Soy maestra de matemáticas en una escuela para niños de escasos recursos económicos. Un día le pregunté a uno de mis alumnos cuál era su mayor sueño en la vida.
—Yo sueño con ser astronauta, policía o tal vez piloto aviador —respondió—. También me gustaría ser médico o actor de cine. Pero si la vida no me da oportunidades y se me cierran todas las puertas, entonces seré maestro de matemáticas.
Sandra Preciado, Colombia
Carrera en el andén
Mi esposo solía dejar todo para el último momento, lo cual no era nada bueno para él porque su trabajo lo obligaba a hacer viajes constantes en tren. Sin embargo, esto ocurrió en una época en que las puertas de los vagones podían abrirse mientras el tren estaba en movimiento.
Un día mi esposo llegó corriendo a la estación, como siempre, mientras el tren se desplazaba lentamente a lo largo del andén. Sin dejar de correr, de un tirón abrió una puerta y le gritó a la gente que se hiciera a un lado; luego lanzó su equipaje dentro del vagón, ante la mirada atónita de quienes estaban dentro. Finalmente, al dar un salto desesperado, perdió el equilibrio y aterrizó junto a los pies de las personas, con los brazos y las piernas extendidos.
En ese momento el tren, que no partía sino que llegaba a la estación, hizo alto total con un chirrido.
Wendy Kilpatrick, Australia
Oído al pasar frente al departamento de recursos humanos:
“Necesito mi fecha de nacimiento para poder consultar en línea la información sobre mis prestaciones y derechos laborales, pero no recuerdo en qué año les dije que nací cuando ustedes me contrataron”.
Nicole Holt, Australia
Empleos que nadie quiere tener
Director de teatro: persona contratada por la gerencia para ocultar el hecho de que el elenco no sabe actuar.
James Agate, diarista y crítico
No soy editor de periódico, y trataré de hacer siempre lo correcto y ser una buena persona para que Dios no me convierta en uno.
Mark Twain, escritor y reportero
Shane trabaja en la sección de productos gourmet de una cadena de supermercados, donde a menudo se mete en problemas. He aquí algunas advertencias que, supuestamente, le ha enviado la gerencia:
• “Shane, deja de poner etiquetas de ‘Se requiere un poco de ensamblaje’ en los paquetes de ocho piezas de pollo”.
• “Shane, las muestras gratis que les das a los clientes deben ser de la sección de productos gourmet, no de la de aparatos electrónicos”.
• “Shane, cuando un cliente te pregunte dónde puede encontrar algún producto, dile el número del pasillo, y no le des señas para llegar al supermercado de la competencia”.
Fuente: foodbeast.com
Soy maestra, y hace tiempo le di clases a un grupo de primer grado en un poblado pequeño. Según el reglamento, las clases comenzaban a las 9 de la mañana, pero a menudo, por problemas de transporte, los niños llegaban entre las 9 y las 9:30. En una ocasión había solamente seis alumnos cuando empecé la clase.
—¡Buenos días, mi pequeño grupo! —saludé alegremente a los niños.
Desde el fondo del salón, una voz aguda respondió:
—¡Buenos días, mi ancha maestra!
Debbie Chute, Canadá
Cierta vez llegó un adulto mayor en ambulancia a la sala de rayos X donde trabajo, y mis compañeros y yo nos dispusimos a pasarlo de la camilla a la mesa de examen. Yo estaba de pie frente a la cabeza del paciente, y me incliné hacia delante para pasar los brazos por debajo de sus hombros y tirar de su cuerpo hacia mí, pero cuando lo levanté se abrieron de golpe todos los botones de la blusa de mi uniforme.
Entonces el anciano alzó la vista y con voz de deleite exclamó:
—¡Guau! ¡Acaba de darme una razón para vivir!
Monica O’Neill, Canadá
Trabajaba en el departamento de seguridad del Ejército, y en una ocasión un oficial de alto rango de otra base militar llamó por teléfono para preguntar a quién debía dirigir una carta urgente. Consciente de que mi apellido es difícil de escribir e iba a causarle problemas, le respondí:
—Sólo escriba sargento Gary, pues mi apellido es engorroso.
Al día siguiente recibimos en la oficina una carta que iba dirigida al sargento Gary Engorroso.
G. C., Estados Unidos
Un contribuyente rezagado entró a la oficina estatal de recaudación de impuestos donde trabajo y me entregó su declaración. Justo en ese instante se oyeron unas carcajadas provenientes de otro cubículo. Tras lanzarme una mirada inquisitiva, el contribuyente me preguntó:
—¿Qué están haciendo allá atrás? ¿Contando el dinero?
William Umberson, Estados Unidos
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