¿Es saludable beber leche?
Hace décadas, la leche de vaca llegó a ser reconocida como una de las bebidas más saludables a nuestro alcance, incluso mejor que el café, los jugos y los refrescos.
Hace décadas, la leche de vaca llegó a ser reconocida como una de las bebidas más saludables a nuestro alcance, incluso mejor que el café, los jugos y los refrescos. Pero su fama ha venido decayendo con el tiempo.
En los 50, los suecos bebían casi dos vasos y medio al día, en promedio. “La cifra se ha reducido a menos de uno”, anota el doctor Karl Michaëlsson, catedrático de ciencias quirúrgicas en la Universidad de Uppsala, en Suecia.
Las ventas han caído por toda Europa: hasta 20 por ciento en la última década en Suecia y 30 por ciento en los últimos 15 años en el Reino Unido. Finlandia es el segundo mayor consumidor del mundo (detrás de Irlanda): 122 litros anuales per cápita, cifra 19 por ciento menor a la de hace 20 años.
Aunque la leche se bebe menos, la demanda de queso incrementa rápidamente, señala Johanna Mäkelä, catedrática de cultura alimentaria en la Universidad de Helsinki, en Finlandia. “Por eso puede decirse que aún se consume mucho, aunque la forma y sus derivados han cambiado”.
Conforme crecemos, rehuimos de ella por muchas razones: algunos no la digieren bien. Otros creen que su ingesta se asocia al desarrollo de cardiopatías. Y no olvidemos a quienes buscan opciones vegetarianas.
Si bien hace no mucho confiaban en sus bondades, hoy en día millones de europeos piensan que esta es dañina por varias razones. Por eso les pedimos su opinión a los expertos.
Los europeos llevan miles de años recurriendo a este alimento para sustentar la vida y complementar su dieta, sobre todo en la península escandinava, un territorio muy frío. La doctora Christina Ellervik, profesora del laboratorio de medicina en la Universidad de Copenhague, comenta: “¿Cómo sobrevivían nuestros antepasados en los inviernos de antaño? A base de carne o pescado deshidratado, y leche”.
Este es un producto rico en calcio y una fuente de vitaminas y minerales que no pueden encontrarse en otras bebidas. Además, contiene la proporción ideal de proteína, grasa y carbohidratos, lo cual lo hace un alimento muy completo y balanceado.
Según distintos estudios, beberla reduce el riesgo de sufrir un accidente vascular cerebral, diabetes tipo 2 y varias formas de cáncer. También podría evitar el desarrollo de cardiopatías y, por si fuera poco, fortalece los huesos y ayuda a aumentar la masa muscular en la edad adulta, sobre todo después de los 75 años.
“Los adultos mayores tienden a perder masa muscular con mucha rapidez”, explica Ian Givens, director del Instituto de Alimentación, Nutrición y Salud de la Universidad de Reading, en el Reino Unido.
“Está comprobado que las proteínas de la leche son las más recomendables para evitar dicho fenómeno”, señala Givens. En la vejez, el tejido muscular protege de fracturas óseas en caso de caídas.
Muchos europeos padecen intolerancia a la lactosa, en especial en el sur del continente, donde 65 por ciento de los adultos la sufren; en cambio, solo aqueja al 18 por ciento de los finlandeses. El trastorno se presenta cuando el intestino carece de una enzima (lactasa) necesaria para digerir la lactosa, el azúcar natural de la leche y otros lácteos.
“Los genes determinan quién sí y quién no la tolerará en la adultez”, explica Ellervik. “Los del sur de Europa tienden a rechazarla más que los escandinavos, quienes siguen consumiéndola sin problemas”.
Aunque hay presentaciones deslactosadas, los que asocian la ingesta de leche a los gases, la inflamación y la diarrea evitan cualquier variante.“En mi opinión, muchos de los que creen padecer intolerancia a la lactosa no se han practicado estudios para confirmarlo”, comenta Givens.
Desde hace tiempo, las grasas saturadas —presentes en los productos de origen animal, como la leche— se han satanizado debido a que su consumo se asocia al desarrollo de cardiopatías.
“La primera reacción de la gente es beber menos leche”, apunta Givens. “Lo que olvidan es que, pese a su aporte de grasa saturada, esta también contiene muchos nutrientes”.
“Ningún estudio ha logrado vincular su ingesta con un mayor (o menor) riesgo de padecer cardiopatía coronaria”, indica Ellervik. “Al parecer, tomarla podría elevar un poco el índice de masa corporal; sin embargo, esto depende de la cantidad y no necesariamente se traduce en un aumento en la propensión a padecer cardiopatía coronaria o diabetes”.
Como parte de sus investigaciones, Ellervik analizó el caso de cerca de 100,000 adultos daneses. Ella y sus colegas no observaron relación alguna entre un mayor consumo de leche y la presencia de diabetes o cardiopatías.
Será necesario llevar a cabo más estudios para convencer a los adultos de que los lácteos no son dañinos para el corazón; no obstante, ya hay bases.
“Hoy en día existen pruebas contundentes de que las proteínas de los lácteos reducen la presión arterial”, asevera Givens. Un estudio realizado por él examinó a 38 personas durante tres meses y descubrió que, en altas concentraciones (como las de los batidos para atletas de alto rendimiento), la proteína láctea disminuye los niveles de colesterol y esto, a su vez, mejora la presión arterial.
“En lugar de analizar la leche y los lácteos de modo integral, nos hemos enfrascado en el tema de las grasas saturadas”.
Desde Viroflay, Francia, Valérie Lasserre, de 52 años, asegura que ella seguía bebiendo leche porque “decían que fortalecía los huesos y preservaba el esqueleto en buena forma de por vida”.
Pero el año pasado, luego de leer algunos malos comentarios en la prensa, Lasserre desterró los lácteos de su dieta. Bajó tres kilos y dejó de experimentar dolor en una de sus articulaciones. Aunque ha vuelto a comer queso, ya no toma leche.
“Cuando se me antoja un chocolate caliente, lo preparo con leche de coco o almendras”, explica.
Muchos de los adultos que les rehúyen a los lácteos temen por sus huesos. Según numerosas investigaciones (como el estudio sobre la salud del personal de enfermería, que dio seguimiento a más de 70,000 profesionales durante 30 años), la ingesta de leche ejerce un efecto protector. “Se comprobó que el beneficio existe”, afirma Ellervik. “Cuanto mayor sea el consumo de esta, menor el riesgo de sufrir una fractura de cadera”.
Sin embargo, algunos expertos han presentado hallazgos en contra. Investigadores suecos analizaron cuestionarios de hábitos alimentarios llenados por más de 100,000 personas a lo largo de varios años. La incidencia de fractura de fémur proximal resultó 60 por ciento mayor para las personas habituadas a beber tres o más vasos de leche al día que para quienes suelen consumir menos de uno.
“A pesar de que aún no está demostrado del todo, creemos que la galactosa, un componente de la lactosa, produce inflamación y estrés oxidativo”, afirma el doctor Karl Michaëlsson, uno de los autores.
El estudio sueco es polémico, señala Lauri Wright, vocera de la Academia de Nutrición y Dietética de Estados Unidos. “Contradice los resultados de estudios aleatorizados con grupos de referencia según los cuales la leche [el calcio] protege contra las fracturas”.
De adolescente, Michael Kallinger, de Esslingen, Alemania, tenía tanto acné que decidió consultar al dermatólogo. Este sospechó de una alergia a la leche: le pidió al paciente que evitara los lácteos cinco días y que al sexto consumiera tantos como le fuera posible.
“Los resultados no podían haber sido más claros”, recuerda Kallinger hoy, a sus 50 años. “Mi piel mejoró mucho al interrumpir los lácteos y empeoró dramáticamente cuando volví a consumirlos”.
Michael empezó a beber leche de soya, una alternativa de origen vegetal que solo podía conseguirse en tiendas naturistas en los 80. Hoy en día, los supermercados venden leche de almendra, avena, soya, coco, cáñamo y arroz. Aunque a muchos afectos les gusta el sabor, estos productos no aportan suficientes nutrientes.
“No es recomendable sustituir la leche de vaca directamente con alternativas de origen vegetal porque el contenido nutricional varía mucho”, señala el investigador Sai Kranthi Kumar Vanga, experto en lácteos de la Universidad McGill en Montreal.
La mayoría de los sustitutos de origen vegetal carecen de la mezcla de proteínas, grasa y carbohidratos presentes en la leche de vaca, así como de sus minerales y vitaminas.
“Muchos productos están enriquecidos con calcio”, apunta Givens. “No obstante, la biodisponibilidad del mineral en esas bebidas será inferior en comparación con la leche de vaca”.
No te dejes llevar por rumores. Salvo en caso de intolerancia a la lactosa o alergia a la leche, evita eliminar los lácteos de tu dieta. “Un solo estudio no es razón para alterar nuestra conducta”, afirma Michaëlsson. “Es necesario tener más pruebas”.
Dado que los beneficios nutricionales superan los riesgos, los expertos recomiendan incluir leche en la dieta. “Si te gusta, bébela; no hay razón para no hacerlo”, apunta Ellervik. “Contiene calorías, igual que los jugos y las bebidas endulzadas, pero es más saludable, pues contiene calcio, vitamina D y muchas cosas buenas”.