¡Respeta mi cuerpo!
Enseña a los niños límites sobre su cuerpo y su sexualidad. Esa información los mantendrá más protegidos contra el abuso sexual.
Enseña a los niños límites sobre su cuerpo y su sexualidad. Esa información los mantendrá más protegidos contra el abuso sexual.
Conversar con niños y niñas sobre asuntos relacionados con el cuerpo, la definición de límites y las relaciones no es fácil. “Como padres y madres de familia y adultos, es posible que evitemos el tema por miedo a asustar al niño o niña o a provocar pensamientos inadecuados” se explica en el documento ‘Respeten mi cuerpo’, un manual para adultos elaborado por Save the children.
El lenguaje —la dificultad de encontrar las palabras adecuadas y el contexto correcto— también puede ser percibido como un obstáculo, como lo puede ser el desafío de encontrar el nivel correcto: ¿Cómo lo entenderá mi hijo o hija? ¿Esto abordando el tema antes de tiempo? ¿Cómo puedo explicar esto?
Aunque sea difícil, lo más sano es que los adultos estén abiertos y disponibles para discutir estos asuntos durante todas las etapas del desarrollo infantil, pues así contribuyen con un sentido bien desarrollado de identidad y de seguridad en el niño y niña.
Pero ¿cuándo es el momento indicado para conversar con los chicos? ¿Y cómo inicio la conversación? Al contrario de lo que quizás supongamos, no se trata de sentarse para una larga y seria conversación en un momento preciso. En lugar de eso, se trata de una actitud, de estar atentos y de aprovechar el momento en nuestra vida cotidiana. Y de hacerlo continuamente, a lo largo de la infancia.
Si tienes niños pequeños o adolescentes debes hablar con ellos sobre estos temas, siempre adaptando el lenguaje y los contenidos a la etapa de desarrollo de cada menor, y esto se puede lograr de diferentes maneras
Una buena manera de lograr esto es permitir —tan pronto como sea posible (el niño o la niña puede tener desde 1 año de edad)— que aprenda cómo lavar sus partes íntimas. Primero puedes mostrarle, en la ducha o la bañera, cómo lavar los genitales y el trasero y dejar que el niño o la niña lo intente por sí mismo.
Otra manera es dejar que el niño/la niña participe durante los cambios de pañal, y enseñarle tan pronto como sea posible el modo en que se puede limpiar a sí mismo después de usar el retrete. La boca es también una parte íntima. Anima al bebé a comer por sí mismo desde temprana edad (incluso si se ensucia) y no le des la comida por la fuerza en su boca.
Ya que los pequeños dependen de la ayuda de los adultos y no siempre se les permite decidir, es importante que dediquemos tiempo para explicarles por qué hacemos cosas con sus cuerpos, tales como cambiar de pañales, y por qué a veces tenemos que hacer cosas que a ellos no les gustan o que no quieren hacer.
Los esfuerzos realizados en la mesa o en el baño pueden ser complicados y consumir mucho tiempo, pero a la larga pueden ser de gran importancia, pues al permitir que el menor participe desde temprana edad estamos fortaleciendo su integridad y su sentido de valor propio.
Como tutor de un niño o niña, también podrías tomar en cuenta el contacto físico de él o ella con otras personas. ¿Cómo nos comportamos cuando los parientes, amigos o desconocidos quieren abrazar y besar al niño o la niña? ¿Es posible que lo estemos promoviendo —sin saber cómo se siente el niño o la niña al respecto— solo por cortesía? No fuerces al niño o niña a abrazar, besar o sentarse en las piernas de alguien.
En lugar de ordenarle: Anda, ve y siéntate con la abuela, pregúntale: ¿Quieres sentarte en las piernas de la abuela? Esto ayuda al niño o niña a comprender que no debe estar cerca de otras personas si no lo desea. También ayuda a que se pregunte si le parece bien o mal y, por extensión, a definir límites.
Cuando el niño o niña tiene de 4 a 5 años de edad, también podemos plantear el hecho de que es posible que algunas personas quieran hacer “cosas malas”. Trata de encontrar una manera de hablar sobre esto sin asustar al niño o niña.
Puedes explicar que si alguien hace o quiere hacer algo con su cuerpo que ellos no desean, pueden decir que no, y pueden contarles a otros adultos lo que ha ocurrido. Desafortunadamente es común que cuando los niños y niñas pequeños son víctimas de abusos, el agresor es alguien conocido y a quien posiblemente quieren. Así que tiene sentido decirles a los niños y las niñas que está bien decir que no incluso cuando quieren a esas personas, tal como cuando un hermano o hermana quiere jugar un juego y ellos no lo desean.
A los niños y niñas pequeños les gusta explorar sus cuerpos mutuamente y a veces juegan de un modo íntimo. Esta es una parte natural de su desarrollo. Mientras todos los involucrados estén razonablemente cercanos en edad y talla, y sientan que el juego es aceptable, no hay motivos para preocuparse. Pero si alguien se siente incómodo o traspasa un límite, es importante que un adulto intervenga.
La vida cotidiana están llenas de situaciones y eventos en los cuales el cuerpo es fundamental. Por ejemplo, puedes aprovechar la oportunidad cuando un niño o niña descubre nuevas zonas y funciones del cuerpo, o cuando está tomando un baño con otros niños y niñas.
El hecho de que los menores suelen hacer preguntas sobre el cuerpo nos dará oportunidades para tener conversaciones directas. Permite que participen en sus cuidados diarios, tales como el cambio de pañales. Explícale qué estás haciendo con su cuerpo y por qué lo estás haciendo.
Empieza a enseñar al niño o a la niña tan pronto como sea posible a lavar sus partes íntimas y a asearse después de usar el retrete. No obligues al niño o a la niña a abrazar, besar o a sentarse en las piernas de parientes o amigos. En lugar de eso, pregúntale si eso es algo que le gustaría hacer. Explícale que si alguien hace o quiere hacer algo con su cuerpo que él/ella no desea, puede decir que no y contarle a otros adultos al respecto. Enséñale al niño que no hay problema si dice no, incluso a personas que él/ella podría querer.
Algo de vital importancia es explicarles la diferencia entre secretos que sí pueden guardar y los que debe revelar para cuidarse. Un buen simil es éste: Los buenos secretos son cosas como los regalos de cumpleaños o los de Navidad: cosas que te hacen feliz. Los secretos malos son cosas que te ponen triste o que te dan un dolor de barriga. Los secretos malos se pueden contar, incluso cuando alguien dice que no está permitido. Hablar sobre los secretos buenos y malos es un modo de hacer que los niños y niñas compartan sucesos molestos que alguien les pidió guardar en silencio, se explica en el manual.
Para infinidad de menores, la pubertad inicia entre los 8 y 12 años de edad. El cuerpo crece, se transforma y toma un aspecto más adulto, y esto, a su vez, desencadena pensamientos sobre la sexualidad y las relaciones íntimas con otras personas.
Los amigos y amigas de la misma edad pueden influir en esta etapa. Los niños y niñas que han alcanzado la edad escolar pueden haber logrado ya un sentido muy desarrollado del cuerpo como algo valioso y sobre el cual pueden decidir. En estos casos, ellos y ellas saben a quiénes quieren tener cerca, y cómo decir que no cuando algo no parece correcto. Pero de repente aparece un conjunto nuevo de ideas.
El niño o niña empieza la escuela, hace nuevos amigos y se desarrollan nuevas normas sociales. Los adultos hacen bien al tener una mente abierta tanto al interior como alrededor del niño/niña y al conversar al respecto con él/ella, teniendo en cuenta en qué etapa de su desarrollo se encuentra.
Entre los 7 y 9 años, los niños y niñas normalmente son conscientes de que las relaciones íntimas existen, y obtienen los datos de los hermanos/hermanas, amigos/amigas o de los medios de comunicación, a no ser que los padres/madres de familia hayan decidido plantear el tema.
Los niños y niñas de esta edad suelen preguntarse sobre sus propios cuerpos y sobre sus cambios: por qué lucen de ese modo, qué diferencias hay entre los géneros y si acaso sus propios cuerpos están bien.
Al contribuir en etapas tempranas con conocimientos adecuados a su edad, los adultos tienen la oportunidad de brindar a los chicos una imagen saludable y matizada sobre el cuerpo y la sexualidad. Los menores pueden haber empezado a conversar sobre las relaciones íntimas en la escuela o pueden haber visto a sus padres besándose. Dichas situaciones promueven preguntas y brindan oportunidades para explicar que la cercanía es algo positivo cuando ocurre entre dos personas que se quieren mutuamente.