El acoso escolar siempre ha estado entre nosotros, por lo que solía ser considerado algo con lo que teníamos que aprender a lidiar durante esa etapa. Pero esto no significa que sea algo ante lo que nos tengamos que quedar con los brazos cruzados.
“Se ríen de mi nariz, dicen que soy feo, que no tengo amigos. Me tiran leche y ponen jamón dentro de mi ropa, me lanzan trozos de pan. ¿Por qué les da alegría meterse con personas inocentes y encontrar la manera de ser malo con ellas?”
Esto es lo que dice Keaton Jones, un niño de 11 años, que vive en Maynard, Tenneessee, quien tiene cicatrices en su rostro a causa de un tumor con el que nació.
En un video grabado por su mamá, menciona que diariamente es maltratado por otros niños solo porque es diferente.
“No me gusta que me hagan esto y sin duda no me gusta que se lo hagan a otras personas porque no está bien. Las personas que son diferentes no necesitan ser criticadas por ello, no es su culpa. Si se ríen de ti, no dejes que te moleste. Sé fuerte. Las cosas irán mejor un día”.
La madre de Keaton decidió publicarlo en Facebook porque su hijo ya tenía miedo de ir a la escuela. y se logró viralizar, ha sido visto más de 22 millones y compartido más de 440,000 veces, generando conciencia entre actores, cantantes y deportistas, quienes escribieron muestras de apoyo al niño de víctima de bullying y también lo elogiaron por el valor de hacer la denuncia del maltrato que sufre constantemente.
“¡Mantén la cabeza en alto amigo y sigue adelante! Eres el mejor”, le dijo la estrella de la NBA LeBron James.
Justin Bieber elogió el coraje de Keaton y recomendó su video a sus 94,6 millones de seguidores en Instagram.
“Mientras estos vándalos en tu escuela están decidiendo qué tipo de personas quieren ser en este mundo, ¿te gustaría venir con tu madre al estreno de ‘Vengadores’ en Los Ángeles el año que viene?”, le dijo Chris Evans, el actor que interpreta a Capitán América.
Mark Hamill , el legendario Luke Skywalker de “Star Wars”, también se pronunció: “Keaton, no pierdas el tiempo preguntándote por qué hacen esto. Son personas tristes que piensan que hacer daño a los demás les hará sentirse bien porque no se quieren a sí mismos”.
“El amor es el único medio para combatir el odio”, le recordó el rapero Snoop Dogg, al decirle que contara de por vida con su amistad.
“Tienes un amigo en Hulk”, le aseguró también Mark Ruffalo, que interpreta al superhéroe verde, al confesarle que él también sufrió acoso en la escuela.
“El bullying es un tipo de acoso que ha existido por generaciones y que va a existir siempre. Lo bueno es que hace años no existía la palabra y ahora sí; se le ha puesto nombre porque lo reconocemos como un problema, como algo negativo y que afecta a muchos jóvenes”, dice Javier Ruescas, uno de los cinco autores de Y luego ganas tú (Nube de tinta, 2017), libro compuesto por la misma cantidad de relatos que giran en torno a este problema social. “El propósito de este libro es dar esperanza y valentía a las personas que lo han sufrido”, agrega en entrevista para Selecciones.
A través de estas historias, sus autores buscan dejar claro que si sufres bullying, “no debes dejarte vencer, tienes que ser tú mismo porque tú vales muchísimo, tienes que luchar por mantenerte y, aunque otras personas quieran tirarte, tienes que aguantar porque eres maravilloso seas como seas”, afirma Ruescas.
A decir de ambos autores, este es un libro que deben leer ambas generaciones ya que “ayuda a conectar y a explicar muchas cosas”… y también los acosadores que quizá no se den cuenta que están afectando a alguien más con sus acciones, hasta que lo ven desde afuera, como en una película o en un libro.
“Lo más valioso de leer este libro es que retrata la realidad del día a día y permite darte cuenta que quizás has sufrido bullying sin notarlo”, señala Manu. “Además, suele pasar que, a veces, a las víctimas se les hace creer que son las culpables: sufres bullying por que eres gordo, porque eres gay o lesbiana, porque tienes el pelo rojo. Pero no, las víctimas nunca son las culpables, sino los que lo provocan. Y esto está presente en nuestros relatos”, concluye Carbajo.
Los textos de Andrea Compton, María Herrejón y Jedet Sánchez completan este libro.
A continuación un fragmento del relato titulado “Bruno”
La mañana después de la desaparición de Bruno no hubo clase. Se convocó una batida en la que participaron todos los adultos para buscar al pequeño por los alrededores del pueblo. Alan no pudo dormir el resto de la noche. Así que, en cuanto sus padres se despertaron y marcharon con uno de los grupos de búsqueda, él salió de casa.
—No vayáis a buscarlo, ¿entendido? —le había advertido su padre—. Recuerda lo peligroso que es el bosque.
En cuanto comprobó que estaba solo, Alan se abrigó y fue directo a la cabaña secreta donde jugaba con la pandilla. En realidad no era una cabaña con su estructura de madera, más bien era una zona de árboles en la que habían apilado cajas y demás chatarra para hacer de ella su lugar clandestino de reuniones y juegos.
Cuando llegó se encontró a Nico sentado en una de las cajas.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí?
Su amigo dio un pequeño brinco ante la inesperada visita.
—No lo sé… Un par de horas o así. Creo que menos. No sé.
Los dos se quedaron en silencio, con la vista fija en la arboleda de enfrente, al otro lado del arroyo. El agua que se abría paso entre las piedras era lo único que rompía la tranquilidad del lugar.
—Tengo miedo, Alan —confesó Nico aguantando las lágrimas—. No deberíamos haberle dejado. Si Lucas no hubiera…
—¿Si Lucas no hubiera qué?
La voz grave y tajante del líder de la pandilla hizo que se volvieran de inmediato. Lucas tenía mejor cara que ellos dos y, desde luego, parecía haber dormido a pierna suelta el resto de la noche.
—Ya sabía yo que os encontraría aquí…
Ambos permanecieron en silencio, amedrentados y sin saber qué decir.
—No sé por qué estáis tan preocupados, la verdad. Seguramente esté escondido y vacilándonos a todos.
—Sabes que no —respondió Alan, tajante.
—Bruno es un niñato y siempre quiere ser el maldito centro de atención —dijo Lucas, bufando—. ¡Y lo está consiguiendo! ¿No os dais cuenta?
Nico alzó la mirada y estudió la ladera de árboles que se extendía más allá del arroyo.
—Igual deberíamos decírselo a la gente —confesó sin apartar la mirada del bosque.
—No —ordenó Lucas—. De ninguna de las maneras vamos a decir nada. Nosotros no tenemos que ver nada con la desaparición de Bruno. Si él se ha querido ir a explorar, es su problema, nosotros no le hemos obligado.
—No me jodas, Lucas —espetó Alan volviéndose.
La enfermiza y macabra sonrisa que se dibujó en el rostro de su amigo le puso los pelos de punta.
—Vale, Alan —dijo acercándose a él—. Entonces querrás contarle a tus padres y a los de Bruno que la prueba fue idea tuya, ¿no?
Alan bajó la mirada, arrepentido. La culpabilidad se mezclaba con el miedo. Y el sentimiento resultante era doloroso. Sabía que Bruno habría sido capaz de cualquier cosa con tal de estar con ellos. Con tal de sentirse parte de la pandilla. Y sabía que era el único de los tres que podía rescatarle.
La brisa trajo consigo un gruñido agudo procedente del otro lado del arroyo. Los tres amigos alzaron la mirada hacia los árboles tras los que se escondía aquella mina abandonada. Las leyendas del lugar maldito les habían dado la intimidad idónea para su cabaña secreta. Ahora lo miraban con otros ojos. Igual las leyendas eran tan ciertas como decían. Solo Bruno lo sabría.
(Y luego ganas tú. Andrea Comptón, Javier Ruescas, María Herrejón, Jedet Sánchez y Manu Carbajo. Nube de tinta, 2017).
Fuente: La Nación
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