Así es la vida: Donar una banca que necesita cariño
Para hacer que su hijo se comunicara con ella, mi tía le envió un cheque junto con una nota: No lo cobres hasta que me hayas escrito...
Malentendido
Semanas después mi tía se enteró de que habían cobrado el cheque, pero no recibióningún mensaje, así que decidió telefonear a mi primo.
—Te dije que no cobraras el cheque sin antes escribirme una nota de agradecimiento —le dijo en tono de reproche.
A lo que él respondió:
—No cambié el cheque, mamá. Lo deposité en mi cuenta.
Mark Forman, Estados Unidos
Hace tiempo, alguien del grupo local de reciclaje gratuito al que pertenezco anunció que donaba “una banca de jardín con mucha necesidad de cariño y cuidados”.
Solicité la banca, y los dueños me pidieron que fuera a recogerla en su jardín trasero porque ellos estarían fuera de casa, trabajando. Como no cabía en mi auto, mi hija y un amigo suyo se ofrecieron a ir por la banca en una camioneta.
La banca ya llevaba cuatro días en mi jardín cuando recibí un mensaje electrónico de los ex propietarios, preguntando por qué no había ido a recogerla. Finalmente nos dimos cuenta de que habíamos recogido la banca en una dirección equivocada, y que los dueños incluso se habían comunicado con la policía para denunciar el “robo”.
Devolvimos la banca, ofrecimos disculpas por el enredo y recogimos la banca correcta, que ahora luce bien restaurada en mi jardín.
Margaret Hyslop, Australia
En el sepelio de una amiga de mi familia tuve la oportunidad de charlar con June, una mujer de edad avanzada a la que no había visto desde que era yo adolescente. Me sentí muy halagada cuando comentó que me había convertido en unahermosa mujer. Durante el viaje de regreso a casa, le conté a mi madre sobre el enorme gusto que me había dado ver a June otra vez.
—Sí —respondió mamá en tono nostálgico—. Es una pena que haya perdido la vista.
Rebecca Ridgway, Reino Unido
Cierta noche en que fui a tomar un trago al bar de mi vecindario, un grupo musical estaba haciendo su debut. A pesar de su entusiasmo, no le iba nada bien con el público. Se notaba que los músicos estaban sufriendo en el escenario y parecía que dejarían de tocar en cualquier momento, pero sólo hicieron una breve pausa para descansar.
Durante el receso, el vocalista del grupo se escabulló al baño, y cuando regresó, los clientes lo recibieron con vítores y aplausos. Totalmente sorprendido por el cambio repentino de actitud, el cantante se volvió hacia sus compañeros y les preguntó qué estaba pasando. Ellos le explicaron que había olvidado apagar el micrófono inalámbrico que llevaba puesto mientras usaba el escusado.
Andrew Berry, Reino Unido
En una ocasión fui a un restaurante cercano a almorzar algo ligero. Pedí una ensalada de carnes frías, y al poco tiempo el camarero regresó con mi plato.
—¿Sabe usted qué clase de queso es éste? —le pregunté.
Me dijo que iría a la cocina a averiguar. Tardó un minuto en reaparecer, y muy satisfecho comentó:
—Es queso rallado, señor.
Kenneth Roberts, Australia