Entre niños: Curiosidad geográfica

Curiosidad geográfica

—Mañana voy a visitar Liverpool —le dije a mi nieto, de tres años de edad.

Luego de quedarse pensativo unos instantes, el niño me preguntó:

—¿Y dónde vive Liverpool?

Christine edney, Reino Unido

Mi esposo y yo estábamos explicándole a nuestro hijo, de cinco años, que existen diversos oficios y profesiones. Para que le quedara más claro, dimos ejemplos citando a los miembros de nuestra familia.

—¿Qué hace tu abuelito en su taller? —le preguntamos.

—Arregla autos —dijo el niño.

—Sí, eso hace porque es mecánico —respondimos—. ¿Y qué hace tu otro abuelito?

—¡Él es policía!

—Exactamente.

A continuación le preguntamos:

—Y tu abuelita, que atiende la casa, ¿qué es?

—¡Viejita! —respondió el pequeño.

Cecilia López, México

Mi hijo Ahmed iba a participar por primera vez en la escolta del kínder al que asistía. En el último ensayo, cuando le tocaba hacer el juramento a la bandera, tenía que decir: “Y daré mi vida por ella”.

Sin embargo, el niño volteó a ver a su maestra y con un tono de preocupación le dijo:

—¿Morirme? ¿Y si mejor sólo me desmayo?

Natalia Moya, México

Descubrí a mi hijo Luca usando sus marcadores en todos mis paños de cocina. Había hecho un dibujo en cada uno de ellos.

Cuando, bastante molesta, le pregunté por qué había hecho eso, me respondió que yo siempre me estaba quejando de que no tenía suficiente dinero para comprar paños de tela estampada, así que pensó que podría darme una grata sorpresa.

Joanna Aitch, Reino Unido

Soy dentista. Cierta vez, cuando probé en mis pacientes una nueva pasta pulidora a base de piedra pómez con sabor a chocolate, recibí pésimos comentarios de todos ellos, excepto de un niño de seis años. Mientras le pulía los dientes, no dejaba de lamerse los labios.

—Creo que te gusta mucho este nuevo sabor —le dije.

—¡Claro que sí! —contestó—. Sabe justo como la vez que se me cayó una barra de chocolate en la caja de arena donde juego.

Estaba yo guiando a un grupo de niños de kínder por las distintas áreas del hospital donde presto mis servicios, cuando por casualidad oí la siguiente conversación entre una pequeña y uno de los técnicos de radiología:

—¿Sabes lo que es tener un hueso roto? —le preguntó él.

—Sí —contestó la niña.

—Vaya… ¿Y te dolió?

—No.

—¿En serio? No lo puedo creer. ¿Qué hueso fue?

—El del brazo de mi hermana.

A. L. Graber, Canadá