El órgano más complejo que tiene el ser humano es el cerebro. Aunque cada día se aprende algo nuevo sobre él gracias a las nuevas tecnologías infinidad de sus funciones aún son un misterio.
Pero hay avances importantes. Uno de ellos es la creación de productos con nanotecnología, los cuales, además de sus propiedades neuroprotectoras, llegan en cantidades suficientes al cerebro, un órgano altamente protegido.
El cerebro es una máquina impresionante. Es capaz de controlar gran parte de las funciones.
Recibe señales del medio externo e interno, las procesa, traduce y emite una respuesta o estímulo al órgano, glándula, sistema, para mantener un óptimo funcionamiento.
Aunque solo representa el 2 por ciento del peso corporal consume el 20 por ciento de la energía producida por el organismo.
“Usa mucha energía, por eso cuando tienes una buena sesión de estudio terminas agotado como si hubieras corrido 10 kilómetros” explica el doctor Samuel Serfati.
Todo se relaciona con el cerebro: la pareja que elegiste, la vuelta a la derecha o la izquierda, tu estado de ánimo.
“La felicidad es un lugar en el cerebro” agrega el director general de Biolife división de nuevos productos de Laboratorios Jayor.
“Siempre digo que hay que apostar al ganador. ¿Qué significa eso? ¡Prevención para el cerebro porque es el centro de mando!”
El cerebro funciona igual que un carro; los primeros tres, cuatro años necesita un cuidado mínimo. Pero con el paso de los años se le debe prestar más atención.
“Creo que el humano tiene una garantía de 40 años, después inician las complicaciones; dicen que si después de los 40 te levantas y no te duele nada es porque estás muerto” bromea.
La prevención debe iniciar alrededor de los 35 años, edad en la que ya inicia el deterioro cerebral.
Al igual que consume una enorme energía, el cerebro genera deshechos. “Un auto encendido lanza humo, igual el cerebro, a más trabajo más desperdicios.
Cuando el cuerpo es joven elimina lo que ya no sirve, pero con la edad “los limpiadores” ya no funcionan igual.
El organismo produce radicales libres hasta al respirar debido a una serie de reacciones de oxidación esenciales en los procesos metabólicos celulares.
Tales reacciones serían incompatibles con la vida, pero existen en las células mecanismos de defensa que neutralizan esos radicales libres. Esas defensas son los antioxidantes.
Se considera como tal a cualquier sustancia que, en concentraciones normales, posee una afinidad mayor que cualquier otra molécula para interaccionar con un radical libre.
Los radicales libres se eliminan a través de los antioxidantes que el mismo cuerpo produce. Cuando se pierde esa capacidad es el momento de iniciar la ingesta de antioxidantes.
“Hay que empezar desde temprana edad porque enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson se gestan 15 o 20 años antes de su aparición” dice Serfati.
Sobre todo, agrega, que ahora la expectativa de vida es mayor: 78 años para las mexicanas y 73 para los mexicanos. “Y cada vez es más común gente de más de 80”.
La producción de diversas sustancias —como la coenzima Q10— disminuye con la edad.
Dicha reducción se ha asociado con el desarrollo de varias enfermedades y condiciones relacionadas con el envejecimiento.
Pero hay más razones para comprender por qué llega el tiempo en el que un suplemento de antioxidantes es esencial para proteger al cerebro de males como Parkinson y Alzheimer. (Estos son los signos tempranos del Alzheimer que todos los adultos deben saber).
El cerebro es el que nos da independencia. Ahí reside la memoria, uno de los componentes más importantes de nuestro ser, el cual hace a cada persona una individualidad absoluta.
La prevalencia de alteraciones de la memoria es variable en las diferentes etapas de la vida, pero son más comunes en la edad adulta mayor, es decir, a los 60 o más años.
Pero ese centro de mando está muy protegido. Tiene un caparazón casi infranqueable llamado barrera hematoencefálica que no permite el paso de nada malo, pero tampoco de nada bueno. Y entonces el tiempo, y otros factores, empiezan a dañarlo sin remedio.
Algunas personas optan por tomar tal o cual alimento para ralentizar ese proceso oxidativo, pero el cerebro poco o nada se beneficia.
“Es como si intentas apagar un incendio en la azotea con una cubeta de agua, lo está atendiendo, pero no es suficiente”.
Quienes inician la ingesta de jugos o frutas básicamente pierden el tiempo. Diversos estudios han demostrado que poco llega de la manera adecuada. “Tomar un vaso de jugo de granada es como querer apagar el incendio con una cubeta”.
Si tiene un incendio en la azotea de casa no lo puedes apagar con un cubo de agua; sí hiciste algo, pero no lo suficiente. Eso es el vaso de jugo de granada.
En cambio existen opciones de suplementos que llegan con toda su potencia a este órgano. “Es como llegar al incendio con una manguera”.
En el aceite de semilla de la Granada se encuentra el Omega 5, una sustancia natural con un potente efecto antioxidante y acción antiinflamatoria celular que favorece la generación de energía necesaria para las funciones y duración saludable de cada célula.
La naturaleza regaló ese antioxidante potente, pero no serviría de mucho si no fuera por la nanomedicina, ya que ese aceite no podría acceder al cerebro.
Pero la nanomedicina aplicada al Omega 5 en forma de nanoemulsión hace que éste sea transportado dentro de nanogotas, es decir, en una gota de agua caben 1,300,000 nanogotas.
Una vez nanoemulsificado, el Omega 5 puede atravesar distintas barreras orgánicas y llegar en cantidades suficientes para protección de las células, incluso las cerebrales.
Sin esa nanotecnología sería imposible que el Omega 5 llegará a las estructuras celulares, donde inician los daños que pueden progresar a enfermedades y envejecimiento prematuro.
Son pocos los antioxidantes que pueden llegar a proteger las neuronas. Sin embargo, esta tecnología blinda las neuronas del cerebro y evita que los radicales libres las dañen.
La contaminación, el exceso de sol, la comida chatarra, la obesidad, el envejecimiento, el sedentarismo y las enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión, el Alzheimer, la artritis y el Parkinson se acompañan de altos niveles de oxidación celular.
Por ello, el uso de un antioxidante es tan importante, porque aunque no cura la enfermedad, sí disminuye la intensidad del daño y retarda el deterioro acelerado.
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