Vivir a través de los hijos es una forma de proyección parental en la que los padres intentan vivir sus propias vidas a través de sus hijos. Esto puede manifestarse de muchas maneras, como presionar a los hijos para que sigan una carrera o un interés específico, compararlos con otros niños o ser demasiado críticos con sus logros.
Es cierto que los hijos son el resultado de lo que, como padres, les transmitimos; que su personalidad y sus actitudes son el fruto de la labor de crianza que llevamos a cabo. Pero no son marionetas. Por eso es importante que los padres respeten la individualidad de sus hijos y les permitan ser ellos mismos. Los hijos necesitan sentirse amados y aceptados por lo que son, sin importar si cumplen o no las expectativas que como padres les imponemos.
Muchos padres tienen la idea errónea de considerar que la vida de sus hijos refleja su valía como padres y como personas, y colocan así un peso difícil de soportar. Pues a esos niños se les pide ser tranquilos, dóciles y obedientes; comportarse como adultos en miniatura y renunciar al ruido, las risas y las travesuras propias de la infancia. El guion está marcado desde el inicio y el único camino disponible para ellos es seguirlo.
Los padres pueden tener expectativas muy altas para sus hijos. En algunos casos, esperan que sus hijos continúen con el negocio familiar, sigan la misma trayectoria profesional o adopten el mismo estilo de vida. Si los hijos no cumplen con estas expectativas, los padres pueden sentirse decepcionados o incluso enojados.
En otros casos, los padres pueden querer que sus hijos cumplan los sueños que ellos mismos no pudieron cumplir. Pueden presionar a sus hijos para que experimenten cosas que ellos mismos no pudieron hacer. Esto puede causar estrés y ansiedad a los hijos, que pueden sentirse atrapados en una situación que no es la que ellos quieren.
En el peor de los casos, los padres pueden tener expectativas contradictorias para sus hijos. Por ejemplo, un padre puede querer que su hijo estudie una carrera, pero al mismo tiempo puede culparlo por tener oportunidades que él mismo no tuvo. Esto puede causar una gran confusión y angustia al hijo.
Recuerda que los hijos son un regalo, no una oportunidad para vivir tu propia vida. El objetivo de una crianza saludable es educar individuos libres y autónomos, lo cual implica un auténtico acto de desprendimiento. Al darles la oportunidad de crecer y desarrollarse como individuos, les estás dando el mejor regalo que puedes, y si te cuesta trabajo sacar esa expectativa, pide ayuda a un especialista.
Con información de La mente es maravillosa