Es increíble que las personas caigan en una estafa romántica
La estafa romántica no es el único medio que las redes mundiales de timadores utilizan para desfalcar ancianos. Conoce lo que hacen los grupos criminales.
Una gélida tarde de enero, Lis Daugaard sentía mariposas en el estómago mientras esperaba que un vuelo aterrizara en el aeropuerto de Copenhague. Vestida con su mejor atuendo, la mujer de 65 años buscaba a Robert Aleksander entre los pasajeros que desembarcaban.
Se habían conocido en un sitio de citas por Internet y, tras intercambiar correos y llamadas durante dos meses, este sería su primer encuentro cara a cara.
La multitud ya se había disipado y Lis seguía esperando. ¿Dónde estaba el hombre de las fotos, de pelo cano, guapo, sonrisa tímida? Camino a casa se echó a llorar. “Tuve que telefonear a mi hija para decirle: ‘Creo que he cometido un grave error’”, cuenta.
El galanteo a Lis empezó en la página danesa dating.dk, cuando ella se jubiló en 2013. Su esposo había muerto una década antes y, hasta entonces, ella había estado demasiado ocupada para el amor, pues se encargaba de cuatro hijos y ejercía una carrera internacional en la Cámara de Industrias y Comercio en Leipzig (incluso vivió en dicha ciudad un tiempo). Cuando se registró y publicó su perfil, Robert Aleksander, quien dijo ser un diplomático de la Unión Europea, le mandó un mensaje a su buzón de entrada de inmediato.
A medida que la relación florecía, sus palabras se hicieron cada vez más románticas. Por eso, cuando él le dijo que necesitaba un préstamo a fin de viajar y visitarla, Lis no lo dudó. Le transfirió 94,000 coronas (unos 14,300 dólares) que tenía ahorradas. Al percatarse de que no llegaría, se quedó atónita. “¿Cómo pudo una mujer con mi experiencia, que ha trabajado por toda Europa, dejarse engañar así?”, pregunta.
Es muy difícil conocer la magnitud del problema, pues a muchos les da vergüenza denunciar el delito.
La policía está preocupada por casos similares: muchos son perpetrados por bandas internacionales del crimen organizado escudadas tras una computadora en Nigeria, Malasia o Israel, lejos del alcance de las policías locales. Las autoridades danesas emitieron una severa advertencia pública; Alemania, Francia, Canadá y Estados Unidos hicieron lo mismo.
“La persona con la que se está comunicando no es necesariamente quien dice ser”, previno la policía de Dinamarca a los esperanzados participantes de estos entornos virtuales.
Las estadísticas delictivas indican que las denuncias por estafa romántica han aumentado 20 por ciento en un año en países como Estados Unidos, donde la Oficina Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés) reporta que la mayoría de las víctimas son mujeres que rebasan los 40 años, divorciadas, viudas o discapacitadas.
Según la FBI, en 2016 recibió cerca de 15,000 denuncias por este crimen, casi 2,500 más que en 2015; los afectados perdieron más de 230 millones de dólares. Action Fraud, unidad policiaca del Reino Unido, advirtió que tan solo en 2017 a más de 3,500 ingleses dicho delito les costó 41 millones de libras. Estas cifras seguramente son la punta del iceberg: las estafas no solo vacían las cuentas bancarias, también dejan un sentimiento duradero de vergüenza.
No obstante, según la Europol, la agencia del orden público de la Unión Europea, la estafa romántica no es el único medio que las redes mundiales de timadores utilizan para desfalcar ancianos. Los grupos criminales también emplean “ingeniería social” con objeto de sonsacar información confidencial y efectivo de sus posibles víctimas.
Se efectúa vía Internet, a través de correos electrónicos (phishing) o redes sociales, así como por teléfono (vishing). Recientemente, en Suecia, el Reino Unido y Bélgica, la policía advirtió de un estafador que llama haciéndose pasar por detective. El “oficial” afirma que un embaucador ha accedido a su cuenta de ahorros. Promete ayudar al perjudicado si este le confía sus detalles bancarios.
“Están bien organizados”, afirma Peter Depuydt, director de proyectos contra el fraude de Europol. “Tienen gente que lava dinero y que abre cuentas de banco, así como centrales telefónicas para engañar”. Pueden, incluso, robar los números de teléfono de las instituciones financieras (lo que se conoce como suplantación o spoofing).
Es difícil conocer la magnitud del problema, pues a muchos les da vergüenza reportar las estafas, explica Depuydt. Sin embargo, agrega: “Creemos que la cifra aumenta porque los ancianos son un blanco fácil”. Action Fraud recibió, de personas mayores de 50 años —que representan al 55 por ciento de las víctimas—, más de 92,000 denuncias de fraude entre octubre de 2016 y septiembre de 2017.
En Renania del Norte–Westfalia, la región más poblada de Alemania, la policía dijo haber atendido 1,250 casos de estafa a adultos mayores en 2016 por 8 millones de euros. En agosto de 2017, tales cifras ya habían sido superadas.
Las estafas con inversiones son muy dañinas. Ocurren al final de la vida laboral; las víctimas pierden mucho dinero.
Los criminales intercambian “listas de tontos”, es decir, blancos fáciles que ya han caído, en su mayoría jubilados. Solo en el Reino Unido, la agencia de Normas Nacionales de Comercio (que protege a consumidores y negocios) ha detectado 300,000 nombres de víctimas potenciales desde 2012. Otros ladrones simplemente buscan gente de la tercera edad en Facebook, ilustra Depuydt, o colocan avisos falsos en las redes sociales.
Age UK, la mayor beneficencia británica para ancianos aduce que el incremento de hurtos a jubilados se debe, en parte, a que hay muchas personas mayores de 50 años en línea. Además, la gente vive más, varias con enfermedades como deterioro cognitivo. “A menudo contestamos llamadas de parientes angustiados por un papá o una mamá de 70 u 80 años. En algunos casos están preocupados porque estos padecen demencia o pérdida de memoria”, revela Phil Mawhinney, director de políticas.
Una estafa reciente en un pequeño poblado de Bélgica se centró en ancianos frágiles. En junio de 2016, Leopold [nombre ficticio], hoy de 92 años, conducía en la localidad. Tras bajar del auto, se acercó a él un sujeto y le dijo que había impactado su vehículo y le había roto el espejo lateral. Le mostró un gran raspón negro. El hombre propuso que no llamara al seguro porque era muy viejo y podría perder el derecho a la póliza.
En vez de eso, llamó a un “reparador,” quien le dijo que sustituir el retrovisor costaría 2,500 euros. Luego, llevó a Leopold al banco, donde este retiró 900 euros. Su hija Jicky, que habló con Selecciones a nombre de su padre (él estaba muy asustado), explicó: “Papá nos dijo que se sintió amenazado porque el tipo alzó la voz”. Una vez que el impostor se marchó, Leopold se dirigió a casa y llamó a sus hijas; por insistencia de ellas, denunció el delito al día siguiente.
Nunca dieron con los malhechores. Jicky agrega que el impacto ha sido grave y duradero. “Ahora mi padre siempre está angustiado”, confiesa.
Otras tretas tienen el potencial de provocar daños considerables; las estafas con inversiones son las más perjudiciales. Hace no mucho, Leonie Morris, de 52 años, oriunda de Cumbria, Inglaterra, fue víctima de un sofisticado fraude de este tipo. En aquel entonces, la instructora empresarial que había trabajado con grandes firmas transnacionales como Tesco Global planeaba jubilarse anticipadamente y pensaba financiarlo invirtiendo cuidadosamente lo que recibió al divorciarse. Encontró una página web que parecía pertenecer a la sólida institución financiera Cater Allen, parte del Grupo Santander.
Escribió su información de contacto y recibió un correo electrónico “del gerente” desde una dirección de aspecto oficial. Acordó conversar con el corredor de valores Jonathan Forbes, quien le envió su número directo. “Debido a que me dijo casi lo mismo que otros profesionales sobre el mercado de las inversiones, no dudé de él”, admite Leonie.
Tras la charla, compró un bono de 50,000 libras y comenzó a recibir pagos mensuales de 500 por concepto de intereses, lo cual la convenció de que la inversión era legítima. Al cabo de un par de meses, Forbes le ofreció otros productos. “Acepté uno. El rendimiento se reflejaba en el estado de cuenta mensual que recibía de, supuestamente, Cater Allen, así que decidí invertir más… apenas unas 400,000 libras”, se lamenta Leonie.
Poco después de la Navidad de 2017, recibió una llamada del banco. “Me dijeron que uno de los pagos sobre mis inversiones había entrado a la cámara de compensación y habían saltado varias señales de alerta”, relata; que algo parecía no estar bien. No podían darle detalles, pero le dijeron que llamara a su corredor. Y entonces se le ocurrió marcar el número del conmutador principal de Cater Allen en vez de llamar a la línea directa de Forbes. “Esa persona no trabaja con nosotros”, le informó una mujer. Leonie sintió que se moría.
El enlace al portal web del banco, el correo electrónico y el número desde el que él le marcaba habían sido clonados: “Jonathan Forbes” era un estafador que vivía en el extranjero. Todo el dinero se había esfumado.
Leonie dejó su retiro anticipado y regresó a trabajar de tiempo completo. “Es como volver a los 18 años. Debo tener mucho cuidado con lo que compro y no puedo irme de vacaciones”, dice. “Forbes”, mientras tanto, sigue libre, trabajando bajo el mismo nombre, aunque usa otras instituciones de fachada. Morris se considera afortunada porque aún puede ganarse el sustento; sin embargo, otros no tienen la misma suerte.
Peter Depuydt comenta: “Esta modalidad de estafa es muy perjudicial. Ocurre al final de la vida laboral y se pierde mucho dinero”.
En algunos países se está avanzando conforme se intenta contener la proliferación de fraudes. En el Reino Unido, el órgano regulador Payments Systems Regulator urgió a los bancos a ayudar en la prevención de hurtos luego de que unos 19,000 ciudadanos perdieran más de 100 millones de libras en la primera mitad de 2017 por “estafas de pagos instantáneos autorizados” (un desfalco en el que se engaña al sujeto para que efectúe una transferencia a un acreedor aparentemente legítimo que resulta ser un embaucador). Desde septiembre de 2018, gracias a un reglamento, hay mejores procedimientos de verificación, lo cual dificultará que los truhanes abran cuentas bancarias y facilitará a los clientes verificar que la persona a la que están pagando es quien afirma ser.
Se les está robando a los ancianos; muchos de ellos viven aislados, solos y vulnerables. Es aterrador.
En septiembre de 2017, la Cámara de Diputados italiana dio luz verde a una iniciativa de ley que castigaría con penas de prisión de 2 a 6 meses por estafar a individuos mayores de 65 años. La propuesta, que además pretende imponer multas de 400 a 3,000 euros, aún debe revisarse, pero muestra que Italia está dispuesta a combatir este delito.
La Unión Europea ha ordenado a las distintas empresas de redes sociales “asumir una mayor responsabilidad” contra los desfalcos y ha dispuesto que Facebook, Google y Twitter retiren anuncios falsos so pena de afrontar “medidas coercitivas”. Depuydt explica que, a través de seminarios y conferencias, Europol ha redoblado sus esfuerzos por crear conciencia sobre las distintas modalidades de este delito. En última instancia, la agencia espera desarticular a las bandas del crimen organizado que lo realizan.
En marzo de 2018, durante una redada conjunta de la Europol, la policía italiana y rumana, se arrestó a 20 sujetos; están acusados de robar 1 millón de euros al haber obtenido los detalles bancarios de cientos de clientes mediante phishing. No obstante, la Europol aclara que, si las víctimas no denuncian, ella no se entera del ilícito y “no puede hacer mucho”.
Las entidades que cuidan de los ancianos, como la organización de jubilados sueca SPF Seniorerna, creen que la solución es crear conciencia. “Información, información, información. Es lo único que funciona”, opina su secretario general Peter Sikstrom. A través de más de 800 sucursales en todo el país, SPF Seniorerna ofrece sesiones educativas y reparte volantes a la población que atiende con el propósito de mantenerla alerta.
En Holanda, Harry van Schaik, especialista en fraudes que solía ser oficial de policía en Utrecht, capacita a cientos de adultos mayores para evitar caer. La gente que toma el curso de Van Schaik comenta que se siente vulnerable, en parte, debido a que se ha criado con los valores cristianos, como la confianza, lo cual implica que en ocasiones puede ser ingenua.
Les enseña todos los trucos para evitar ser timados e, incluso, que simplemente debes evitar conversaciones largas con alguien que se presenta en tu puerta o te llama, pues esa es la oportunidad de ejercer influencia y manipulación, el fundamento de las estafas por ingeniería social. A Van Schaik le apasiona su trabajo porque “se les roba a los ancianos. Es aterrador”.
En una sociedad en la que las personas de la tercera edad a menudo quedan aisladas y solitarias, lo cual las deja más vulnerables a las trapazas, es muy importante mantenerse en contacto con otros. Al final de sus sesiones de entrenamiento, Van Schaik les pide a sus aprendices que transmitan sus nuevos conocimientos con sus pares. “Tienen que salir y compartir esto con los demás”, les suplica, “su recompensa será sentirse revitalizados”.
Lis Daugaard, quien nunca logró recuperar su patrimonio pese a intentar dar con el defraudador durante años, está convencida de lo mismo. En los meses posteriores a su terrible experiencia romántica, halló un propósito al buscar y ayudar a otros que habían pasado por lo mismo. Daugaard asevera que es indispensable empezar a hablar abiertamente. “La gente tiene que tomar conciencia del mundo que la rodea. Es la única forma de quitarles el mercado a los estafadores”.