Los niños “digitales” tienen una grave carencia en la creación de imágenes mentales
El excesivo bombardeo de imágenes externas está mermando la capacidad de los niños de crear imágenes internas, lo que conlleva a problemas.
El excesivo bombardeo de imágenes externas está mermando la capacidad de los niños de crear imágenes internas, lo que conlleva a problemas en la capacidad de abstracción, memoria y vida interior.
Los cuentos siempre han sido una fuente que ha nutrido a los niños a nivel emocional y han ayudado al desarrollo de capacidades cognitivas como son la memoria y la atención pero, ante todo, a esta imprescindible capacidad de imaginar y recrear imágenes interiores mentales, capacidad que es la base de muchas otras funciones.
En esta era plagada de imágenes externas que bombardean al niño, ya sea a través de TV, tabletas, PC, móvil o incluso ilustraciones, cada vez los niños presentan más dificultades en crear imágenes mentalmente, explica en su página de internet Tamara Chubarovsky, pedagoga Waldorf y terapeuta del lenguaje de base antroposófica.
A más consumo exterior, menos creación interior. Esto está acarreando graves problemas de aprendizaje y también sociales. Para interesarme por lo que me cuenta otra persona y empatizar con ello, necesito ser capaz de imaginármelo. Puedo recordar con facilidad solo aquello que se transformó en imagen, aunque solo sea un esquema de la pizarra.
Respecto a esto, en estos días una maestra me comentaba de la dificultad de los niños en copiar de la pizarra sin errores. Vemos que incluso la retención corta de la imagen de la pizarra al cuaderno, está fallando. También hoy día se habla mucho del desinterés por la lectura. Pero es que sólo puede interesarme leer si soy capaz de ir imaginando lo que leo. Si carezco de esa capacidad, leer es solo descifrar letras vacías.
Mi hija adolescente, que había faltado a clase y tenía que estudiar para el examen con los apuntes de un compañero me lo decía “No sé si podré aprobar el examen, ya que como no escuché a la profesora no tengo las imágenes y sin las imágenes no consigo retener los contenidos”.
A menor creación y vida interior más aburrimiento, apatía y necesidad de consumo exterior. Es urgente revertir esta situación si no queremos adultos vacíos, dice esta especialista en crecimiento personal a través de la voz y en el desarrollo sensomotor y del lenguaje en la infancia.
La promoción de imágenes interiores implica la reducción de imágenes exteriores. Si ya han visto la película de Disney de la Bella Durmiente, cuando les cuente el cuento, evocarán esas imágenes y no imágenes propias. Esto ocurre en general con personajes arquetípicos como el gigante, el enanito, la princesa, el lobo etc.
Si ya hay una imagen exterior establecida será mucho más difícil, sino imposible, crear la propia. Esto, además de abolir la creatividad y fantasía propia, tiene como inconveniente que un gigante u ogro de una película, a la noche, en medio del sueño, puede emerger produciendo miedo. Son imágenes difíciles de digerir. Una imagen propia será creada a la medida de cada uno.
Pero tampoco quiero decir que haya que excluir de la vida del niño las imágenes; el niño tiene necesidad y hambre de imágenes. La cuestión es qué tipo de imágenes le acerco, sabiendo que si lo que quiero es estimular su propia imaginación y capacidad mental deberé escoger imágenes sencillas e “incompletas”.
Y siendo que el niño antes de los 5, 6 o 7 años no está plenamente capacitado para la producción propia y abstracta de imágenes que pueda evocar a su antojo (memoria abstracta), acompañaremos al niño en este proceso.
Dijimos que a mayor simplicidad externa, mayor actividad interna, pues bien, en el caso de niños pequeños o cualquier niño con mayor dificultad en este campo, la transición hacia esta actividad interior plena puede ser apoyada eficazmente, si tenemos en cuenta estos criterios:
Muchas veces se cuenta a los niños un cuento tras otro. En este caso, el cuento está teniendo una función de mero entretenimiento, al igual que si vieran TV (¡aunque mejor, claro!). El niño sigue con “hambre” de imágenes, insaciable y pide cada vez más, porque en realidad, ninguna imagen le llenó.
Si contamos un cuento varios días seguidos los niños quedarán satisfechos, porque han recibido su alimento, han sido capaces de integrar y digerir las imágenes. El niño aprende mucho más vocabulario, desarrolla más capacidad de comprensión, atención y memoria, si escucha solo un cuento muchas veces a si escucha gran diversidad de cuentos. Además, el exceso de imágenes externas crea inactividad en el momento e hiperactividad después. Un cuento sencillo y contado serenamente, produce gran actividad interior en el momento y calma después.
La hiperestimulación es la que está atrofiando a los niños. A cualquier niño con déficit de atención también deberíamos reducirle los estímulos para que sea capaz de asimilar de a poco. Cuando es demasiado lo que tienen para procesar, suelen desconectar. En cambio cuando sienten que son capaces de comprender, atender y recordar lo que les transmitimos se llenan de alegría, autoestima, autoconfianza y motivación.
“Es hora de volver a simplificar, para que surjan las maravillas latentes del interior de nuestros niños”.