¿A tus hijos no les gusta la escuela? Haz que la disfruten
“No quiero ir a la escuela”, “Las matemáticas son aburridas”, “Odio la tarea”... Deja de oír quejas, inculca a los niños la alegría de ir a clases.
“No quiero ir a la escuela”, “Las matemáticas son aburridas”, “Odio la tarea”… ¿Ya te cansaste de oír estas quejas? Te damos cinco formas de inculcar a los niños la alegría de ir a clases y aprender.
Los niños captan tus señales. Su interés en la escuela puede aumentar a medida que vean el tuyo, ya sea al formar parte de la junta de padres de familia, como voluntario, asistiendo a los eventos del colegio o entablando charlas con los maestros.
“Los niños necesitan ver que te interesa la escuela y que tu actitud hacia ella es buena”, dice Jeff Kugler, del Instituto de Estudios sobre Educación de la Universidad de Toronto. “Si tu actitud no es de apoyo, a tus hijos les costará aceptar la escuela”.
Es completamente normal que te preocupen los resultados académicos de tus hijos y que preguntes a los maestros si se están rezagando o no, pero no solo te intereses por sus notas ni hagas que tus propias expectativas agobien a tus retoños.
“Lo único que lograrás será alejar a los niños de la escuela”, advierte Kugler. “Queremos que los niños disfruten el colegio. Su atención debe enfocarse en el proceso de aprender, y no en sacar buenas calificaciones”.
“Yo no creo en esa palabra”, afirma la doctora Deborah Chesnie Cooper, psicóloga educativa y del desarrollo, de Toronto.
“Cuando los niños se quejan de que están aburridos, lo que quieren decir en realidad es que están frustrados con su aprendizaje (porque les parece demasiado difícil o demasiado fácil), que no le encuentran sentido a un tema (por ejemplo, la utilidad de las matemáticas en su vida cotidiana), que no les gusta la manera en que se les enseña o que están preocupados por su rendimiento”.
Habla con tus hijos para averiguar qué es exactamente lo que les parece “aburrido”. La solución podría ser tan sencilla como enseñarles nuevas estrategias de aprendizaje, ponerles más atención u ofrecerles retos adicionales.
Otra táctica es explicarles que todas las personas tienen gustos diferentes y que no todas las materias pueden ser sus favoritas ni resultarles fáciles, pero que aun así deben estudiarlas. Esta simple explicación puede aminorar su “aburrimiento” y el estrés que les ocasiona.
La idea no es que hagas el trabajo por ellos (aunque es apropiado dar un poco de apoyo y guía a los niños más pequeños), sino que los ayudes a fijar un horario y apegarse a él. ¿Por qué a algunos alumnos no les gusta hacer tarea en casa?
No necesariamente porque el trabajo sea difícil, sino porque lo posponen o tratan de hacerlo a toda prisa. Establece un horario para cumplir con estos deberes —quizá dos horas después de haber reposado la comida de la tarde, pero antes de ver la tele o salir a jugar— y asegúrate de que se cumpla.
“Hay que ayudarlos a organizarse, así como a adoptar una rutina”, explica la doctora Chesnie Cooper. Los niños estarán más dispuestos a hacer la tarea si ven que la terminan con menos complicaciones y que les queda tiempo para relajarse y divertirse.
Piensa en cómo batallas con tu propio trabajo (y con tu actitud hacia él) cuando te exiges demasiado. Lo mismo les ocurre a tus hijos. “Cuando los niños se esfuerzan mucho en casa les resulta más difícil concentrarse en la escuela”, señala Kugler.
Unas horas de inactividad después de clases los mantiene frescos y listos para ir a la escuela al día siguiente llenos de energía y entusiasmo.