¿Con qué regularidad lavas las sábanas de tu cama?
¿Cada tercer día, cada semana o cada mes hay que lavar las sábanas? La respuesta correcta a esta incógnita la podría tener la ciencia y te sorprenderá.
Cuando dormimos, las sábanas entran en contacto con nuestro cuerpo, filtrando nuestros fluidos corporales en cada capa del tejido. Estos fluidos incluyen sudor y otras sustancias mucho más desagradables.
Es usual encontrar entre las sábanas saliva, orina, fluidos genitales e incluso materia fecal. La ausencia de limpieza permite que estas sustancias se filtren en almohadas y colchones, y estos son mucho más difíciles de limpiar.
Millones de ácaros del polvo e insectos microscópicos viven en tu cama, comen tu piel muerta y pueden causar problemas respiratorios como asma y alergias.
La limpieza de nuestras sábanas depende de varios factores, como si hacemos ejercicio o dormimos sin pijama.
Las sábanas se deben de lavar, como mínimo, ¡una vez a la semana! Esto es lo que dice el doctor y director de microbiología clínica e inmunología en el Centro Médico Langone, Philip Tierno Jr.
Según apunta el portal ABC, es necesario hacer la limpieza semanal ya que con la segunda vez que nos metemos a nuestra cama, ya agregamos células muertas, sudor, cabellos o maquillaje. Y si duermes con tu mascota, todos sus pelitos que suelta.
Esto es como mínimo y si ocupas pijama al dormir, ya que si haces deporte antes de ir a la cama o descansas sin ropa, se deberían de lavar unas dos veces a la semana.
Si alguien de la familia está enfermo, también se deben lavar las sábanas dos veces a la semana.
Esta limpieza se hace para que en las sábanas no se acumulen bacterias, suciedad y residuos que podrían afectar nuestra piel y salud en general.
Si vives en una ciudad con clima muy caliente, lo mejor es que hagas lavados más frecuentes, porque aumenta tu transpiración nocturna.
Muchas familias cambian las sábanas cada dos semanas, algunas incluso cada mes, un tiempo que es claramente excesivo. Lo ideal es cambiar de sábanas todas las semanas y lavar estas al menos a 60 grados de temperatura, para acabar eficazmente con las bacterias.
También es recomendable secarlas a la intemperie, pues la luz del sol es muy efectiva eliminando microorganismos.