Este castillo ha sobrevivido muy bien el paso del tiempo
Este monumento al ingenio, la habilidad y la imaginación humana ha sobrevivido durante siglos con el espíritu intacto.
Luis II de Baviera, el Rey Loco, construía castillos tal como otros monarcas coleccionaban carruajes o pinturas.
Su creación suprema fue el Castillo de Neuschwanstein, el edificio de cuento de hadas que inspiró a Walt Disney.
Visto al amanecer desde el otro lado del valle donde se encuentra, en el estado alemán de Baviera, el Castillo de Neuschwanstein parece flotar en el aire.
Es absolutamente maravilloso y a la vez extravagante: un monumento medieval construido en una época relativamente moderna a una escala gigantesca y con un costo formidable.
Hoy día, 122 años después de su edificación, sigue irradiando una majestuosidad de ensueño. Paradójicamente, encarna más la idea de un castillo medieval que muchas construcciones reales de esa época.
En vez de meter mano a las arcas estatales, Luis II utilizó su propia fortuna para construir una serie de castillos. Neuschwanstein fue su refugio de montaña, una fantasía evocadora de un mito medieval y un tributo a las sagas musicales de Richard Wagner.
Aunque Neuschwanstein se considera medieval por el uso copioso de tallas de madera, tapices y cortinajes, fue también el último grito en comodidad moderna.
Tenía muebles suntuosos, alfombras, timbres eléctricos para llamar a la servidumbre, calefacción, agua fría y caliente en los aposentos e incluso líneas telefónicas. Tan sólo el edificio principal tenía más de 200 habitaciones, aunque nunca se terminó de construir su interior.
Luis II se endeudó muchísimo para construir sus castillos, y los poderosos ministros de su gobierno, tras declararlo demente, lo depusieron. Pero hoy día sus obras —Neuschwanstein en particular— se cuentan entre las atracciones turísticas más rentables de Alemania. Después de todo, quizá no estaba tan loco.