La memoria no tiene por qué debilitarse con los años. Aunque el envejecimiento es inevitable, el deterioro cognitivo no lo es. ¿La clave? La neuroplasticidad, una capacidad fascinante del cerebro para adaptarse, reorganizarse y aprender durante toda la vida.
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Según el Dr. Andrew E. Budson, neurólogo del Sistema de Salud de Asuntos de Veteranos de Boston y profesor en la Facultad de Medicina de Harvard, «la neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para aprender, recordar y cambiar cuando las circunstancias lo requieren». Esta capacidad permite que nuevas experiencias, hábitos y estímulos refuercen las conexiones neuronales, lo que se traduce en un pensamiento más ágil y una memoria más sólida.
Para preservar la salud cerebral, es fundamental combinar actividad física, nutrición adecuada, estimulación mental y descanso reparador. Estas son algunas estrategias comprobadas:
El ejercicio aeróbico eleva los niveles de BDNF, una proteína que potencia el crecimiento neuronal. El Departamento de Salud de EE. UU. recomienda al menos 150 minutos semanales de actividad aeróbica para mantener la función cognitiva. Según el Dr. Budson, “cuando nos ejercitamos, el cerebro libera factores de crecimiento esenciales para mantener su plasticidad”.
La dieta mediterránea y la dieta MIND —basadas en frutas, verduras, pescado, legumbres y grasas saludables como el aceite de oliva— han demostrado reducir el riesgo de deterioro cognitivo, según estudios publicados en la revista Neurology. Por el contrario, las dietas ricas en azúcar y grasas procesadas pueden afectar negativamente la neuroplasticidad.
Aprender un idioma, leer sobre nuevos temas o tocar un instrumento fortalece la reserva cognitiva, la cual actúa como escudo frente al envejecimiento. «Conocer gente nueva, viajar o participar en cursos para adultos son excelentes formas de ejercitar el cerebro», afirma Budson.
Durante el sueño, el cerebro consolida la memoria y elimina toxinas. Dormir de 7 a 9 horas es vital para cualquier adulto mayor. Establecer una rutina nocturna, limitar las pantallas y mantener un ambiente tranquilo son claves para un descanso de calidad.
El estrés crónico eleva el cortisol y puede dañar las neuronas. La meditación, la respiración profunda y pasar tiempo en la naturaleza ayudan a contrarrestar estos efectos y promueven cambios positivos en la estructura cerebral, apoyando la neuroplasticidad.
La interacción social estimula la memoria y ralentiza el deterioro cognitivo. Asistir a eventos culturales, unirse a grupos o pasar tiempo con amigos fortalece las redes neuronales y aporta bienestar emocional.
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Conclusión
Adoptar hábitos que estimulen la neuroplasticidad no solo mejora la agudeza mental, sino que también incrementa la calidad de vida. A cualquier edad, pero especialmente después de los 50, es posible entrenar la mente como se entrena el cuerpo. Tu cerebro tiene un potencial asombroso. Actívalo, cuídalo y disfrútalo durante toda tu vida.