Por primera vez en México se usa el ácido acexámico granulado para la regeneración de huesos en pacientes con este tipo de padecimiento.
Alejandro tenía 27 años cuando sufrió una caída en el baño de su casa. Dos meses después de ese accidente notó que la parte inferior de su pierna derecha presentaba un abultamiento que le impedía caminar y le causaba dolor. Preocupado acudió al médico. El 9 de diciembre recibió un diagnóstico devastador: padecía osteosarcoma, nombre con el que se conoce a una familia de tumores del tejido conjuntivo con distintos grados de agresividad.
El cáncer de hueso es una de las neoplasias menos frecuentes, pero igual de mortal que el resto de los tumores malignos. Este tipo de cáncer representa el 0.2 por ciento de todos los tumores sólidos con 3,500 nuevos casos anuales y una mortalidad de 1,660 personas tan solo en Estados Unidos.
Para evitar problemas futuros, los médicos sugirieron la amputación, pero el joven originario de Chihuahua tuvo la suerte de enterarse de la existencia de un protocolo innovador en el Servicio de Tumores Óseos del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), a cargo del doctor Genaro Rico, quien emplea ácido acexámico granulado, un coadyuvante en la formación de hueso que se ha utilizado para la aceleración de la formación de callo óseo en fracturas. Esta innovación médica ha salvado de la muerte y la discapacidad a 150 pacientes.
El doctor Rico —quien tiene dos décadas de experiencia en tumores óseos— analizó el caso. “Uno de los problemas a los que nos enfrentamos es la cantidad de hueso que podemos reparar” cuenta el especialista, quien tiene poco tiempo con esta investigación, pero con resultados muy alentadores, lo cual es invaluable, pues este cáncer suele atacar a niños y jóvenes.
Se abre el miembro afectado, se localiza la tumoración y se le inyecta vapor de agua a 70 grados Celsius 10 minutos. Posteriormente se retira la parte afectada, se coloca en una bolsa de polietileno y se le inyecta el mismo vapor durante 15 minutos. “Esa acción asegura que toda la parte biológica, todo lo que son células del hueso mueran y nos quedamos solo con el hueso sano, ese debe preservarse para que no se tenga que usar una prótesis muy grande” puntualiza el doctor Rico.
Una vez colocado el hueso sano se procede a la colocación del ácido acexámico granulado, el cual servirá para la reconstrucción del hueso, lo que preserva la extremidad del paciente.
El tratamiento acelera la formación de hueso, pues estimula los mediadores inflamatorios y de reparación del colágeno y las interleucinas. Además, se incrementa el aporte sanguíneo a la zona y el microambiente se ve favorecido para la migración de células al sitio dañado, lo que acelera la reparación.
“Un beneficio es que no hay rechazo inmunológico porque el cuerpo reconoce que ese hueso estaba ahí, no es un cuerpo extraño, así que es reconocido por diversos anticuerpos” explica el especialista.
Una ventaja más está relacionada con la respuesta inmunológica. “Cuando sometemos el hueso al calor y lo colocamos en el lecho tumoral se desencadena la respuesta inmunológica, la respuesta linfocitaria y se crean anticuerpos que ayudan a la defensa de un tumor en el futuro”.
Tras un año de tratamiento, Alejandro se despidió de las muletas y recuperó en gran medida el hueso de la tibia, pues su cáncer fue detectado a tiempo, condición necesaria para que una persona con ese tipo de tumor sea candidato a esta innovación médica.
Respecto a una recaída, el doctor Genaro Rico comentó que aunque es común que reaparezca esta tumoración, con su método es muy poco probable pues ninguna célula sobrevive a los 70 grados Celsius. “Si pasa es porque nosotros cometidos algún error”.
Para asegurarse que no hay rastros de cáncer el paciente debe someterse a una gammagrafía ósea, la cual detecta dichas células, a las cuales habría que volver a aplicarles calor.
El recoverón, que desde hace largo tiempo se usa como ungüento para cicatrizar, se utiliza desde hace dos años en fracturas comunes, sobre todo entre gente con osteoporosis, y ahora tiene este nuevo uso.
En el 2016 en México el cáncer de hueso y de cartílagos articulares tuvo una prevalencia de 0.33 por ciento en la población de entre 0 a 17 años. En adultos no está catalogado dentro de los 20 principales que afecta a la población mexicana.
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