Es muy importante un pediatra, pero ¿qué es lo que ellos no te dicen?
El pediatra es una de las figuras principales en el correcto control y seguimiento del crecimiento de tu hijo, es una figura confiable para ti.
Haz tu cita con el pediatra a la mitad de la semana, y pide la primera consulta disponible en la mañana o justo después del almuerzo.
Si bien algunos estudios muestran que los antibióticos para las infecciones de oído en niños mayores de dos años rara vez son mejores que observar y esperar, aun así muchos de nosotros los recetamos.
Queremos sentir que estamos haciendo algo útil. Si receto un antibiótico para tu hijo y al cabo de unos días se siente mejor, pensarás que soy un genio.
¿Quieres que las vacunas sean menos dolorosas para tu bebé? Pregunta si puedes darle el pecho mientras se las ponemos. O, si es un niño que ya camina, si podemos usar un anestésico local en aerosol o una crema para reducir el dolor.
No nos pidas que le echemos “un vistazo rápido” al hermanito que no tiene cita. Si tu mamá te acompañara al ginecólogo, no le dirías al médico: “Doctor, ¿podría acostarla y echarle un vistazo rápido a ella también?”
Cada paciente merece una evaluación completa.
A veces disponemos de menos de 10 minutos para cada paciente, así que aprovecha el tiempo y plantea primero los problemas más urgentes. Si tienes mucho que preguntar, pide una cita especial.
Aunque te diga que dejes llorar a tu bebé hasta que se vuelva a dormir cuando sea un poco mayor, no me preguntes si yo seguí ese consejo con mis hijos. No lo hice nunca.
Si tienes una inquietud urgente y en la recepción te dicen que no hay citas disponibles, pide hablar con una enfermera y explícale tu situación. Tal vez pueda conseguir que el pediatra te atienda, aunque su agenda esté llena.
No retrases el tratamiento de tu hijo porque quieres que yo vea los síntomas. La gente suele decir: “No le di el analgésico porque quería que usted sintiera la fiebre”, o “No usé el nebulizador porque quería que oyera el jadeo”.
Créeme, no dudaré de que el niño jadeaba o tenía fiebre, pero retrasar el tratamiento sólo lo hará sufrir.
En cuanto me dices “No le gusta que le revisen los oídos”, le recuerdas al niño la última vez que hice eso, lo que nos predispone para otro fracaso. Mejor di con naturalidad: “Es hora de que el doctor te revise los oídos”.
No tenemos una sala de espera para “enfermos” y otra para “sanos”. En todo el consultorio hay gérmenes, y no podemos desinfectar después de atender a cada
paciente. Mi consejo es que lleves tus propios juguetes, y si tu hijo toca cualquier cosa, lávale las manos con un poco de gel desinfectante.
No le digas a tu hijo que le voy a poner una inyección si no se porta bien. Jamás haré eso.
Algunas aseguradoras no nos pagan por atender cuadros complejos en una consulta de rutina. Si tu hijo lleva meses quejándose de dolor de cabeza, lo más probable es que yo te diga que hagas otra cita, para averiguar con detenimiento la causa de los dolores.
En general, los pediatras tenemos menos ingresos que otros médicos. La mayoría de los especialistas cobran honorarios más altos. Los bebés nos ensucian, se orinan, vomitan y cosas peores; sin embargo, nos encanta atenderlos y cuidar su salud.