Las reservas mundiales de combustibles fósiles están acabándose, lo que ocasiona numerosos problemas: los recursos no renovables crean tensiones políticas y es obvio que su creciente consumo por parte de las industrias afecta nuestra atmósfera e incluso puede cambiar el clima.
Muchos científicos ya han señalado el hidrógeno, un gas limpio y de fácil obtención, como una respuesta prometedora a largo plazo. Cuando el hidrógeno arde, se combina con oxígeno en el aire para producir agua.
Su único problema de contaminación es leve: el hidrógeno que arde dentro de una máquina puede generar óxido nitroso. Este fenómeno causado por el nitrógeno del aire que se combina con oxígeno no quemado en los cilindros, ocurre en todo motor de combustión interna, sin importar qué combustible use.
Si se pudiera usar hidrógeno en un motor de combustión interna, muchas formas de transporte saldrían beneficiadas. Los principales fabricantes ya han hecho grandes avances en resolver la tecnología básica: Mazda, DaimlerBenz y BMW cuentan con prototipos.
Para almacenar suficiente combustible en un tanque pequeño, como el de un automóvil, ha de licuarse el gas. El hidrógeno líquido tiene una temperatura de 253°C, y sin un aislamiento adecuado, el hidrógeno líquido se evapora rápidamente.
Para resolver este inconveniente, la BMW ha desarrollado un tanque superaislante de 93 litros de capacidad y doble pared de vacío. Con todo, un 2% del hidrógeno escapó de un vehículo parado.
El hidrógeno líquido vuelve quebradizo el metal, y a diferencia del petróleo, no tiene propiedades lubricantes; además, el combustible a bajas temperaturas presenta mayores obstáculos para el desarrollo de una bomba de combustible y de un sistema de inyección eficientes.
Sin embargo, y a pesar de lo mencionado, los científicos especialistas en automóviles confían en que tendrán éxito.
El reto más formidable puede estar por doquier. Las estaciones de servicio necesitarían nuevo equipo para almacenar y expedir combustible de hidrógeno: tanques altamente aislados, probablemente con sistemas de refrigeración y un tipo único de bomba.
Las mangueras que ahora se usan para el petróleo serían inútiles: el hidrógeno líquido las resquebrajaría como ramitas secas. Se prohibirían las estaciones de autoservicio por ser demasiado peligrosas.
Como producir hidrógeno es relativamente fácil, cualquier país podría hacerlo y así ya no dependerían de los proveedores de energía del mundo, pero se genera monóxido de carbono, un gas tóxico. Si se le convierte en bióxido de carbono no tóxico, regresamos al punto de partida.
En el intento de reemplazar los motores de gasolina actuales, que emiten bióxido de carbono, se ha descubierto una nueva manera de contribuir al efecto invernadero.
Ahora las buenas noticias. Los científicos solares indican un modo de producir hidrógeno sin generar contaminación en ningún paso del proceso. Como suelen demostrar los maestros de ciencias en el colegio, una corriente eléctrica que pasa por agua producirá burbujas de hidrógeno en un electrodo y oxígeno en el otro.
Las celdas solares que generan electricidad de la luz solar, podrían usarse para producir hidrógeno a partir de agua, sin generar bióxido de carbono y sin efectos adversos en el calentamiento global.
Para los científicos actuales esto es un sueño aún más maravilloso que convertir los metales de base en oro.