La búsqueda constante de la perfección es un camino que a menudo nos lleva a la insatisfacción y el agotamiento. Muchos creen que para ser felices, debemos ser perfectos en todos los aspectos de la vida, pero ¿es realmente así?
Y es que a menudo nos enfocamos en la perfección como la clave para la felicidad. Creemos que si logramos ser perfectos, seremos felices. Pero eso no es así.
La sociedad moderna nos ha inculcado la idea de que debemos ser perfectos en todos los aspectos de nuestra vida: físicamente atractivos, profesionales exitosos, padres ejemplares y amigos perfectos , etc.
Es más, si alguna vez lo has intentado, si te has dejado llevar por esos ideales, habrás descubierto sin duda el alto precio que se paga por ello: baja autoestima y la sensación de que perdemos el control de nuestra propia vida.
Y es que esta búsqueda obsesiva de la perfección puede ser agotadora y, paradójicamente, puede llevar a la infelicidad en lugar de la felicidad.
La realidad es que la perfección es un objetivo inalcanzable. Nadie… y léelo bien nadie es perfecto, nadie puede cumplir con todos los estándares y expectativas que la sociedad impone. Todos cometemos errores, todos tenemos defectos.
Así que en lugar de buscar la perfección, es esencial enfocarnos en ser felices y aceptarnos tal como somos con nuestras imperfecciones.
La felicidad es, básicamente, equilibrio. Es encontrar ese punto perfecto en el que nos encontrarnos bien con nosotros mismos, sin necesidad de ser otra cosa. La felicidad es no sentir la obligación de conseguir aquello que otros nos marcan y que no va con nosotros.
En la actualidad, los estándares de belleza, las opiniones en las redes sociales y otros factores se han vuelto tan extremos que la gente se siente presionada a alcanzar metas inalcanzables. Esto puede conducir a la búsqueda de aprobación, la crítica de los demás y el sufrimiento personal.
Entonces llega un momento en nuestras vidas en el que inevitablemente hacemos balance. ¿Merece la pena tanto esfuerzo, sufrimiento e ideales inalcanzables?
Lo creas o no, no existe una sensación más placentera y satisfactoria que sentirse libre. Romper las cadenas y fluir. Para conseguirlo, es importante tener en cuenta estas estrategias.
La felicidad no es acumular cosas ni personas. Tampoco es una fórmula mágica. y mucho menos se encuentra en los libros de autoayuda.
La felicidad no está necesariamente vinculada a la perfección, sino más bien a nuestra actitud. La forma en que enfrentamos los desafíos, las dificultades y las imperfecciones determina en gran medida nuestro bienestar emocional. Todo lo que hace falta para alcanzar la perfección es estar en paz, tener personas que nos quieran y nos acepten por lo que somos, y disfrutar de todo lo que la vida nos ofrece cada día.
Con información de Mejor con salud