Federico Gómez, uno de los dos institutos de salud pediátricos más importantes, se estudiaron las temporadas de influenza desde el 2013 al 2018 y se halló que solo 11 por ciento de los menores hospitalizados tenían vacuna contra la influenza.
Ese mismo estudio dejó ver que, una proporción importante en todos los grupos de edad, se requirió intubación y terapia intensiva y hubo fallecimientos entre menores de un año hasta los cinco años.
Los niños vacunados tienen 65% menos probabilidad de morir por influenza
“Vivir en peligro no es normal. Durante la última temporada de influenza (2018-2019) hubo más de 180, 000 casos estimados, de las cuales el 92.5 por ciento de las personas fallecidas no estaba vacunada, y un porcentaje alto correspondía a personas mayores de 40 años, según un reporte de la temporada de influenza estacional 2018-2019 de la Dirección General de Epidemiología” finalizó Felipe Aguilar Ituarte, pediatra e infectólogo de Sanofi Pasteur México.
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