¿Cuál es la función de los tejidos?
El cuerpo humano está formado por 4 tipos básicos de tejidos, realizan tantas funciones que es difícil incluirlas toas en un libro de texto.
En los organismos complejos las células no trabajan aisladamente, sino en grupos que constituyen los tejidos. El cuerpo humano está formado por cuatro tipos básicos de tejidos: conjuntivo, epitelial, muscular y nervioso. Estos conjuntos de células especializadas realizan tal diversidad de funciones que sólo los libros de texto más avanzados pueden incluirlas todas.
El tejido conjuntivo es el más abundante de los cuatro. Como su nombre lo indica, generalmente vincula y da soporte a otros tejidos, pero también almacena grasa, forma células sanguíneas, devora bacterias y produce anticuerpos que combaten las infecciones. Aunque la sangre y los huesos suelen considerarse como órganos dada su complejidad, son variedades de tejido conjuntivo y como tal se los clasifica.
Son láminas de tejido epitelial las que revisten las cavidades internas del cuerpo y cubren y protegen su superficie externa. En el intestino delgado, por ejemplo, es el tejido epitelial el que absorbe los nutrientes extraídos de los alimentos; en las glándulas, su función es segregar enzimas, hormonas, moco, sudor y saliva.
La especialidad del tejido muscular es la contracción, que es la que hace que se muevan las distintas partes del cuerpo. La musculatura esquelética está controlada por la voluntad; conscientemente tocamos el piano o damos una vuelta a la cuadra.
En cambio, los músculos del corazón y los de las vísceras trabajan automáticamente; no podemos ordenarles que bombeen más o menos sangre, por ejemplo, o que aceleren los movimientos peristálticos del intestino.
El tejido nervioso conduce impulsos electroquímicos por medio de los cuales recibe señales del mundo externo e interno y manda mensajes a todo el organismo. A diferencia de las células de otros tejidos, generalmente microscópicas, muchas de las que integran éste llegan a medir 2 m de largo.
La palabra órgano nos hace pensar en estructuras como el corazón, el hígado o el estómago, pero también lo son un ojo, un brazo o una pierna y, para algunos, incluso cada uno de los huesos de nuestro esqueleto. Generalmente un órgano se define como el conjunto de tejidos relacionados que desempeñan una función definida.
Los pulmones están magníficamente diseñados para extraer el oxígeno del aire, pero sólo pueden realizar su función si cuentan con la colaboración de la nariz, la faringe, la laringe, la traquea y los bronquios, partes todas del aparato respiratorio.
Lo mismo sucede con los órganos que integran los nueve aparatos restantes. Cada órgano está capacitado para cumplir parte de una de las muchas tareas necesarias para mantener al cuerpo funcionando como un todo; pero para poder llevar a cabo esa tarea todos los órganos de un aparato tienen que trabajar en equipo.
Así como los órganos de un mismo aparato necesitan unos de otros, también existe una interdependencia entre los diez aparatos que forman el cuerpo. El aparato respiratorio necesita al circulatorio para que distribuya la sangre oxigenada y recoja la que está cargada de bióxido de carbono.
Aunque el aparato respiratorio, para seguir con el mismo ejemplo, esté sano, no podrá sobrevivir si el circulatorio, o cualquier otro, no funciona razonablemente bien. Más aún, cuando algo sucede en un aparato, el incidente generalmente repercute en los demás.
Si el sistema nervioso nos trae malas noticias mientras estamos comiendo, lo más probable es que el aparato digestivo no funcione tan bien como suele hacerlo.