Gordofobia, una de las discriminaciones más aceptadas y ‘normales’
La gordofobia es un conjunto de estereotipos, prejuicios y discriminación hacia las personas gordas público por el simple hecho de serlo.
De acuerdo con Ana Celia Chapa Romero, profesora e investigadora de la Facultad de Psicología, el concepto de gordofobia se define como aquellos estereotipos sociales, negativos y prejuicios hacia personas con sobrepeso que pueden ir acompañadas de distintos tipos de violencia: física; psicológica; económica; barreras de tipo ambiental, por ejemplo, espacios diseñados solamente para determinados tipos de cuerpos delgados generalmente en el transporte público, o las barreras sociales, “las personas obesas o con sobrepeso tienen una tasa de desempleo mayor”, afirmó.
La discriminación por características físicas se da hacia quienes en su apariencia física no se apegan al modelo esperado o aceptado, es decir, de piel blanca, rasgos afilados, cuerpo delgado, alto y de proporciones perfectas. Pero esto no siempre fue así, la doctora Chapa Romero refirió que un cuerpo grande era más valorado en los tiempos de la posguerra o en otras culturas.
Hay diferentes formas de explicar el estigma que viven las personas con sobrepeso, ya que no solamente se está hablando de una talla o de un peso o de una dimensión corporal, sino de profundas implicaciones que tienen que ver con construcciones sociales.
Es común que a las personas con sobrepeso se les asocie con valores morales como la falta de autocontrol, indisciplina, flojera, pasividad o que son inseguras.
Sin embargo, hay factores ambientales y culturales que causan el sobrepeso y la gordofobia no toma en cuenta.
“Las largas jornadas de trabajo actuales impiden que las personas puedan tener actividad física y se han vuelto más sedentarias, así como el acceso a ciertos alimentos que son considerados saludables y a veces son de mayor costo; las personas tienden a consumir más carbohidratos porque les otorgan energía para muchas horas del día y su costo es menor en comparación con el precio de una ensalada”.
Por otro lado, comentó que muchas veces se define a las personas con sobrepeso como que son poco saludables, y si bien hay una mayor prevalencia de que presenten ciertas enfermedades, si no cuentan con salud mental o emocional no se puede hablar de salud ya que ésta es integral, van de la mano.
“No tienen una vida saludable no porque no quieran, es un problema de justicia social y de quienes tienen acceso a ciertos espacios para hacer ejercicio, por ejemplo”.
En lo que se refiere a los estereotipos, las mujeres son las que más padecen de gordofobia, porque los estigmas impulsan la idea de que sólo un tipo de cuerpo merece atención y valoración positiva.
La investigadora de la UNAM dijo que para terminar con la discriminación por gordofobia se deben crear políticas que aboguen por la justicia social. Esto puede ser una contraparte significativa para que temas como discriminación laboral se reduciría significativamente con políticas públicas fuertes.
En México, 20 por ciento de la población ha sufrido discriminación por cualquier cosa, durante el año reciente. Pero, de esa gente, la mitad de las personas sufrieron discriminación por tener sobrepeso.
“Hay violencia que ejerce el personal médico en las personas con sobrepeso juzgándolas, discriminándolas y eso hace que ellas no quieran regresar a recibir atención médica y que tengan un menor cuidado de su salud”, comentó Ana Chapa.
Lo importante no es que se promuevan estilos de vida poco saludables, sino que no se caiga en la demonización del sobrepeso y se privilegie la delgadez; más bien tiene que ver con analizar el tipo de alimentación a la que se tienen acceso y en aceptar la diversidad de cuerpos, “no necesariamente un cuerpo con algunos kilos de más es un cuerpo enfermo”.
Si se cambia este discurso de que los cuerpos obesos son cuerpos enfermos, sería más factible que las personas se acerquen y puedan tener consultas médicas; “hay que empezar a hacer críticas a ciertas prácticas que no porque las haya habido siempre quiere decir que no tuvieran repercusiones en las personas”.
Para la especialista, se tiene que ir más allá que únicamente monitorear cuerpos y ponerlos a dieta, “esto tiene que ir acompañado de otras políticas que abogan por la justicia social”.
El activista LGBT gordo Beltrán describe para El Sol de México a la gordofobia a la forma en cómo la sociedad patologiza a los que no entran dentro de los estándares de la delgadez, mientras que señala que la obesidad no es una enfermedad sino como un discurso de odio.
“La medicina no es el único rector de nuestra moral y ética social. Se tiene que generar un entorno adecuado para la aceptación del cuerpo gordo”, comenta al respecto Beltrán.
La aceptación de cuerpos gordos no significa abogar por la gordura, sino llevarlo a la aceptación del entorno social para rechazar la cultura de sentir rechazo por la apariencia de nuestros cuerpos.
“En ocasiones se ve a la gordofobia como un insulto en la calle, pero en realidad son todos estos discursos de odio y acciones que exceden la idea de la discriminación más explícita. Lo que buscamos desde el activismo gordo es que la población deje de opinar sobre los cuerpos agenos”, detalló Beltrán.
Los cuerpos gordos se han quedado en los márgenes de lo socialmente aceptado y han sido invisibilizados, ninguneados y culpabilizarse por el estándar social.
En ocasiones la sociedad emite algunas frases de odio “sin pensarlo” que llevan a la discriminación y, por consecuente, emanan a la gordofobia.
Referirte específicamente hacia la apariencia, forma de vestir y de expresarse, reprimen el sentir orgullo del cuerpo gordo pues es una opresión omnipresente, ocupa todos los espacios todo el tiempo , excluye y violenta.
Fuente: Gaceta UNAM