El periodista David Brooks en un artículo para The New York Times sugiere si la actual generación de jóvenes adultos es la “generación más rechazada de la historia”, esto luego de que conversara con ese grupo de edad que experimenta el rechazo en diversos aspectos de su vida, como en los procesos de admisión de la universidad, ofertas de trabajo, préstamos hipotecarios e incluso rechazo amoroso.
Brooks declara que el mundo en general es más competitivo y es que los jóvenes, al terminar la escuela, tienen que solicitar plaza entre 20 y 30 universidades para ser seleccionados sólo por una o dos; este rechazo los acompaña en otras etapas de la vida, con una mayor demanda de recursos escasos en casi todos los ámbitos.
En sí, el rechazo tiene un grave problema: vuelve a las personas más agresivas, menos inteligentes, menos empáticas y con menos capacidad de autocontrol. Siendo esa la conclusión a la que llegó el psicólogo Roy Baumeister, uno de los pioneros en el estudio del efecto del rechazo en las personas. Sus observaciones se realizaron a partir de experimentos de laboratorio con voluntarios; en ellos las personas fueron sometidas a diversos tipos de rechazo, monitoreándose su comportamiento.
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La primera reacción de una persona rechazada es una especie de entumecimiento emocional; como si el cuerpo bloqueara las sensaciones por unos instantes para evitar el dolor. Este entumecimiento también acaba provocando que las personas sean menos empáticas y más agresivas.
En una conversación con BBC Brasil, Baumeister señala que ante el rechazo, la gente no se da cuenta de que su sistema emocional no funciona y que se está desensibilizando.
El especialista, enfocándose en el ambiente amoroso, señaló que una forma de enfrentar el rechazo es intentarlo de nuevo en otro lugar, ya que, como descubrió en un estudio que hizo sobre el amor no correspondido, las personas se sienten mal hasta que encuentran otra persona y mejoran. Esto lleva a que las personas deban esforzarse más, aunque esto puede llevar a que aumente el número de rechazos, pero es una cura. Cuando la persona es aceptada, deja de sentirse mal por sentirse rechazada.
Baumeister señaló que hay que acostumbrarse, contó que su caso en el que muchas veces sus artículos fueron rechazados, aunque al final encontró quién se los publicara y, con el tiempo, eso ayuda a que puedan dejarse de sentir mal por los rechazos anteriores. Eso sí, señala que si bien todos saben que eso “es parte del juego”, eso no facilita mucho las cosas.