Gaslighting: la tortura psicológica más peligrosa del amor
El gaslighting manipula el sentido de realidad para hacer sentir inseguridad al tomar una decisión, incluso de lo que se cree haber vivido en el pasado.
En 1944, se estrenó una película de cine negro protagonizada por Ingrid Bergman y Charles Boyer, basada en la obra de teatro Gaslight (“Luz que agoniza”). La trama se basa en la violencia psicológica que Gregory Anton (gaslighting) ejerce sobre Paula Alquist: sin ponerle un dedo encima logra dejarla tirada en el piso al destruir sus anhelos, su seguridad y su lucidez.
Afortunadamente, el cine es el arte de contar historias que tienen un inicio, un desarrollo y un final, y que en menos de un par de horas sabrás cual fue el destino de la actriz. El director grita “Corte y queda”, la escena termina y todos podemos regresar a lo nuestro.
El problema ocurre en el momento en que los villanos salen de la pantalla, cuando el cine no es sólo una historia plasmada en un fotograma, y te das cuenta que la persona que tienes al lado es realmente Gregory Anton. Entonces entiendes que las cosas no están tan bien como pensabas. Tú eres la protagonista en la historia y eres la única que puede gritar “Corte”.
Desde la década de los 70 se ha utilizado coloquialmente el término gaslighting (hacer de luz) para denominar una conducta violenta que se ejerce en las relaciones de pareja: manipular el sentido de realidad del otro para hacerlo sentir inseguro de las decisiones que toma, de lo que percibe e incluso de lo que cree haber vivido en el pasado; es decir, crear una gran cantidad de duda y confusión en la propia víctima.
Esta forma de abuso psicológico puede ir desde negar eventos que hayan ocurrido hasta escenificar escenarios extraños para que la víctima pierda su sentido de orientación y seguridad. Todo esto la lleva a cuestionar su propia percepción, memoria y seguridad, y comienza a perder su sentido de realidad.
Es muy difícil identificar este tipo de abuso ya que, al no ser físico, a la víctima le resulta casi imposible denunciarlo frente a la gente que la rodea, pues la misma inseguridad y confusión la vuelven sumisa ante el abusador, hasta el punto en el que solo puede confiar en él. El agresor elimina la sensación de estabilidad y normalidad que la víctima necesita para funcionar.
Como las víctimas del gaslighting no se dan cuenta de lo que están viviendo, el abusador puede ir aumentando poco a poco la intensidad de la violencia.
La psicóloga Marta Guerri, directora y gestora de contenidos de PsicoActiva, nos indica algunos indicios que te pueden ayudar a saber si te encuentras en una situación de este tipo.
Las etapas del gaslighting son graduales, el cambio es sutil. Por eso cuando la víctima se da cuenta de la situación en la que está, ya se siente insegura, deprimida y suele encontrarse aislada de personas de confianza que la puedan ayudar.
Para las personas que ven la situación desde afuera, es muy difícil identificar estas conductas como abuso, ya que el atacante siempre hará ver a la víctima como una persona exagerada y mentirosa, alguien débil y confundida que necesita su ayuda para estar bien, los seres queridos, al ver la situación de lejos, no se percatan de la gravedad del asunto y el porqué de que la persona querida se sienta mal; por el contrario, confían en el ser que dice quererla y protegerla de sí misma.
Una vez que se identifica la situación como violencia, necesitamos aprender a defendernos, tenemos que reconocernos a nosotros mismos, entender qué es lo que esta ocurriendo en verdad a nuestro alrededor, dejar de confiar y ver con nuestros propios ojos, levantarnos y entender que esta persona que nosotros queremos tanto realmente no nos hace bien y tiene que irse.
Escucharnos a nosotros mismos es el arma mas fuerte que tenemos en contra del abuso y la violencia psicológica. Saber lo que valemos, conocer nuestros atributos y defectos, y aceptarlos es el primer paso para poder luchar contra el gaslighting.
Abrir los ojos a nuestro entorno, enfocarnos en lo que es real y volver a confiar en el criterio propio para hablar con nuestra propia voz. Debemos entender que la primera persona que importa es uno mismo, así como aprender a cuidarnos como lo más preciado del mundo.
Si nosotros no nos damos valor, confianza y seguridad, nadie más lo va a hacer: tenemos que apapacharnos y ponernos en el lugar que merecemos, aprender a construirnos con cimientos fuertes, para así poder compartirlos con alguien más, una persona que te quiera y valore por quien eres y, entonces, ser la protagonista de tu propia historia de amor.
Si te interesa conocer un poco sobre la película, aquí tienes el trailer