En 2006, la prestigiosa revista Science planteó una posibilidad revolucionaria: en el futuro, quizás, podríamos usar fármacos para prevenir el cáncer de mama. Casi veinte años después, esa promesa sigue sin cumplirse. El camino de la ciencia es lento, pero en este caso, un grupo de expertos denuncia que la investigación de un compuesto prometedor ha sido lastrada por un obstáculo adicional: los prejuicios morales y el sesgo político.
El fármaco en cuestión es la mifepristona, mundialmente conocido por su uso en el aborto médico. Su asociación con la interrupción del embarazo ha levantado un muro que, según un reciente editorial en The Lancet, está frenando su potencial para salvar vidas en otro campo. “Da miedo investigarlo y parecer proabortista”, admite la investigadora sueca Kristina Gemzell Danielsson, una de las firmantes.
La ciencia detrás de la promesa: ¿cómo funcionaría la mifepristona?
La evidencia científica sobre la conexión entre la mifepristona y el cáncer de mama es creciente y se centra en mujeres con un riesgo genético muy elevado, específicamente aquellas portadoras de las mutaciones BRCA1 o BRCA2 (conocidas popularmente como el “gen de Angelina Jolie”).
El mecanismo es sorprendentemente claro:
- El papel de la progesterona: Las mujeres con estas variantes genéticas suelen tener niveles más altos de la hormona progesterona. Esta hormona provoca la multiplicación de unas células mamarias de alto riesgo (células progenitoras luminales), que se cree pueden ser el origen de algunos de los cánceres más agresivos.
- El bloqueo de la mifepristona: Este fármaco actúa bloqueando los efectos de la progesterona. Al hacerlo, reduce la proliferación de estas células potencialmente cancerígenas.
“Hemos realizado estudios que demuestran que su ingesta reduce el número de estas células de alto riesgo en la mama”, explica el experto Martin Widschwendter. Los resultados, tanto en humanos como en ratones, son prometedores, pero insuficientes para dar el siguiente paso sin más investigación.
Un muro de prejuicios: las barreras que frenan la investigación
El editorial de The Lancet es contundente al señalar los obstáculos que han estancado el avance de esta línea de investigación. No se trata solo de desafíos científicos, sino de una compleja red de barreras sociales y económicas.
- Prejuicios morales y políticos: El estigma asociado al aborto contamina la percepción del fármaco. “Es un tema muy politizado y polarizador”, lamenta Widschwendter. Esto dificulta el acceso al fármaco y la obtención de fondos.
- Obstáculos normativos y alto costo: Según Danielsson, los obstáculos regulatorios para investigar con mifepristona son “absurdos” y su costo es extremadamente elevado, probablemente por su asociación con el aborto.
- Falta de interés farmacéutico: Las grandes farmacéuticas tienen pocos incentivos comerciales. “Utilizar un medicamento antiguo para una nueva indicación no reporta un beneficio inmediato”, señala Danielsson, ya que las patentes son clave para la rentabilidad.
La visión crítica: ¿es suficiente la evidencia actual?
No toda la comunidad médica comparte el mismo nivel de alarma. El Dr. Rodrigo Sánchez-Bayona, secretario científico de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), ofrece una visión más cauta. Si bien reconoce la coherencia de las barreras identificadas, advierte que la evidencia científica aún es preliminar.
“Los tres estudios que menciona [el editorial] son preclínicos”, señala. “No hay estudios prospectivos que hayan demostrado que la toma de mifepristona reduzca el número de diagnósticos nuevos de cáncer de mama en mujeres sanas”. Este contrapunto es clave: además de las barreras políticas, se necesita más ciencia de alta calidad para justificar un cambio de paradigma.
La urgencia de un nuevo enfoque en la prevención
Actualmente, la única opción de prevención para mujeres con alto riesgo genético es drástica y mutilante: la extirpación de ambos senos (mastectomía), una solución que reduce el riesgo en un 90% pero con un impacto devastador en la calidad de vida.
Los autores del editorial comparan la situación con el éxito en la prevención del cáncer de cuello uterino, donde la vacunación contra el VPH ha logrado reducir su incidencia a niveles que hacen pensar en su posible erradicación. Un fármaco como la mifepristona podría ofrecer, por primera vez, una alternativa de prevención no quirúrgica para el cáncer de mama.
La ideología no debe ser una barrera para la ciencia
La historia de la mifepristona y el cáncer de mama es un claro ejemplo de cómo la ideología puede interferir en el progreso científico. Un fármaco con un mecanismo biológico bien conocido y un potencial evidente para prevenir el cáncer más común en mujeres a nivel mundial se encuentra estancado.
Si bien es cierto que se necesita más investigación clínica robusta, la comunidad científica denuncia que son precisamente los prejuicios políticos y los desincentivos económicos los que impiden que esos estudios se lleven a cabo. Su llamado es claro y urgente: la ideología debe quedar a las puertas del laboratorio para que la ciencia pueda avanzar y, potencialmente, salvar vidas.
La ciencia avanza con financiación y sin barreras ideológicas. Comparte este artículo para generar conciencia sobre la importancia de apoyar la investigación médica libre de prejuicios y centrada en el bienestar de los pacientes.