Calma, regenera, hidrata, tonifica y combate la inflamación y las bacterias. Estas son solo algunas de las bondades del agua de rosas, un producto ancestral que ya usaban los árabes en el siglo X.
En la actualidad, la variedad más preciada es la que se obtiene de la rosa damascena, rica en vitaminas B y E, un tónico natural que favorece la producción de colágeno y la elasticidad de la piel.
Para utilizar el agua de rosas, puedes aplicarla directamente con un atomizador sobre la piel y el cuero cabelludo, o humedecer un algodón para dar ligeros golpecitos en el rostro.
Como paso inicial de tu rutina facial, debe utilizarse por las mañanas, después de bañarte o lavarte la cara. Asegúrate de dejar que se seque antes de aplicar cualquier otro producto.
También puede utilizarse a lo largo del día para refrescar el rostro y regalarte un momento de relajación.
El agua de rosas es un componente básico pero delicioso de las rutinas de cuidado de la piel, con una rica historia que lo avala. Su larga lista de ventajas puede atribuirse principalmente a sus propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y antimicrobianas.
Con información de El mundo
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